¿Vas a estar por primera vez en Moscú gracias al Mundial? Entonces el reconocimiento
de la capital rusa debe comenzar en la Plaza Roja. El corazón de
la ciudad es tan grande como diez campos de fútbol. Al parecer, el nombre
no tiene nada que ver con los muros del Kremlin o el pasado
comunista. En ruso, Krasnaya Ploshchad significa tanto Plaza Roja
como Plaza Bonita.
Desde hace siglos, el Kremlin es el centro del poder en Rusia. Sobre
su muralla se alza la Torre Spassky con el reloj que indica la hora
en el país más grande del mundo. Desde afuera también se puede ver el
palacio del Senado con la cúpula plana y la bandera blanca-azul-roja
de Rusia. Allí gobierna su país el presidente Vladimir Putin.
En la Plaza Roja, los turistas hacen cola para ver en el mausoleo el
cadáver del líder revolucionario soviético Lenin, fallecido en 1924.
Desde hace poco, a la Plaza Roja se sumó el parque futurista
Zariadie y sobre el río Moscova hay un bonito mirador. Esta es la
imagen que Moscú ofrece a quienes acudan en junio y julio al Mundial
de fútbol: vieja y moderna, extravagante y discreta, bonita y fea,
aspectos que se unen para crear una metrópoli llena de contrastes
pero viviente. Con motivo de la fiesta deportiva la capital, que
pronto cumplirá 871 años, se ha engalanado. Muchos edificios, calles
y áreas situadas junto al río han sido saneados.
La gigantesca ciudad con sus 12,5 millones de habitantes ha ganado en
calidad de vida y urbanidad en los últimos años. Y ningún turista
tiene que perderse por no saber ruso: en muchos lugares hay
indicadores de camino con el inglés como segunda lengua.
Aunque Moscú es una ciudad grande, las atracciones turísticas están
todas concentradas en el centro. Muchos lugares de interés se
encuentran a poca distancia andando desde el Kremlin, tales como la
calle comercial Tverskaya, el Teatro Bolshoi y la plaza Pushkin. Otro
paseo podría comenzar en el puente de los Patriarcos. Desde la
catedral de Cristo Salvador, el puente peatonal cruza el Moscova.
La enorme iglesia blanca es una réplica, resultado de una historia
movida. En 1931, el dictador soviético Josef Stalin mandó dinamitar
la iglesia original. En su lugar quería edificar una torre
gigantesca, el Palacio de los Soviets. Sin embargo, la construcción
no llegó más allá de los cimientos. Después de la Segunda Guerra
Mundial, la zanja se convirtió en una piscina al aire libre en el
centro de Moscú que está abierta durante todo el año. Sin embargo,
cuando Rusia se acordó de sus raíces ortodoxas después de la
desaparición de la Unión Soviética, la catedral de Cristo Salvador se
reconstruyó entre 1995 y 2000.
El colosal edificio de hormigón de la nueva galería Tretiakov no es
ninguna belleza. La parte antigua del museo está escondida en el
barrio de Samoskvorechie (al otro lado del Moscova) y muestra los
íconos más bonitos.
En la parte nueva del museo se exhibe el arte soviético del siglo XX.
Un aficionado al fútbol debería visitar esta exposición para ver lo
que probablemente sea el cuadro más impresionante de un portero en
todo el mundo. La pintura, de Alexander Deineka (1899-1969), muestra
al arquero, de tamaño más que natural, lanzándose al aire
horizontalmente.
Un par de pasos más adelante comienza el parque Gorki. Desde hace
algunos años es uno de los lugares de moda en Moscú, con un
mobiliario urbano de buen gusto, bonitos cafés, restaurantes, el
elegante Museo Garage para arte moderno y áreas donde pueden
desahogarse los skaters y ciclistas.
Algo divertido para hacer es alquilar aquí una bicicleta o una
patineta y explorar la orilla verde y boscosa del Moscova y volver
atravesando el parque deportivo Lushniki con su gran estadio. Durante
el Mundial de fútbol se disputarán en ese estadio, entre la
inauguración y la final, siete partidos. Dependiendo de los puentes
que uno elija, la vuelta en bicicleta tiene un recorrido de hasta 16
kilómetros, un buen trayecto para practicar deporte en el centro de
Moscú. Gran parte del trayecto está cerrado al tráfico.
La ciudad es tan grande que a uno le gustaría verla desde arriba. La
vista panorámica más bonita la ofrece el mirador en la Colina de los
Gorriones, frente a la universidad. Abajo se puede ver el estadio
Lushniki y, en el horizonte, resplandecen las cúpulas de las iglesias
del Kremlin. Durante el Mundial se instalará en esta colina la zona
para la hinchada, comunicada con el estadio mediante un nuevo
teleférico. Quien quiera subir aún más debería visitar la torre de
telecomunicaciones Ostankino o el nuevo barrio de rascacielos
Moskwa-City que, de cualquier manera, merece la pena visitar.
En el otro extremo, el metro de Moscú es uno de los más profundos de
Europa y en sí mismo una de las atracciones turísticas de la ciudad.
Transporta diariamente a nueve millones de personas. La gris Unión
Soviética construyó bajo tierra palacios para el pueblo. Cada
estación es diferente.
Un lugar más tranquilo es el barrio de Kitai-Gorod, al este de la Plaza Roja.
Hasta el momento, las calles silenciosas y en pendiente se
han librado de la gentrificación de Moscú. Así era la ciudad en el
pasado, con patios acogedores y muchas pequeñas iglesias. Para matar
el hambre y la sed conviene visitar los restaurantes en las cercanas
calles de Prokovka y Marosseika. Los alrededores de la estación de
metro Chistiye Prudy son un punto de encuentro de la vida nocturna.
Por la noche, Moscú ofrece para todos los gustos teatros, conciertos,
discotecas y clubes. Cuando oscurece la ciudad tiene una cara muy
diferente. Los lugares feos desaparecen y luces multicolores revelan
nuevos aspectos en muchos edificios. Así la capital rusa se convierte en una belleza nocturna.
Información básica:
Alojamiento: Moscú tiene una amplia oferta de alojamientos, desde
hostels hasta hoteles de lujo. Sin embargo, durante el Mundial de
fútbol, del 14 de junio al 15 de julio, las reservas se agotarán
rápidamente y los precios serán más elevados.
Moneda: es el rublo. Un euro equivale a unos 75, un dólar a unos 63 rublos. Con una tarjeta bancaria se puede sacar sin problema dinero en los cajeros automáticos.
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