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TURISMO | 11-10-2017 13:12

Hacia el Oeste siguiendo la pista de los nativos

Descubrimos cómo viven los habitantes casi originarios de Tuba City y Monument Valley, en los Estados Unidos. Galería de imágenes.
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Los primeros rayos de sol transforman las grandes sombras en rocas de arenisca roja que se alzan hacia el cielo como agujas. El día levanta en el Monument Valley Navajo Tribal Park, que se extiende desde Arizona hasta Utah. Algunos turistas ya están despiertos y disfrutan del espectáculo matutino en uno de los paisajes más famosos de Estados Unidos.

Harry Nez lleva un sombrero de cowboy y mira hacia el sol naciente:

”Disfruto de esta maravilla casi cada mañana”. Y añade: “Todo esto

pertenece a mi pueblo”. Nez no solo se refiere a Monument Valley,

sino a toda la reserva de la Nación Navajo.

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Los carteles en los márgenes de la carretera informan a los turistas

de que se encuentran en una reserva. Entre California y Florida hay

más de 300 reservas de este tipo, que por supuesto no están valladas.

Todos los nativos americanos, descendientes de los indígenas, tienen

pasaporte estadounidense, hablan inglés y pueden vivir donde quieran.

No todos los cerca de 350.000 navajos, los denominados “diné”, viven

en una reserva, ni mucho menos.

Harry Nez pide 90 dólares por la excursión de más de tres horas en

todoterreno por caminos en parte recónditos. No es demasiado barato,

pero se trata de una experiencia única.

A dos kilómetros de distancia, una mujer navajo recibe a los

invitados en un denominado “hogan”, una construcción en forma de

cúpula sin ventanas, con paredes de troncos y barro, suelo de arena y

con la puerta está orientada hacia la salida del sol. Es la casa

tradicional de los navajos, pero ahora solo unos pocos viven así.

Eula, con cerca de 30 años, está sentada entre cuadros, fotografías,

tapices, puntas de flecha y joyas; todo a la venta. “El turismo nos

ayuda. Algunos visitantes se muestran comprensivos, saben lo que se

les hizo a nuestros antepasados”, dice la joven.

Monument Valley es un lugar de paso obligado cuando se hace un viaje

por el Oeste de Estados Unidos. A 650 kilómetros de aquí está Las

Vegas, la ciudad de las luces de Nevada en la que comenzó el viaje.

Eso fue hace 13 días y en el programa está incluida la visita a seis

pueblos nativos.

Quien salga desde Las Vegas empezará a disfrutar del viaje enseguida:

la carretera serpentea junto al río Colorado, pasa por el Cañón Negro

y cruza la presa Hoover, mientras el sol arranca destellos del gran

embalse más abajo. El viaje continúa por Arizona, a través de la

estepa, hasta llegar a la legendaria Ruta 66.

Peach Springs es la capital de la pequeña tribu de los Hualapai. Sus

apenas 2.000 miembros viven entre llanuras de hierba, bosques y el

Gran Cañón.

”No pagamos alquiler por nuestra tierra”, dice Lyndee Hornell, que

trabaja en el departamento de cultura de la tribu.

Delante del Mercado Walapai unos jóvenes beben cola y café. En la

mayoría de las reservas no se vende alcohol, así que es más al este,

en la ciudad de Flagstaff, donde también los nativos llenan sus

maleteros de cerveza y whiskey, que más tarde beberán en sus casas.

En muchos lugares, el desempleo y el abuso de las drogas y el alcohol

están extendidos.

Arizona tiene muchos eriales, carreteras nacionales desiertas, pastos

y granjas, y las construcciones en el campo son modestas. Sin

embargo, entre Flagstaff y la comunidad navajo se encuentra Tuba

City, que destaca arquitectónicamente por Wupatki y otras ruinas.

Los anazasi y los sinagua construyeron aquí en los siglos XII y XIII

con bloques de arenisca casas de incluso varios pisos y santuarios.

Hoy aún destacan algunos muros y altas fachadas en este sobrio

paisaje como recuerdo de la arquitectura de estos pueblos ya

desaparecidos.

En la siguiente parada esperan los diné y Harry Nez. Después, la ruta

continúa por carreteras poco transitadas en dirección al este, hacia

el territorio de los hopis.

Las tres mesetas hacen destacar a la pequeña reserva, que está

rodeada por territorio navajo. Aún hay algunas casas construidas con

el estilo tradicional del pueblo. “Somos un pequeño pueblo de grandes

artistas”, dice Marilyn Fredericks a su hermana Evelyn en la Galería

de Bellas Artes Hopi.

Gallup, en Nuevo Mexico, lleva ya bastante tiempo promocionándose con

éxito como destino turístico. Los visitantes disfrutan del pequeño

casco antiguo y de los murales indígenas, así como de los numerosos

restaurantes, hoteles y tiendas de los nativos, además, del casino.

Y a menos de dos horas, la pequeña tribu de los acoma ofrece un

programa de contrastes: un casino y a unos pocos kilómetros, un

pueblo tradicional al que solo se puede acceder con guía.

Por otro lado, está la pequeña reserva de los zuni, un pueblo de

artesanos a una hora en coche al sur de Gallup. En el Pueblo zuni

grandes pinturas con colores vivos en las paredes y los muros

muestran dioses, héroes, animales y ritos.

Después, por la autopista 15 se regresa de nuevo a Las Vegas, la

ciudad en la que esperan de nuevo los entretenimientos que se

encuentran en todas las guías de viaje.

Información básica: Nación Navajo

Llegada: El punto de salida y de llegada del viaje por el Oeste de

Estados Unidos es Las Vegas, en Nevada.

Mejor época de viaje: Es recomendable hacerlo entre primavera y

otoño. En invierno las carreteras pueden estar cubiertas de nieve y

hielo.

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Andy Meek

Andy Meek

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