Thursday 18 de April de 2024
TURISMO | 28-11-2018 13:16

Nueva Caledonia: para descubrir

Todavía colonia francesa, estas islas del Pacífico en Oceanía se mantienen como un destino idílico, lejano y solitario.

Al final del día, la Luna se convierte en un croissant.
En el cielo nocturno sobre el Pacífico, efectivamente tiene el
aspecto de esta pieza de repostería en forma de cuernito. Pero casi
ningún lugar en el planeta está más lejos de una panadería parisina
que este archipiélago de Oceanía, Nueva Caledonia: en línea recta son
18.000 kilómetros. 

Sin embargo, el archipiélago de 280.000 habitantes pertenece desde
hace 165 años a Francia, una situación que tampoco ahora va a
cambiar. En un referéndum celebrado a principios de noviembre, el 57 %
de la población votó en contra de la independencia. Entre
los habitantes aborígenes de las islas, los canacos, la decepción es
enorme. Ellos ya habían inventado un nuevo nombre para Nueva
Caledonia: Kanaky, que significa “país de hombres”.

Por tanto, el territorio francés de ultramar seguirá llamándose
Nouvelle-Calédonie o Nueva Caledonia, nombre que en realidad
significa Nueva Escocia. Y es que el explorador James Cook, al
descubrir las islas en 1774, vio una gran similitud con el norte de
su patria británica. En 1853, el emperador Napoleón III ordenó la
conquista de las islas y las convirtió en una colonia penitenciaria.

Nueva Caledonia es uno de los pocos destinos idílicos que se han
salvado de la invasión de turistas. En 2017, sólo 100.000 turistas
visitaron las islas. Fuera de la capital, Numea, hay muy pocos
hoteles grandes, por lo que puede ocurrir que el visitante que se
dirige por la mañana a una de las bahías tenga toda una playa para él
solo. En otras zonas del archipiélago, como las sabanas, la selva
tropical o la costa escarpada, el paisaje es aún más solitario.

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La escasa presencia de turistas tiene sus motivos. Para los franceses
y otros europeos, Nueva Caledonia está demasiado lejos. Y para los
australianos, que son los vecinos más próximos, aunque la distancia
entre los dos países es de unos 2.000 kilómetros, el idioma es un
obstáculo. Además, Nueva Caledonia, donde todavía se paga con
francos, no es nada barata.

En las colinas de la capital, Numea, situada en la isla más grande,
Grande Terre, se encuentran las mansiones de los ricos. Allí, en una de sus
pendientes, está el centro cultural de Nueva Caledonia, el Centre
Tjibaou. Un edificio rodeado de espacios verdes que fue diseñado por
el arquitecto estrella italiano Renzo Piano. Para mucha gente, el
Centre es el edificio más bonito en todo el Pacífico Sur.

Junto al centro cultural hay un pequeño aeropuerto desde donde salen
aviones de hélice rumbo a las islas más pequeñas, donde la cultura de
los canacos está áun más viva, con playas largas y
agua de un azul espectacular. En 2008, los arrecifes de Nueva
Caledonia fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Con una superficie de 1,3 millones de kilómetros cuadrados, el Parc
Naturel de la Mer de Corail es una de las zonas marinas protegidas
más grandes del mundo.

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Ouvéa es quizás la isla más bonita. Sólo tiene una extensión de 35
kilómetros y en algunos puntos una anchura que no llega a los 40 metros.
La isla parece ser una sola playa de arena interminable y casi
virgen. Sólo en Pont de Mouli, un puente en el camino a una laguna,
vemos a un par de turistas bañándose en el mar. 

Desde el puente se pueden observar rayas y tortugas nadando en el agua y
también ver los contornos de tiburones de aleta blanca y bebé. Según un conteo oficial,
aquí hay 48 especies diferentes de tiburón que, al parecer, son todos inofensivos para el ser humano.

En Ouvéa viven 4.300 personas. Casi todos son canacos, a quienes no
les gusta mucho compartir su isla con turistas. Koma Waikataes es una
de los pocos canacos que viven del turismo. La mujer, de 66 años,
regentea un restaurante que ofrece cocina isleña. Hay pescado asado
y ambién bounga, una especialidad local hecha con pollo, batata y
plátanos.

En Ouvéa sólo hay dos hoteles. Normalmente, los turistas extranjeros
se alojan en cabañas redondas de paja que pertenecen a particulares.
Esos alojamientos se llaman “Accueil en Tribu” (Acogida por la
tribu). Efectivamente, aquí la vida aún está organizada de forma
tribal. El huésped que esté bien informado debe llevar consigo como
donación un “manou”, un pedazo de tela en el que está envuelto un
billete de pequeña denominación.

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Información básica:

Cómo llegar: desde sus bases en Europa vuelan a Numea Air France,
KLM, British Airways y Japan Airlines. El viaje dura más de un
día.
 
Hoteles: en Numea existen varios hoteles de diferentes categorías. En
Ouvéa sólo hay dos hoteles: el Paradis, de cuatro estrellas, cuyos
precios arrancan a partir de los 194 dólares por noche, y el Beaupré, desde 160 dólares.
Los alojamientos en las cabañas redondas de paja son más baratos y
cuestan unos 57 dólares.
 
Informaciones: Office du Tourisme de Nouvelle-Calédonie, +687 28 7580,
[email protected]

 

DPA

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