Cómo controlar el retroceso en la pistola

Uno de los temas a debatir cuando se habla de técnicas de tiro es el empuñe del arma. Si bien reviste gran importancia, aclaremos que –contrariamente a lo que se piensa– nada tiene que ver con la puntería o precisión de nuestros disparos.

Impactar exactamente adonde apuntamos tiene que ver con el control sobre el disparador y los aparatos de puntería. Vale fijarse, si no, en aquellos tiradores que por diversión o para demostrar su habilidad, empuñan su pistola con la parte superior hacia abajo e impactan correctamente en el blanco. ¿Y hay un grip peor que ese? Seguramente, no.

Entonces… ¿dónde radica la importancia de empuñar adecuadamente? En el control del retroceso, algo fundamental en disciplinas de tiro dinámicas o defensivo. Ese control nos permite repetir una secuencia de disparos con una rápida adquisición del blanco. Pero como toda técnica, la forma de empuñar se fue modificando a través del tiempo, en busca de mayor eficiencia. La clásica forma de empuñar con una mano y el brazo extendido quedó reservada a algunas disciplinas deportivas de precisión, ya que en las dinámicas, mientras se pueda… se usan ambas manos.

En un comienzo se utilizó la mano inhábil como apoyo, en lo que se denominó tiro embandejado, conocido en los países angloparlantes como cup of tea (taza de té), en la que lo único que se logra es brindar un apoyo a la mano hábil sin facilitar ningún control sobre el retroceso.

Posteriormente, en la década del ´60, tiradores como Jack Weaver –entre otros– comenzaron a empuñar a dos manos con la inhábil envolviendo la otra y con los pulgares entrelazados sobre el grip del arma. En el caso del revólver, dado que no existe una corredera que se desplace hacia atrás como sucede con una pistola, el pulgar de la mano de apoyo puede cruzarse por encima del pulgar de la mano de empuñe, lo cual si se realiza con un arma semiautomática –más aún las modernas con su línea baja– puede provocar que la corredera roce la mano provocando una lesión.

Nueva variante

Al poco tiempo y Jeff Cooper mediante, los pulgares comenzaron a colocarse uno sobre otro en el lateral de la pistola, en una técnica que perdura hasta nuestros días y es utilizada por muchos tiradores. Es común que algunos deportistas empleen este grip, pero utilizando el índice de la mano inhábil sobre el frente del arco guardamonte. Un método que en lo personal no me convence, pues si bien logra controlar en parte el relevamiento del arma, puede provocar desviaciones laterales por la descomposición de la fuerza ejercida.

El cambio más rotundo fue provocado a principios de los ‘80 cuando Brian Enos y Rob Leatham dieron paso al empuñe con los pulgares paralelos. La razón por la que los pulgares se disponen paralelos en prolongación hacia el frente por el lado de la mano inhábil, es permitir que esta pueda elevarse más en la empuñadura y que cuente con una mayor superficie de apoyo. Todo ello para disponer de un empuñe que permita disparar más rápido y mejor.

El tema de empuñar correctamente se complica cuando los disparos tienen que efectuarse luego de un desenfunde. En un tiro estático de pedana, uno toma el arma, acomoda sus manos, busca el empuñe correcto y después…. dispara. El empuñar siempre correctamente luego de un desenfunde, tal como sucede en varias disciplinas dinámicas, requiere de mucha práctica. Un método que ha dado buenos resultados es hacer el grip correctamente y –mediante el auxilio de otra persona–, solicitar a ésta que con un marcador trace una línea cruzando las manos. Luego, enfunde su arma y desenfunde como si estuviera a punto de disparar. Observe sus manos, si las líneas no coinciden…. empuñó mal. Una práctica de desenfunde constante tratando de que las líneas coincidan al empuñar rápidamente el arma, incorporará la necesaria memoria muscular para perfeccionar la técnica y obtener mejores resultados.

Nota completa en Revista Weekend del mes de Febrero, 2019 (edicion 557)