Una temporada fuera de serie se está viviendo con el pez nacional en las aguas de la Cuenca del Plata. En esta ocasión, lo vivimos en el rio Uruguay, a apenas 170 km de CABA y en una cantidad inusitada. La acogedora localidad de Villa Paranacito no sólo es la puerta de acceso a reconocidos pesqueros, sino que además brinda una oportunidad para quien busca tranquilidad en familia para vacacionar, con una gran variedad de oferta en hospedajes, sumado a los apacibles paisajes de su interminable delta pleno de colores, perfumes y vegetación. Allí nos esperaba puntualmente Nicolás Terzi quien, después de 36 años ininterrumpidos de docencia, se volcó de lleno a su segundo amor, la pesca deportiva como guía de tiempo completo.
Salimos por el arroyo Las Tintas y antes de ingresar al cauce principal nos dedicamos a extraer unos bagres, los cuales son el alimento preferido del dorado, aunque después de agotar todos los que teníamos probamos con cascarudos y anguila, también con éxito debido a la voracidad de una especie que no paró nunca de atacarnos.
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Las primeras pruebas fueron con bait cast y señuelos, especialmente de colores llamativos, y nos dieron capturas de inmediato. Las arremetidas eran directas y a veces en el afán de ganar la presa se generaban impresionantes borbollones en el agua. A primera hora el rio estaba alto, un poco sucio y con un viento del sur que incomodaba para los lances, así que buscamos los piques sobre la costa, entre árboles sumergidos y juncos en los que estaban correteando mojarras y sabalitos.
De a poco las condiciones fueron cambiando para mejor, según nos decía Nicolás, debido a que con aguas calmas y en bajante, el dorado se siente más cómodo para cazar. Con la embarcación ya fija, comenzamos a pescar a la espera y con carnada, algo que después de unos momentos pasó a ser vértigo puro. Las corridas mientras las chicharras de los reeles sonaban se sucedían una tras otra. Y soltar la caña era arriesgarnos a perder la pieza esperada porque el promedio de los tamaños no bajaba de los 3 o 4 kg de peso, con una potencia y agresividad llamativas. A veces el dorado venía a favor de la embarcación, por lo cual se aflojaba la línea y debíamos recogerla muy rápido para que no se enredara en la de nuestro compañero.
Asegurarlo era muy difícil. Los piques se daban a unos 50 m y había que trabajar la caña clavando constantemente. Así y todo, al borde de la embarcación soltaban la presa burlándose de nosotros. Finalizamos la jornada con un feliz cansancio, pero con ganas de volver a repetir la experiencia en otros sectores próximamente. Vale agregar que rige actualmente una norma que prohíbe la pesca del dorado, en todas sus especies, con fines comerciales, su acopio, venta, tenencia y tránsito en todo el territorio provincial, por lo cual la pesca es sólo con devolución como lo hicimos nosotros.
Servicios:
- Guía de pesca Nicolás Terzi. Tel.: (03446) 615168. En redes: Instagram.
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