Probablemente Extremadura sea la zona menos conocida de España para los argentinos. Llena de historia, con un parque nacional pleno de fauna, cuna del jamón ibérico de bellota y dueña de una gastronomía típica que aprovecha los productos de la zona, es una de las mejores opciones para descubrir en la Madre Patria.


Producto de la unión de varias provincias, entre sus ciudades principales se destacan Plasencia, Trujillo, Cáceres, Zafra y Mérida, entre otras. Castillos y palacios medievales se pueden ver caminando por sus callecitas intrincadas que suben y bajan, algunos de estos destinos están coronados con ruinas romanas que se pueden visitar porque todavía se mantienen en pie.Hubo presencia de árabes y judíos también, como en la vecina Andalucía.

Plasencia, por ejemplo, fue fundada en el siglo XII, algo que se nota en sus edificaciones pues en parte es una ciudad amurallada. Se encuentra cercana a los valles de los ríos Jerte y Ambroz, que son cruzados por puentes peatonales muy antiguos y tiene otra parte extramuros, moderna y cómoda. Entre los atractivos para visitar se encuentran la catedral Vieja y Nueva con edificios unidos, más otras iglesias y los conventos, como es característico en las ciudades antiguas.Además en esta zona abundan pájaros como los cernícalos primilla y el Cachón de Plasencia, un ave rapaz diurna que anida en huecos y tejados.

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También palacios, la propia muralla y una judería que conforman un bello conjunto con los nombres de las familias que allí vivieron. De hecho, el elegante hotel Palacio Carvajal Girón está instalado sobre una de ellas. También hay un Parador de la red española (hoteles de categoría instalados en conventos y palacios), dentro del Convento de San Vicente Ferrer que se puede visitar aunque no se alojen allí para descubrir todos los tesoros que alberga. Es realmente precioso y con muchos rincones que trasladan a otra época de la humanidad.

Con acceso gratuito se puede visitar el Centro Cultural Las Claras, que se encuentran en un antiguo convento reconvertido (cerró por carecer de monjas que lo habitaran), en cuya capilla se encuentra la oficina de turismo entre escudos heráldicos y un fresco en honor a San Juan Bautista. Tiene una sala principal donde se hacen los actos públicos municipales y dos más donde se desarrollan exposiciones o conferencias, una de ellas que mantiene las vigas policromadas del convento que datan del siglo XVII. También está el Museo Etnografico y Textil Pérez Enciso, instalado dentro del Complejo Cultural Santa María, y que exhibe una amplia colección de textiles, enseres y herramientas tradicionales de toda la provincia de Cáceres: como las camas que se ponían a la entrada de las casas para mostrar la riqueza de sus moradores hasta cerámicas, elementos de labor de los campos y las casas.
Puntualmente, el Carvajal Girón está un edificio histórico de piedra, muy bien adaptado a las comodidades de un hotel, cuyas 28 habitaciones son amplias y con toques antiguos en la decoración. Están dispuestas alrededor de un patio central cubierto por telas y tiene una escalinata también de piedra grande que demuestra la dignidad con que fue erigido a finales del siglo XVI y se encuentra dentro del casco antiguo, en el corazón del barrio judío y muy próximo a la catedral. Fue restaurado en 2012 y declarado Bien de Interés Cultural.

Su restaurante es un pequeño oasis de tranquilidad en el que personal muy amable brinda las opciones del menú. Allí probamos como entrada un gazpacho de cerezas (una de las frutas que más hay en la zona) realmente inolvidable.
Almuerzo de pasos a la Michelin
La nueva gastronomía extremeña se pone de relieve en la Estación de Autobuses de Plasencia, donde se instaló Parada de la Reina – Martina Bistró, reconocido por la Guía Michelin, que ofrece un menú de pasos (o a la carta) que se destaca por los productos de la zona en platos deliciosos. Puerros, un plato de Boletus Eduli (hongos) guisados con huevo a 64º y espuma de patata asada al romero, presentados como el nido de un huevo frito, y hasta una crema helada de violeta con brownie de chocolate y té matcha (foto abajo) conformaron el exquisito menú.

Además hay que aprovechar a probar la Torta del Casar: un queso cremoso y untuoso, elaborado con leche de oveja y cuajo vegetal, que se caracteriza por su textura suave y sabor intenso, ligeramente amargo y poco salado. Su nombre proviene de la reminiscencia visual a una "torta" de pan, debido a su forma achatada y consistencia blanda. Se produce en la zona de Llanos de Cáceres, Sierra de Fuentes y Montánchez, en Extremadura, utilizando leche de oveja merina y entrefina. Hay que destacar que cuenta con Denominación de Origen Protegida (DOP) desde 1999, lo que asegura su calidad y origen. Se consigue en todas las tiendas de alimentos de Plasencia. Una delicia.




























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