Les cuento mi experiencia en Concordia (Entre Ríos), en el famoso y polémico paredón de la represa hidroeléctrica de Salto. Es un lugar muy protegido por la Prefectura, tanto del lado uruguayo como argentino, ya que compartimos el mismo sector de pesca.
Tarariras: desde este lunes, ¡hay veda!
Un buen día antes de que comience la pandemia de COVID-19, organizamos esta pesca con unos amigos, pero por razones obvias todo se cerró y no pudimos ir. Aun así, no pensaba perderme la oportunidad de estar en uno de los mejores lugares del mundo para la pesca de grandes dorados. El sueño de muchos pescadores es acercarse al famoso paredón, y también el mío, que se cumplió recién en estos días.
Llegado el momento, abordamos en la lancha con el guía Alejandro, que nos atendió de maravilla, aunque no alentaba a que el pique estuviese bueno. Aun así, yo fui con toda la fe del mundo.
Relatos a cielo abierto: El descubridor
Ya navegando, cuando se está por llegar a la represa se hace un gran silencio, enrolando en Prefectura ya veíamos cómo los dorados cazaban cerca de la pared. En ese momento se me aceleró el corazón y empiezó la cuenta regresiva. Había que sacarle el jugo a esta jornada de 3 horas lo mejor posible.
Fue así que uno de mis compañeros lanzó un señuelo popper y tuvo 3 ataques impresionantes. En cambio, nosotros dos ni un pique a pesar de que estábamos con la misma modalidad. Luego nos movimos de lugar, ya que al no estar largando agua la represa estaba muy bajo el río, y nos quedamos sobre unas piedras del lado argentino. Allí empezamos a pescar con un metro de agua y utilizando señuelos glidding. Y Ahí empezó la fiesta.
Pude luchar con los dorados más grandes de mi vida, pero mis compañeros no tuvieron mucha suerte, ya que el lugar es muy complicado por las piedras filosas, el viento en contra para lanzar señuelos livianos, sumado a los nervios, y el multi que se revienta con los roces en las piedras. Algunos triples vuelven derechos por la fuerza de los dorados. Algo que no se puede borrar de la mente.
Dando por concluida la jornada de pesca descansamos para repetir al día siguiente. Llenos de adrenalina habíamos perdido los mejores señuelos y tuvimos que conseguir otros de reemplazo por Concordia.
El segundo día de pesca fue difícil. Una tormenta estaba amenazando con caer, pero pescamos sin pensar en eso y, concentrados con el agua muy crecida, dimos con muchos piques que erramos, pero muchos dorados de tamaño chico hacían divertida la pesca. Más, alguna que otra sorpresa gigante se les dio a mis compañeros.
Esto amerita que los 3 tuvimos la suerte de tener en nuestro poder los hermosos lingotes que nos regaló Concordia. Está de más decir que fueron devueltos como corresponde. Y así dimos por cumplido este sueño, que seguramente volveremos a repetir con mucho gusto.
at Gabriel López Rivera
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