El oleoturismo es una de las nuevas actividades que concitan la atención de los viajeros. Toma las bases del enoturismo para atraer a los visitantes: esto incluye conocer los cultivos y sus variedades, ver la elaboración del aceite de oliva y terminar con una degustación de las variedades que elabora cada establecimiento, siempre bien acompañado por ricos bocados. Y es una visita que combina aprendizaje, algo de diversión y buena gastronomía. Son varios los polos turísticos que van ofreciendo esta modalidad, a veces como una ruta completa como la que se acaba de inaugurar en la provincia de Córdoba, y en otros casos los establecimientos productores que sumaron la actividad a su oferta, como ocurre en Mendoza o en Neuquén.
El Camino del Olivo
A lo largo de la provincia de Córdoba son varias las ciudades cuyas plantaciones de olivo se sumaron a esta ruta para viajar al corazón de las aceitunas de mesa y de los aceites de oliva más finos. La provincia posee las condiciones geográficas y climáticas ideales para el cultivo de los olivares. Entre las variedades más destacadas se encuentran la Arauco, conocida por su tamaño grande y sabor suave; la Arbequina, con perfil afrutado, y la Nevadillo, reconocida por sus notas de hierbas y un toque amargo. También se encuentran la Picual, que aporta un aceite intenso y afrutado, mientras que la Frantoio y la Manzanilla añaden una dimensión internacional a la oferta local.
Cruz del Eje puede ser el punto de partida, con tres establecimientos: Verde Cosecha, Aceitunas Alvarez y Fincas de Cruz del Eje. El viaje continúa por Traslasierra, en Villa Las Rosas, con Olium; Las Tapias, con Le Sommelier; Luyaba con Chacras de Luyaba, Olivate, Sierra Pura y Abrea de los Olivos; y La Paz con Olivida.
En cada una de estas fábricas, sus propios dueños o guías especializados explican detalladamente cómo se elabora el aceite, así como sus propiedades y características. Además, la región ofrece una variedad de actividades complementarias, como talleres de cocina, mercados de productos y rutas de senderismo que enriquecen la propuesta, convirtiendo al Camino del Olivo en una experiencia turística inolvidable.
Olivicola Laur en Mendoza
Este establecimiento comparte dueños con Bodega Los Toneles, y los restaurantes Abrasado y La Casona. Se trata de un aceite de oliva ganador de premios internacionales. Con una instalación añosa que luego fue modernizada por los propietarios actuales, aquí se puede aprender del proceso de elaboración también del aceto, que mantiene algunos rituales tradicionales y otros más actuales (lo que se refleja en el precio de los productos). La visita guiada culmina de manera nostálgica en un pequeño museo de objetos cotidianos que ya no se usan: desde sifones de vidrio a máquinas de escribir. Tampoco falta la degustación de los productos en una completa picada.
Fundada en 1889, Laur fue pionera en la implantación de olivares en la provincia de Mendoza como así también en la elaboración de aceite. En 2021 fue nombrada por el Evoo World Ranking como la olivícola número 1 del mundo. El visitante podrá conocer la finca de olivares centenarios, el proceso de elaboración y el shop para degustar y adquirir los productos.
Praderas Neuquinas en Neuquén
Un establecimiento joven y moderno ubicado en la neuquina ciudad de Centenario en 2009, arrancó con un proyecto familiar y hoy elabora un aceite de oliva de primera calidad. Además se ofrecen visitas para divulgar las características de su materia prima y el proceso de su elaboración. Allí el visitante conoce la cultura del olivo ligado al paisaje. Se aprende sobre los tipos de la aave (la previa de las aceitunas), su recolección y la elaboración en un tour que se complementa con una cata profesional de seis variedades acompañada por una tabla de quesos y bebidas. Realmente es una experiencia que combina lo lúdico con la incorporación de una gran dosis de nuevos conocimientos. Y está a sólo 15 minutos de la capital provincial y a 1.000 m de la Ruta Provincial 7.
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