No es una nota convencional la que intento escribir. El COVID 19 ha cambiado en forma definitiva muchos formatos de nuestra vida cotidiana. Superado ya lo prioritario y esencial, llega el tiempo de ocuparnos de nuestro barco. A la fecha sigue la restricción de navegar, entendible por amplia mayoría de los nautas locales; pero nos ha costado mucho entender la negación (en este último mes al menos), en no habilitar en forma gradual, limitada y protocolo de por medio el acceso a las marinas, para ver estado de nuestro barco en general, sus amarras, baterías y bombas de achique. Hubo algunos hundimientos y barcos que han quedado en situación crítica. Pero como todo pasa y el reloj vuelve a marcar un nuevo tiempo, aquí estamos dispuestos a salvar lo que se creía perdido, y a mejorar lo que se ha deteriorado.
Protocolo general
Cada club, marina o guardería debe implementar un protocolo sanitario obligatorio de estricto cumplimiento. A su vez, cada uno implementará algo similar en cada barco: poca gente a bordo, quien embarque para reparar debe hacerlo con barbijo, utilizar alcohol en gel y desinfectantes, no compartir utensilios de comida o bebida, etc. Nuestro barco es nuestra casa, y debemos mantener el mismo control de ingreso y estancia.
Estamos en el barco
Obviamente, apenas lleguemos a nuestro barco, llevemos una buena cantidad de elementos de desinfección para limpiar y desinfectar en profundidad y a conciencia todos los espacios sanitarios, cocina, picaportes, herrajes varios de uso común e interior. Ya en el peine, se debe realizar primero un recorrido visual de todo el perímetro del barco; desde las amarras, línea de flotación (ver existencia de incrustaciones y/o caracolillo), estado de ambos laterales, carpas protectoras, cubierta, cabina etc. Luego de una evaluación inicial, ingresamos al barco. Antes de conectar baterías, veamos sentina: existencia de agua, combustible derramado, “sniff” test de combustible u otros olores. Luego de verificar en general, si no hay nada en particular, abrimos todo lo que se pueda para ventilar, sacar el olor a cerrado y lograr que ingrese aire y luz a nuestro barco. Minutos después, podremos poner en carga nuestras baterías desde tierra, y habilitar las llaves correspondientes para tener energía a bordo. Sugiero evitar dar arranque a los motores desde el inicio, sabiendo que las baterías seguramente estarán muy bajas de carga, evitando terminar de agotarlas. Mejor esperar un tiempo prudencial de carga.
Mientras ello ocurre, es hora de limpiar, ventilar y desinfectar a conciencia. Limpie todo, utilice alcohol rebajado 70/30 y/o lavandina, en cocina, baños, salones, camarotes, pasamanos. Haga circular el agua de los tanques, y agregue a ellos unas gotitas de lavandina, y recárguelos nuevamente. Acciones todas las canillas. Utilice y haga funcionar inodoros, desinfectándolos.
Previo a la puesta en marcha, es aconsejable verificar los filtros de combustible, en especial los de diésel, ya que los componentes de los refinados actuales generan con el no uso y movimiento del combustible dentro del tanque algunas impurezas que pueden obstruir los filtros. Verifique bombas de achique, sus automáticos, funcionamiento de electrónica y demás componentes de servicio. Una vez realizadas las verificaciones iniciales, ponga en marcha el/los motor/es – grupos por una tiempo de al menos treinta minutos, alternando las revoluciones de tanto en tanto.
Varados por la bajante
Principal atención a aquellos que tenían su embarcación a flote, en la zona norte de nuestra provincia hasta el Alto Paraná, donde ya se considera una de las bajantes más importantes de la historia, ha dejado a la mayoría de embarcaciones “clavadas” en el lodo, y en los mejores casos, en la arena del otrora lecho del río. Aquí las cosas son algo más complicadas ya que los barcos están apoyados en sus patas de gallo, timones, líneas de eje, hélices, en el caso de veleros en sus quillotes o en los costados. Debido al propio peso de la embarcación, los cascos se clavan en el lecho, existiendo dos problemas fundamentales: 1) problema estructural si el lecho del río es duro y el casco quedó apoyado en sólo algunos puntos duros (timones, quilla, etc.), donde se concentrará todo el peso del barco, exigiendo a dichas zonas a un esfuerzo mecánico importante; 2) si el casco se asentó perfectamente sobre el lecho blando el río.
Para el caso 1, es importante verificar como quedó apoyado el barco; de ser posible, es bueno apuntalar con tacos de madera las partes reforzadas del casco, los efectos de descomprimir y repartir las tensiones de los puntos de apoyo. Indefectiblemente, esos apoyos deben estar ubicados en lugares reforzados (zonas de cantonera, bulárcamas o mamparos reforzados). Es importante no transitar en demasía sobre sobre el barco y, debido a que no podrá ponerse en marcha por no haber agua, desconectar las baterías del motor/es, pero mantenerlas en carga y descargarlas con los servicios esenciales (luz, sonido etc). Lo importante es que las baterías no lleguen al límite inferior de carga. Cierre todas las esclusas para que no entren insectos. Limpie y desinfecte, Y espere la creciente. Nada más puede hacerse.
En el caso 2, básicamente es lo mismo. Cierre las esclusas, incluso las tomas de mar de la motorización. En esta válvula de ingreso de agua quedará conformado un tapón de barro/arena debido al apoyo del fondo del casco sobre el lecho. Si se mantiene cerrado, cuando el barco vuelva a flotar, ese tapón se va a deshacer con el agua, no ingresando al sistema de refrigeración y filtro.
En ambos casos descriptos, el barco tiene un riesgo importante que podría suceder al crecer el agua: el fondo del casco podría estar pegado al lecho del río, y al subir la marea, hundiría el barco ya que el nivel de agua ingresaría por los puntos abiertos de la obra muerta (tomas de aire de sala de máquinas, popa, ojos de buey, etc.). Cuando empiece la creciente, se deberá estar atento al “despegue” correcto del casco, evitando mayores inconvenientes. Una vez a flote, abrir todas las válvulas y comenzar con los procedimientos más arriba indicados.
Lanchas y embarcaciones cuya estancia es en guarderías privadas o de clubes náuticos, el procedimiento más importante es la limpieza y desinfección, la carga de batería, “sniff” test, verificación de combustible limpio y finalmente puesta en marcha. Si hay algo que esta pandemia nos ha dejado claro es que al volver a soltar amarras, nos sentiremos renacidos, reencontrando en el sereno andar de nuestro barco esa pasión que alguna vez nos enamoró para siempre: navegar. Algo más: si el problema lo supera, consulte con un profesional: siempre.
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