Londres- En una elevación que domina Londres se encuentra un
paraje natural que aún no ha sido devorado por esta metrópolis de más
de ocho millones de habitantes. En el parque Hampstead Heath uno
puede sentarse en la hierba que llega hasta la rodilla, disfrutar de
una vista panorámica fantástica y, según aseguran algunos,
encontrarse incluso con fantasmas.
Hampstead reúne lo mejor de dos mundos: a sólo cuatro estaciones del
metro está Piccadilly Circus y aún así uno se siente como en el
campo. Esto se debe al carácter rural del pueblo, a sus casas
románticas, los callejones con muchos rincones y, por supuesto, al
Heath, un área de bosques y praderas situada en una elevación con
vistas a la capital británica.
El punto más alto se llama Parliament Hill. Abajo se extiende todo el
centro de Londres, desde el Big Ben en el oeste hasta los rascacielos
de Canary Wharf en el este. Da la impresión de que Londres está al
alcance de la mano y, al mismo tiempo, parece ser un espejismo. El
Heath tiene el aspecto de un lugar salvaje y, gracias a una
casualidad, ha sobrevivido en medio de la metrópolis.
Durante el primer fin de semana con buen tiempo en primavera, medio
Londres se dirige al Heath para respirar profundamente después del
largo invierno. Friedrich Engels, quien junto con su amigo Karl Marx
caminaba durante décadas varias veces a la semana por el Heath,
escribió entusiasmado que durante esos paseos los dos respiraban “más
ozono que toda la ciudad de Hannover”.
La gran atracción en verano son las tres piscinas naturales, que
originalmente fueron creadas como depósitos de agua potable. Hay un
estanque para hombres -un conocido punto de encuentro para gays- otro
para mujeres y uno mixto. El agua está fría y a veces uno se
choca con nenúfares.
Los sábados por la tarde se ofrecen conciertos de verano delante de
la finca Kenwood House, conocida por la película Notting Hill. Quien haya comprado una entrada, puede acomodarse en una tumbona. Quien no, se sienta en una manta para picnic. Y si llueve, uno puede entrar gratis en Kenwood House, que
alberga una colección exquisita de pinturas de Rembrandt, Frans Hals
y Johannes Vermeer.
En otoño, los londinenses elevan al cielo sus cometas en Parliament
Hill. Abajo, los tejados del barrio de Highgate, situado enfrente,
brillan a la suave luz del sol de la tarde. Hacia el sur, la vista
llega a la ciudad infinita con su creciente número de rascacielos.
Hay ingleses que por principio no pasan por el Heath durante el
crepúsculo, no por el peligro de ser víctimas de asaltos sino por la
supuesta presencia de fantasmas.
Efectivamente, es uno de los lugares favoritos de la
diligente sociedad de cazafantasmas londinenses. Entre las almas sin
sosiego hay un caballo, una mujer blanca y el jefe de una banda de
ladrones que se llama Black Dick.
Los únicos muertos cuya presencia es palpable son aquellos cuyos
nombres están grabados en los bancos del parque. En Hampstead Heath
hay muchísimos bancos. La mayoría de ellos recuerdan a amigos finados
de este bonito pedacito de la Tierra: “In loving memory of...”.
Información básica:
Cómo llegar: en avión a Londres y desde allí en metro a la estación
Hamstead (Northern Line) o la estación Swiss Cottage (Jubilee Line).
dpa
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