Si hablamos de lisas, nuestro referente se llama Hugo Di Marco, gran conocedor de la especie y mejor persona. El tiene una vasta experiencia para dar con lugares nuevos y sorprendernos en cada relevamiento con sitios que son primicia por tratarse de ámbitos pocos visitados. También porque se pueden pescar de costa a pocos kilómetros de la Capital Federal. Atento a nuestro pedido, le estuvo prestando mucha atención al movimiento de los cardúmenes de la especie en cuestión, que llega a recorrer muchos kilómetros en un día.
Continuidad de piques de lisas en Mar Chiquita
El lugar elegido en esta ocasión fue Villa Benita, en el partido de San Miguel del Monte, casi en el límite con Lobos. Se ingresa por el corredor de la Ruta 41, unos 1.000 metros antes del cruce con la la Ruta 205: 180 km para quienes llegan desde CABA. En nuestro caso salimos muy temprano desde Quilmes para aprovechar el día y, más que todo, para buscar esta especie esquiva que demanda jornadas enteras. No queríamos volver con las manos vacías, ya habíamos intentado otros fines de semana en otros lados, con resultado igual a cero. La clave en esta pesca es armarse de paciencia porque los cardúmenes viven moviéndose hacia donde no hay ruido y, si logramos ubicarlo silenciosamente, es probable que hagamos la diferencia.
Donde los grandes trofeos se hacen realidad
Primeros intentos
A las 6 de la mañana nos encontramos con mi amigo Leonardo Lingua y con el guía en una estación de servicio, desde la cual nos dirigimos al pesquero a orillas del río Salado. Hugo enseguida nos tentó con los tamaños sorprendentes que se estaban dando: lisas desde los dos y hasta los cuatro kilos de peso. Y rápidamente destacó que este nuevo lugar surgió debido a la escasa agua de canales y ríos a causa de las pocas precipitaciones, lo que obliga a recorrer distancias más largas para intentar tener éxito.
Sin duda, el dato que tenía era más que preciso, porque apenas llegamos a la última parte del pesquero (para no ser molestados por aficionados ruidosos) pudimos divisar las corridas de las lisas y los bulos que efectuaban en el agua. Sin dudarlo, armamos nuestros equipos y los tiramos al agua: líneas aéreas de 5 anzuelos 3,0 de buena calidad, separados entre sí 30 cm de la madre, delante de la cual incluimos una boya del estilo ping-pong de 35 mm y, en el final, un plomo que variaba según la resistencia de la caña: desde los 100 y hasta los 125 g para poder llegar al medio del cardumen en el centro del río.
Lisas de gran porte capturadas en el Canal 9
Misiles del puente Romero, a orillas del Salado
El primer ejemplar no tardó en llegar: apenas 20 minutos, y el guía lo pudo izar sin complicaciones, pese a su corrida combativa y porte robusto; en la balanza acusó 3,5 kg. La segunda captura apenas se hizo esperar diez minutos más, siempre atento a la clavada con el dedo en el reel para palpar los golpes en forma continua y aflojar la estrella con la finalidad de que cuando empiece a correr por el agua no corte el aparejo y el multifilamento. No olvidemos que se trata de una especie que se destaca por su velocidad en el agua y que exige trabajarla, a veces, desde 100 m de distancia o más, por eso el reel debe estar flojo.
Dato pescador
A medida que iba pasando la jornada, probamos diferentes variantes y colocamos otras cañas alternativas con distintas líneas aéreas, ya que probando con el mismo aparejo que usaba el guía, él pescaba y nosotros no. Fue así que decidimos intentar con carnadas como la lombriz colorada y la panza de lisa coloreada con purpurina y colorante rojo de reposterÍa. Y ¡boom! Esta última fue la más efectiva, pese a que en el curso del río había muchas especies descarnadoras, como carpas, dientudos y pejerreyes, los que nos obligaban a izar las líneas cada 10 minutos, asustando a las lisas. Sin embargo, pese a estos pronósticos, cuando llegó el mediodía quien escribe pudo pinchar un ejemplar de más de 4 kg, que arrimó con la línea averiada: el mosquetón que sostenía el anzuelo estaba a punto de zafar debido a la fuerza que el robusto ejemplar efectuó durante sus más de 10 minutos de batalla. Segundos después fue Leo quien clavó otra hermosa lisa, también con línea aérea y panza de lisa coloreada como carnada. Llegaron las seis de la tarde y teníamos en nuestro haber cuatro ejemplares muy grandes. Tal vez poco para algunos, quizá demasiado para quienes buscan calidad y no cantidad. La cosa es que, tras merendar, porque desde el mediodía no nos habíamos despegado de las cañas, y con una cosecha de calidad suprema, dimos por concluida esta magnífica jornada.
En nuestro país existen dos especies de agua dulce (también hay varias de mar): Mugil lisa, denominada vulgarmente lisa rayada, ubicada en la zona de Mar Chiquita; y Mugil platanus, pero en el mundo hay más de 100 variedades. Su distribución geográfica se da en la costa atlántica, el Río de la Plata y el Uruguay, y la cuenca del Salado (por eso es común en muchas lagunas bonaerenses). Se alimentan de fitoplancton y detritus, y tras sus 4 a 6 años de desarrollo alcanza una longitud máxima de 65 cm.
En esa etapa –dos veces al año– los adultos realizan una migración reproductiva costera hacia el sur de Brasil, para desovar entre junio y agosto. Una vez nacidos, los alevinos llegan a través de las corrientes a los mismos estuarios y lagunas costeras desde los cuales partieron sus reproductores. El último dato: para consumo en el mercado interno se la pesca con redes agalleras, pero existe además una actividad artesanal de ahumado de relativa importancia en la zona de Bahía de Samborombón y en San Clemente.
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