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EQUIPOS | 19-11-2019 17:47

Ataque: mochilas especiales para outdoor

Dentro del equipo para las actividades al aire libre, la mochila de ataque es un elemento emblemático. Historia y evolución para elegir el modelo de 30 a 45 litros que más conviene.
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Su nombre sugiere un origen militar, pero en realidad que se las llame “mochilas de ataque” viene de otro lado. Una cosa es muy cierta: las guerras fueron un impulso en la evolución, sobre todo desde el siglo XVIII, ya que un soldado debía llevar sobre su espalda todo lo imprescindible para sobrevivir en el frente durante un ataque a las tropas enemigas.

El origen de la mochila se remonta a la prehistoria de los seres humanos, cuando en sus desplazamientos como cazadores recolectores, tenían que caminar bastante porteando sus enseres. Desde aquellos primitivos sacos hechos con pieles de animales, la evolución de la mochila ha ido pareja a las necesidades del hombre para transportar más cosas. Las de armazón externo ya se usaban en la era de cobre (unos 4.000 años a.C). Por ejemplo, Ötzi, “el hombre de hielo”, cuya momia congelada se encontró en las montañas de los Alpes en 1991, llevaba una mochila con armazón de madera.
Y hablando de montañas, en ellas encontramos la pista sobre el origen del nombre, las mochilas de ataque eran las que llevaban los escaladores en los picos de Europa, como los Alpes o los Pirineos, para intentar la conquista de una cumbre, en una lucha contra la naturaleza salvaje. Un ataque a un enemigo formidable, un gigante de roca y hielo que contaba entre sus armas los efectos de la altura, el viento y el frío.

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Evolución y especialización

Hoy en día las mochilas de outdoors evolucionaron mucho y tienen poco que ver con aquellas de pesados cuerpos de lona y armazones de hierro. Su forma y estructura evolucionó para adaptarse mejor a la anatomía humana. Un hecho clave fue la aparición de las internal frame, o de estructura interna, que inventó el escalador Greg Lowe en 1967. En ellas los flejes que soportan la mochila (usualmente hechos de aluminio moldeado) siguen el contorno de la espalda. Cuando está bien regulada, abraza ajustadamente la espalda manteniendo muy equilibrado el centro de gravedad sobre la cadera del usuario. Este tipo de mochilas son hoy las más utilizadas.
Si tienen una capacidad de carga mediana de entre 30 y 45 litros, que engloba las mochilas tipo daypack (mochilas de día), se está usando como genérico el nombre mochila de ataque porque, como caminantes o ciclistas, también podemos tener desafíos que encarar en una lucha contra el sedentarismo. Pero bueno, es en definitiva una etiqueta que se utiliza como herramienta de marketing. Lo verdaderamente importante es considerar un factor en las mochilas actuales: la especialización. 

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Pongamos un ejemplo con dos mochilas, una para hacer un trekking de una jornada en las sierras cordobesas y otra para un ataque de cumbre en los Andes patagónicos. Son similares en tamaño, pero muy distintas en cuanto a sus exigencias. Si bien pueden tener algunos puntos de diseño y materiales en común, divergen en un gran número de detalles importantes. La forma es uno de ellos: las de trekking son anchas en su base y más reducidas en su parte superior, mientras que las de escalada son estrechas en la zona inferior y más anchas arriba. Otros detalles distintivos: las mochilas de trekking buenas tienen un sistema de ventilación en el espaldar, varios bolsillos exteriores y cierre relámpago en su acceso principal. Las de andinismo pueden tener un elemento para inmovilizar y transportar una cuerda de escalada, un portagrampones o un accesorio para fijar piquetas de escalada; se distinguen por su limpieza de líneas, para evitar que se enganchen con algo en la montaña. Prescinden de apertura con cierre a favor de los sistemas con cordón elástico y tanka, o los cierres con velcro, para reducir los riegos de rotura. En lugar de fundas cubremochila, en las de escalada se busca estanquedad con tecnología de termosellado.
En las de trekking se popularizaron los espaldares ventilados, muchos con varillajes y tejidos de mesh (trama de malla) montados con tensión, que los separa del cuerpo principal. Como los movimientos de la actividad no son extremos y el centro de gravedad corporal no varía demasiado, son prácticos y cómodos para caminar. Como para los escaladores es fundamental la estabilidad, los espaldares son termoformados, se ciñen firmemente a la anatomía, aunque sacrifican la mejor ventilación de la mochila.

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Federico Svec

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