Monday 2 de December de 2024
PESCA | 03-11-2024 10:00

Carpas y tarariras en familia en el parque San Martín

Un destino en plena ciudad de 9 de Julio para iniciar a los más chicos y disfrutar de buenos piques bajo la sombra de una frondosa arboleda. Por: Luis Osvaldo Ventimiglia.
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El pasado domingo, sin ningún plan de pesca con amigos, decidimos seguir despuntando el vicio en familia. El objetivo sería, nada más y nada menos, iniciar en la actividad a mi nieto menor Carmelito, de tan solo 3 años, quien me reclamaba constantemente una y otra vez que lo llevara a pescar, más sabiendo que Vicente, el otro nieto, de 9 ya había compartido muchísimas salidas piscatorias. Para cumplir con ese desafío optamos por acercarnos a un destino cercano como la laguna del parque San Martín, un hermoso espejo alimentado por los desagües pluviales de la ciudad de Nueve de Julio, y tan cercana que se puede ir caminando desde el centro.

El contingente estuvo integrado por mi señora Nora, mi hija Eugenia y los dos pequeños. La condición para tener compañía, era no madrugar, por lo que llegamos casi a las 11 de la mañana, un horario poco recomendado para las dos especies que intentaremos lograr, tanto tarariras como carpas. Al llegar, las damas del grupo se enamoraron del lugar, por su vegetación y prolijidad, siendo un lugar digno de visitar, con espacios para comer un asado y con una supuesta buena pesca que confirmaremos con el correr del día. Tiramos varias cañas, por un lado apuntando a la carpa, a fondo, ya sea con pasta casera, maíz o lombriz a fondo, y por el otro pensando en la tarucha con filet de pejerrey de fondo y con boya plop. Para ese tiempo ya nos habíamos encontrado con Patricio Rodríguez, guía en lagunas de la zona que vive en la ciudad y con el que compartimos algunos mates juntos. 

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Había pasado más de una hora sin pique, con los pequeños ya medio desanimados. Yo insistía que alguna iba a aparecer y eso se dio. De repente, la caña de spinning encarnada de fondo comenzó a llevar de una forma muy violenta, la encañó y a lo lejos, el salto, y la corrida. Sería una hermosa tarucha que luego de una buena pelea la sacamos, tomamos las fotos de rigor y su devolución inmediata para que los niños vayan mamando de chiquitos la felicidad de que la misma regrese a su hábitat.

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Pasaron otros 15 minutos y la misma caña, con una corrida un poco más suave, tenía otro ejemplar. Pasada a Carmelo, por supuesto ayudándolo a tener un poco la vara, porque con sus tres añitos y su debut en el deporte todavía no estaba para pelear a la tarucha solito. Luego de arrimarla hacia la costa y cuando estaba por levantarla, se escapó, pero la contamos como su primera captura por la lucha y haber arrimado hacia la costa, quizás si hubiéramos tenido un copo podría haberse sacado la foto con su ejemplar.

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Antes de un intervalo de poco más de una hora sin actividad me tocó lograr mi tararira de fondo, luego recién a eso de las 14 hs cambiamos de especie. Una corrida tremenda en un equipo apuntado a las carpas, salimos apurados para llegar hasta la caña, la clave y le di la caña a Vicente. El ejemplar salió con una velocidad tremenda hacia la derecha, lo cual indicaba que era una carpa muy linda, por lo menos 4 kilos de peso. Justo el pique fue en una caña telescópica viejita, pero el peque, ya con experiencia, se las arregló para acercarla a la costa, no sin esfuerzo. Al llegar hacia mi lado, cuando ya era momento de levantarla, un cabezazo quebró la fina punta de la caña y también rompió el anzuelo, dejándonos con las manos vacías para la foto, pero con la felicidad de pelear con ese hermoso ejemplar que nadie se lo quita. Luego de esta captura, nos dimos por satisfechos y tras almorzar decidimos regresar.

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La laguna, es un ejemplo de que, con un poco de imaginación, en un municipio sin un lugar natural geográfico de turismo, puede construirse uno de un nivel y belleza incomparables. Solo con el recurso de redirigir los líquidos pluviales de la ciudad pudo lograrse un espejo de agua que ni con la sequía que tantas lagunas naturales seco, pudo dejar a esta sin agua. Aunque se necesitan años para lograr arboledas como las que tiene este lugar, si se piensa a futuro, puede ser ejemplo para ciudades que no tienen espacios de estas características, que son nada menos que verdaderas escuelas de pesca para los más chicos y un lugar de esparcimiento para toda la sociedad.

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