En los campos aledaños a la Ribera del Guadiana se encuentra la Bodega Palacio Quemado, más precisamente en Alange, muy cerca de Mérida. Como referente de la viticultura extremeña es el fruto de la unión de dos familias con profundas raíces en el mundo del vino: los Losada y los Alvear. Esta asociación no sólo celebra una tradición que se remonta al siglo XVIII, sino que también subraya una conexión histórica y familiar con la Argentina, a través de la figura de Diego de Alvear y Ponce de León, padre de Carlos María de Alvear, fundador de la rama argentina de la familia y quien fuera Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Hay una estrecha relación entre la bodega Alvear de España (ubicada en Andalucía) y la de Mendoza, Argentina: Se basa en un vínculo histórico y de colaboración en la producción de vinos. Ambas comparten el nombre Alvear, aunque la bodega española es mucho más antigua (300 años) y se especializa en vinos generosos, mientras que la de Mendoza se enfoca en vinos tintos de alta calidad, como Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot. A pesar de la diferencia en la producción, existe una colaboración y un intercambio de conocimientos entre ambas, que son de carácter familiar, con la propiedad transmitiéndose de generación en generación, lo que ha permitido mantener la tradición y la experiencia vitivinícolas.

La finca Palacio Quemado, adquirida por Bernardo Losada Pastor en el siglo XVIII, ha sido cultivada y cuidada por los Losada Serra a lo largo de generaciones. Fue en el año 2000 cuando Manuel Losada Lazo y María Fernanda Serra emprendieron un proyecto de viticultura en conjunto con los Alvear, otra estirpe española de gran tradición en la elaboración de vinos. Ambas familias compartían un sueño: producir tintos de alta calidad en una región con gran potencial, aún sin explorar a fondo. Así, Extremadura se convirtió en el lugar ideal para desarrollar vinos con el carácter propio de su terruño.

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El lanzamiento de esa primera cosecha marcó un hito dentro de la empresa. En 2015 la bodega se unió a la prestigiosa Asociación Grandes Pagos de España, un compromiso que refleja su dedicación a producir vinos que expresen la autenticidad del suelo y el clima de cada parcela.
El viñedo: tradición y desafíos del Clima
Palacio Quemado cuenta con 97 ha de viñedos, mayormente en espaldera, para permitir la mecanización de la vendimia. La recolección de la uva se realiza a máquina en apenas cinco días, un contraste con los más de 20 que tomaba hacerlo a mano en los inicios. Sin embargo, el cambio climático ha adelantado la vendimia en un mes en las últimas dos décadas, situándola ahora a principios de agosto, y ha alargado los veranos, que se extienden de abril a octubre, con noches tropicales que complican la maduración. Este establecimiento produce unos 300 l, lo que equivale a 400.000 botellas aproximadamente.

"El ser humano ha habitado estas tierras desde tiempos inmemoriales", comenta el personal de la bodega, destacando la coexistencia de la tradición con los desafíos actuales. La escasez de agua es una preocupación constante, con un sistema de riego limitado a momentos clave, como el envero (cuando la uva empieza a coger color) y después de la vendimia, para ayudar a controlar la maduración. La bodega experimenta con "unas ocho o nueve variedades nuevas, incluyendo dos blancas, para encontrar las que mejor se adapten a las nuevas condiciones climáticas".
Aquí el proceso de vinificación es meticuloso; 15 o 20 días antes de la vendimia, se toman muestras de las uvas para analizar y catar, definiendo qué parcela se destinará a cada tipo de vino: Crianza, Selección o las variedades portuguesas que enriquecen su oferta. La fermentación se realiza en depósitos de hormigón y acero inoxidable, con control de temperatura para ajustar la velocidad del proceso, lo que contribuye a la diversidad de los vinos. El envejecimiento se lleva a cabo en dos tipos de barricas de roble: las de 225 l de roble americano para los vinos clásicos (Crianza, Reserva, Tinto y Tinto Roble) y las de 500 l de roble francés para los vinos especiales (Zarcita, Ziclata y Raya). Estas últimas, al tener una menor relación madera-vino, protegen los aromas primarios y las notas minerales. El corcho natural, abundante en la zona, permite una micro-oxigenación que favorece la evolución del vino en botella.

El Crianza representa el 80 % de la producción de la bodega y es el más consumido, mientras que los especiales, como La Raya o La Zarcita, de los que se producen unas 6.000 botellas, son considerados "vinos de la tierra" y reciben un cuidado excepcional.
Experiencia para el visitante
La Bodega ofrece visitas para conocer el proceso de vinificación, catar sus vinos y disfrutar del paisaje ribereño. Para fomentar el turismo local, han implementado el "ticket regalo", una iniciativa que permite a los extremeños usar esas visitas como un regalo. "En los últimos años ya hay más movimiento de los extremeños en visitarnos", celebran . Los visitantes pueden elegir entre catas a la luz del día o experiencias en la sala de crianza subterránea, donde el enólogo transmite el "aroma de la zona" a los vinos, invitando a los catadores a cerrar los ojos e imaginar el paisaje, el terreno y el clima donde nace cada copa. Se hacen los fines de semana con reserva previa.

Palacio Quemado es un reflejo del esfuerzo de generaciones y el orgullo por una tierra con condiciones privilegiadas. Es un destino que honra la historia, apuesta por la innovación y ofrece una experiencia que va más allá del vino, mostrando la riqueza de Extremadura, un diamante sin explotar para el turismo.





























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