En sí misma, la lluvia no tiene olor pero muchas veces, justo antes de que empiece una tormenta, percibimos un aroma que podemos describir como terroso, almizclado y fresco, muy agradable para la mayoría.
El olor de la lluvia proviene de la humectación del suelo, fenómeno que ha sido estudiado desde mediados de la década de los sesenta; así, el petrichor es el resultado de una combinación de compuestos químicos fragantes. Específicamente, de acuerdo con un equipo de científicos del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), las responsables del olor de la lluvia son las actinobacterias, unos microorganismos que se encuentran tanto en áreas rurales como urbanas, además de entornos marinos. Su principal función es descomponer la materiaorgánica muerta o en descomposición para formar compuestos químicos más simples que posteriormente se convertirán en nutrientes para los suelos, favoreciendo el desarrollo de las plantas y otros organismos.

En este sentido, un subproducto resultante de su actividad es un compuesto orgánico denominado geosmina, que le da una cualidad característica al olor de la lluvia. La geosmina es un tipo de alcohol que tiene un fuerte aroma; de hecho, tiene un olor tan poderoso que es fácil de identificar por las personas, incluso a niveles extremadamente bajos.
Cuando la lluvia es intensa, el petrichor viaja a mayor velocidad en el viento, alertando a las personas, gracias a su aroma, de que pronto lloverá. Luego, el olor va desapareciendo a medida que deja de llover y los suelos empiezan a secarse, por lo que las actinobacterias vuelven a un estado de reposo hasta que se repita el proceso.
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