La historia de la KGB es larga y complicada, y sus raíces se remontan a los días inciales de la Revolución Rusa y a la primera organización de policía secreta del régimen: la Checa. Formada en 1917 para afirmar la autoridad del nuevo gobierno comunista de Lenin, era una fuerza aterradora por encima de la ley y con la libertad para aplastar a todos los disidentes. Su jefe, Felix Dzerzhinsky, aseguró sin rodeos: “Representamos el terror organizado'', una declaración que se cumplió con creces durante el período denominado Terror Rojo, cuando miles y miles de rusos fueron detenidos y ejecutados en una campaña sistemática de tortura y asesinato.
La Checa fue solo la primera de varias organizaciones relacionadas que evolucionaron durante las décadas siguientes, culminando con la creación de la KGB en 1954, convirtiéndose casi en un gobierno en la sombra que haría lo que fuera necesario para mantener la seguridad de la Unión Soviética. Organizada como un ejército, con rangos militares, constaba de varios departamentos encargados de dirigir a espías en países extranjeros, vigilar a los ciudadanos soviéticos y erradicar posibles disidentes o rebeliones. Era temida el ciudadano común y también por los miembros más importantes de la clase dominante. De hecho, su entonces jefe Vladimir Semichastny jugó un papel clave en la conspiración para derrocar al líder soviético Nikita Khrushchev en 1964, marcando el final de una era con relativa libertad.
Enfermedad siquiátrica rusa
El jefe de la KGB más conocido por tomar medidas enérgicas contra los disidentes domésticos en los años posteriores a Khrushchev fue Yuri Andropov, un hombre de acero y también paranoico, al que le gustaba usar la psiquiatría como herramienta de control estatal. O sea que los disidentes recibían un diagnóstico de enfermedad mental por lo que eran encerrados en hospitales que estaban bajo la dirección de la KGB, sin derecho de apelación. Incluso hubo una enfermedad específicamente soviética, la “esquizofrenia lenta”, que se inventó con el propósito de encarcelar a los pacientes, con síntomas que incluían “delirios de reforma” y un pensamiento antisoviético general.
La KGB de Andropov fue igualmente activa en el escenario internacional, desempeñando un papel crucial en la eliminación de la Primavera de Praga de 1968, un movimiento reformista que floreció en Checoslovaquia bajo su líder Alexander Dubcek. Motivo de gran alarma para Moscú y el propio Andropov, por lo que la agencia inició la "Operación Progreso" que implicó la incorporación de agentes en toda Checoslovaquia para espiar y plantar pruebas de que los seguidores de Dubcek estaban aliados con los occidentales capitalistas, y así crear un pretexto para una invasión masiva, terminando con el régimen liberal checo.
Agentes dobles
Por supuesto que la KGB es sinónimo de espías y agentes dobles en el Reino Unido y los Estados Unidos durante la Guerra Fría, sin mencionar las trampas y asesinatos que se produjeron en todo ese tiempo. El más notorio fue el de Georgi Markov, un escritor búlgaro disidente aniquilado con el evento recordado como “El asesinato del paraguas” en la que recibió un envenenamiento por ricina a través de un pinchazo en un paraguas en el puente de Waterloo de Londres en 1978. Menos conocidos pero tan inusuales fueron los asesinatos de los nacionalistas ucranianos Lev Rebet y Stepan Bandera a fines de la década del '50, ejecutados con una pistola rociadora diseñada para expulsar gas cianhídrico.
Las trampas de miel eran una especialidad de la KGB, con agentes femeninas conocidas como “golondrinas” utilizadas para atraer a los hombres a posiciones inflexibles. Uno de los objetivos era Anthony Courtney, un diputado británico conocido por sus enérgicas condenas del estado soviético, cuyo romance con una agente de la KGB se filtró a la prensa y condujo a su caída política en la década del ‘60. Otro objetivo era Maurice Dejean, el embajador de Francia en Moscú, a quien se vinculó con una hermosa joven estrella de cine soviético. Luego, un agente de la KGB se hizo pasar por el marido celoso de la mujer, cuya rabia fingida obligó a Dejean a buscar la ayuda de otro funcionario soviético y quedar bajo el control de la KGB, que lo utilizó como un activo reacio.
Ultimo período
Traspasando tantas responsabilidades y niveles de intriga, la KGB fue temida y respetada hasta el final. En 1991, su jefe de línea dura, Vladimir Kryuchkov, ayudó a diseñar un intento de golpe de estado contra el líder reformista soviético Mikhail Gorbachev. El golpe falló y la Unión Soviética se disolvió ese mismo año. La KGB fue desmantelada y finalmente reemplazada por dos agencias: la FSB, que se encarga de la seguridad nacional y el contraterrorismo, y la SVR, que se encarga del espionaje internacional. Ambas tienen una reputación temible, lo que garantiza que el siniestro legado de la Checa y la KGB perdurará en el tiempo.
Muchos de los archivos clasificados que pertenecieron a la época de la Guerra Fría salieron a la luz recientemente y hoy componen la serie documental Guerra de espías con Damian Lewis (foto arriba), que History Channel estrenará el 16 de enero a las 22.45. Por medio de recreaciones y entrevistas a especialistas y agentes de inteligencia que protagonizaron los hechos reales, revelarán la trama detrás de las misiones más emocionantes de la historia de los últimos 40 años.
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