Sunday 28 de April de 2024
PESCA | 01-04-2024 10:00

Combates muy divertidos de surubíes en La Paz

Relevamos el Paraná paceño justo antes del concurso del surubí. Gran cantidad de capturas pero de ejemplares que no sobrepasan los cinco kilos. La diversión está asegurada.
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Este relevamiento en formato de nota periodística nació en una charla de oficina cuando Aníbal Balher, guía y propietario de la empresa con su nombre, me dice un poco en broma y un poco en serio cuando iba a ir a comer un asado a La Paz. No sé si me agarró con hambre, si me invadieron las ganas o la cercanía que teníamos con la Fiesta Provincial del Surubí Entrerriano, pero en forma casi inmediata mi cabeza ya estaba proyectando el viaje, pensando en el rico asado que nos íbamos a comer y en la pesca que íbamos a realizar. 
Automáticamente hablamos con María Luz de Bernardo, directora de Turismo de esa ciudad, para contarle que estábamos yendo para pescar en su zona y, entre otras cosas, relevar la cancha donde se realizaba la fiesta del surubí. De más está decir que no sólo nos esperaban con los brazos abiertos, sino que al instante teníamos todo listo para pasar jornadas maravillosas rodeados de amigos y pescadores locales. Párrafo aparte para mi amigo y compañero Luis Chichi Yañez, a quien llamé unas horas antes para salir y siempre está dispuesto. 

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La semanita en cuestión fue esa de calor agobiante, por lo cual salimos bien tempranito por la mañana y llegamos cómodamente cuando el tiempo lo dispuso. Otra de las cuestiones importantes de este viaje es informar acerca del estado de la Ruta 6, increíblemente impecable en casi todo su trayecto, sólo hay que tener un poquito de precaución antes de llegar al pueblo de Macías. Más allá de eso, es un viaje muy placentero que efectuamos con una parada en Gualeguay para cargar combustible y comprar algunas cositas en la panadería de enfrente, antes de seguir directo hacia la casa de Aníbal, bien cerquita del puerto paceño. 
Como suele sucedernos, antes de llegar nos cruzamos con algunos guías amigos, quienes nos comentaron lo bueno de la pesca, cosa que nos alegró aún más. Saludamos a nuestro anfitrión y nos fuimos derechito al restaurante Garibaldi, donde Cacho, su dueño, nos esperaba para degustar algunas de sus exquisiteces locales. Hablamos largo y tendido, y partimos a descansar ya que saldríamos muy temprano por la mañana para aprovechar las pocas horas sin sufrir al rayo del sol. 

Primera jornada en marcha

Rozando las 6 AM ya estábamos en el puerto cuando vimos llegar la camioneta de Aníbal con una de sus lanchas enganchadas para largarla en la bajada oficial. Ramón, quien nos oficiaría de guía en esta salida, acomodó el tráiler, lo enganchó al tractor y en segundos nuestra lancha ya estaba lista para comenzar la travesía. La idea era pescar surubíes, por lo cual llevamos un par de baldes con morenas vivas como carnada y una atarraya para lograr algunos sabalitos pequeños que pueden resultar muy buenos a la hora de encarnar. Ojo, también acarreamos cañas de baitcasting y spinning para pescar algunos doraditos, había que aprovechar toda la salida. 

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Para la pesca del surubí optamos por cañas de 2,10 a 2,40 m de largo con acción de punta y una potencia de 20 a 30 lb (1 lb = 0,453 kg), reeles medianos con 200 m de capacidad de carga, tanto sea nylon monofilamento de 0,40 mm o hilo multifiamento de 30 o 40 lb. Anzuelos del 7/0 al 9/0 con leader de acero de 50 cm de largo y 60 lb de potencia (por si pica un dorado) y plomitos corredizos de 20 a 80 g. En esta época no olvidar protector solar, repelente de mosquitos, gorro de ala ancha y ropa para cubrirse del sol. 
Navegamos por el riacho Espinillo aguas arriba y cruzamos las correderas de Arzuaga, no sin antes hacer unos tiros para el dorado. Picaron y en cantidad en tamaños chicos, pero muy divertidos, tanto con señuelos como con carnada natural. La idea siempre fue el surubí, por lo cual levantamos todo rápidamente y nos fuimos hasta El Largo, pesquero muy reconocido, donde anclamos estratégicamente en una de sus curvas para que nuestras líneas trabajaran en el veril de un pozón aledaño. Estuvimos un buen rato hasta obtener el primer pique, que en realidad fueron dos en simultáneo. Ambas capturas fueron fotografiadas. Los ejemplares eran realmente chicos pero sirvieron para romper el hielo del debut con la especie. 

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Seguimos intentándolo mientras veíamos arribar cardúmenes de sabalitos que negreaban la superficie del riacho. Pescamos algunos cachorritos más y decidimos ir a la isla a comer a la sombra de los árboles. Dejamos pasar unas horas para no sufrir tanto el calor ni el sol, que realmente quemaba y mucho. También aprovechamos a nuestro querido río Paraná como pileta para refrescarnos (que sirvió, y mucho). 

Después del mediodía 

Navegando otra vez aguas abajo, paramos en la boca de Las Palmas, donde sólo nos picaron unas palometas y una raya que pudimos ver una sola vez y a la que le calculamos unos 70 kg, aproximadamente. No la pudimos sacar, se fue al fondo, se hizo ventosa y no nos dio más chances; tampoco se las pedimos. Con algunas capturas extra de surubíes por la costa de El Espinillo decidimos volver y disfrutar del complejo Las Palmeras, cerquita de las termas, con su pileta y su aire acondicionado. Un rato después, tempranito, fuimos a cenar para madrugar en nuestra segunda jornada de pesca. 

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Mismo horario de la mañana pero a navegar para otro lado. En este caso, el río Paraná nos derivó al Correntoso, otro emblemático riacho de la zona. Navegarlo era un poema: el agua quieta, los colores de los árboles en su esplendor, fauna de todo tipo... Pescadores comerciales y deportivos ya estaban en la zona. Nos alejamos hasta la primera curva grande del cauce y desde allí nos largamos. Esta pesca iba a ser toda al garete, lo que significa bajar con la fuerza de la correntada pero regulada con el motor eléctrico de proa. En esta oportunidad Chichi probaría con plomo de 40 g, Ramón iría sin plomo y yo intentaría con 20 g de peso. Pinchamos las morenas, algunas de la boca y otras enhebradas del cuerpo, y comenzó la bajada. Al instante uno de mis compañeros acusó el primer pique. Mientras queríamos retratar el momento otro de los muchachos clavó el segundo de los cachorritos, por lo que decidí levantar mi caña y – cámara en mano– esperar las diferentes secuencias. Los dos pescados arriba, fotos y al agua sin el menor rasguño. 
Acomodamos nuevamente la embarcación y nos largamos pegados a la costa. Una caña hacia el medio, otra más en línea y la tercera hacia los camalotes. La mayor cantidad de piques se dio en la línea con más peso de plomada y hacia el centro del cauce, por lo cual en la próxima remontada nos largamos por el medio. 

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¿Qué pasó? No estábamos cerca del monte y el sol nos pegaba de lleno, el calor se hacia sentir y los rayos penetraban como espadas; se sufría, pero se disfrutaba la pesca. Los piques no se hacían esperar, era uno tras otro, variaban sólo en el tamaño, de chicos hasta alguno medianito, ningún pescado grande, ninguno. Teníamos las imágenes tomadas, la pesca realizada y la tarea cumplida. Para qué sufrir las órdenes de Febo... Así que nos miramos y al unísono dijimos nos vamos. Tras disfrutar un rato de navegación, llegamos a puerto, nos pegamos un baño recuperador y nos volvimos cantando bajito como decía mi abuela. Amigos, La Paz los espera, la pesca esta buenísima, qué más se necesita para ir.

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Julio Pollero

Julio Pollero

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