El 30 de enero de 1736 nacía, en Greenock, Escocia, el ingeniero mecánico, inventor y químico James Watt, a quien, entre tantos otros logros, se le adjudica el de haber sido el inventor de la máquina de de vapor de agua.
Si bien en 1712, Thomas Newcomen inventó una máquina capaz de utilizar el vapor de agua para mover un pistón hacia adelante que fue utilizado para accionar tanto bombas de agua como otros tipos de sistemas, fue James Watt quien, en 1769, patentó la máquina de vapor como tal.
Gracias a su revolucionario invento, Watt logró introducirles mejoras sustanciales a las máquinas anteriores que utilizaban la fuerza del vapor de manera no muy útil ni sencilla.
A los 14 años descubrió su gran pasión por las matemáticas por lo que, cuatro años más tarde, comenzó a crear todo tipo de inventos matemáticos hasta que, gracias a ellos, logró su objetivo de ser admitido en la Universidad de Glasgow, mientras se ganaba la vida reparando máquinas con desperfectos.
Así, en uno de los tantos encargos, le llevaron una máquina de vapor de Newcomen. Y, al empezar a repararla, inmediatamente se dio cuenta de que la merma en su rendimiento se debía a la gran cantidad de vapor que desperdiciaba, por lo que se puso a trabajar en la manera de evitar el continuo calentamiento y enfriado del cilindro de pistones.
Después de muchos intentos, finalmente en 1765 logró fabricar un condensador separado que evitaría la constante pérdida de energía. Ese fue el primero y el más relevante de sus inventos.
Con un préstamo de su colega y gran amigo personal, el científico Joseph Black, y en sociedad con John Roebuck, en 1768 construyeron el primer modelo de prueba de lo que un año más tarde patentaría como el “Método para disminuir el consumo de vapor y de combustible en máquinas de calor”.
Watt continuó trabajando en Escocia como Inspector de Tierras, hasta que, tras la salida de Roebuck de la sociedad por motivos económicos, se asoció con el dueño de las Manufacturas Soho de Birmingham, Matthew Boulton, quien le proporcionó todos los recursos y el dinero necesario para que se estableciera en Birmingham, donde continuó perfeccionando su máquina de vapor.
A fines del siglo XVIII, Watt y Boulton ya habían construido e instalado más de 500 máquinas de vapor, lo que le permitió a Watt no solo convertirse en millonario ya que sus máquinas de vapor adquirieron fama en el mundo entero, sino, lo que más le importaba, el respeto y la admiración de todos sus colegas.
Además, junto con Boulton, crearon el término “caballos de fuerza”, mientras que la unidad de potencia del Sistema Internacional de Unidades, el watt (vatio, en castellano), fue llamada así en su su honor.
Si bien, ya jubilado, Watt continuó desarrollando nuevos inventos, ninguno estuvo a la altura de su legendaria máquina de vapor.
Watt falleció el 25 de agosto de 1819, a los 83 años, en su confortable y lujosa mansión de Handsworth, Reino Unido.
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