Nada parece escapar a la modernidad. Incluso a estos pueblos se llega en auto o colectivo tras el avión. Hay señal de celular y su ubicación se envía en tiempo real. Pero acaso como un buen modo de conservación, los recorridos internos son a pie. Un singular modo de preservación que inauguró La Cumbrecita (Córdoba), un “modelo a seguir” que se debate entre el regreso al pasado y un abordaje a un mejor futuro, con el foco en los sonidos del viento, la palabra de un baqueano, los sabores de la naturaleza y claro, el valioso silencio.
1 - La Cumbrecita - Córdoba
De reciente festejo por su 85 aniversario, La Cumbrecita (www.lacumbrecita.gov.ar) destaca su esencia europea y envidiables cervezas artesanales, embutidos, y budines suizo-alemanes en bolichitos de madera adornados con flores. Es pionera también en el cuidado del medioambiente, y así lo demuestra su río cristalino, emprendimientos como Peñón del Águila (www.penondelaguila.com.ar) y, sobre todo, una premisa: se la conoce de a pie. La joya del valle de Calamuchita es el único destino 100 % peatonal del país. “Un ejemplo para el mundo en cuidado ambiental, que sigue progresando con una planta de gas natural que brinda energía limpia y representa un ahorro para las familias. Por eso nos enorgullece que otros pueblos como Purmamarca y San Pedro de Atacama (Chile) quieran replicar el ejemplo”, aseguró el gobernador cordobés Juan Schiaretti. Habla de la conexión eléctrica renovable, las aguas tratadas, el reciclaje y la constante reforestación, desafíos planteados por la ONU para el 2050. Pero sobre todo de una conciencia muy arraigada en sus pobladores y que se palpa, mate en mano, pateando sus callecitas.
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2 - Purmamarca - Jujuy
Notablemente cambiada en los últimos años, Purmamarca ha perdido algo de su virginidad pero no resigna encanto, y ahora dispone de calles sin tránsito de autos. A fines de 2016 se firmó un convenio con La Cumbrecita para replicar los buenos resultados de su restricción vehicular, sumando acciones para el turismo sustentable y el uso de energías renovables. En ese sendero (aunque algunos ambientalistas opinan lo contrario) el Ministerio de Cultura y Turismo de Jujuy (www.turismo.jujuy.gov.ar/purmamarca) abrió un acceso peatonal al circuito del Cerro de Siete Colores en acuerdo con Edgardo “Memo” Vilte, propietario del sendero a su mejor postal. Más que cantidad, es la calidad de visitas, que va del camino de Los Colorados a los restaurantes peñeros de Claudia Vilte (Libertad y Belgrano / Tel.: +54 388 4908088) o Tierra de Colores (Libertad entre Belgrano y Sarmiento, Tel.: +54 388 5149068) las que hacen del pueblo un sitio para gastar suelas, girando en la plaza donde su feria ofrece bolsos y ponchos de lana de vicuña o llama, tazas de barro, tapices, collares, pesebres y miniaturas de collas.
3 - Pueblo Escondido - Córdoba
Ubicado sobre el final de las Sierras Grandes, donde Córdoba se hace San Luis, cerro Áspero es una de las citas ineludibles del cordón comechingón al que se llega desde Merlo. Marcelo Belfiore, guía de Los Cóndores (www.deloscondoresactividades.com.ar / Tel.: +54 2656 412090), ofrece la llegada al antiguo pueblo minero fundado por los alemanes que en su esplendor tuvo 230 habitantes, cuando se extraía tungsteno y wolframio para la industria del armamento. “El camino es soñado, y que las viejas instalaciones sirvan hoy para el turismo le da al paseo un toque especial”, cuenta. Su programa para llegar incluye cabalgata, mate y torta frita en el puesto de los Albornoz, cruce de ríos cristalinos y avistaje de cóndores. Tanto si la visita es por el día o si incluye quedarse a dormir, no hay que perderse las galerías de arte, el hospedaje estilo hostel serrano de Carlos Serra (Facebook: Pueblo Escondido-Cerro Áspero), el camping, las propuestas gastronómicas que incluyen elaboración de cerveza artesanal, y claro, el paisaje que lo envuelve.
4 Colonia Pellegrini - Corrientes
“Chamigo… se fue nomás”, dice Rolo, haciéndose visera con la mano izquierda y empujando la lancha con su caña infinita. El embalsado del puente de entrada a la Colonia Carlos Pellegrini (www.ibera.gob.ar) desapareció. No es para preocuparse dicen en la Posada Rancho Iberá (www.posadaranchoibera.com.ar / Tel.: +54 3794 318594 / 3773 15412661), ya que todo se reubica en estas entrañas movedizas de los esteros correntinos, parque nacional desde 2018. Entre sus portales, que atesoran una red de lagunas, esteros y deltas, se destaca este pueblo casi centenario que invita al tranco lento en un circuito creado por mujeres que va de las márgenes de la laguna y las casas antiguas al moderno Centro de Visitantes (Caraguatá y Panambí) y es coordinado por Vilma Frete (Tel.: + 54 9 3773 439956), Sara Medina (Tel.: + 54 9 3773 414532) y Marilín Cabrera (Tel.: +54 9 3773 415463). Y es su fiesta, celebrada con asado con cuero para quien llegue de visita, una gran experiencia en la que no ha faltado El Pibe Fretes, dedicado a la recuperación del guaraní; o Bruno Leiva, ex cazador devenido en guardaparque tras un acuerdo entre el gobierno local y provincial para cuidar hoy los animales que antes apenas eran pieles.
5- Iruya - Salta
Resguardada en una grieta inmensa en los límites de Salta y Jujuy, Iruya (informes calle General Güemes s/nº / Tel.: +54 03887 482001 / www.turismo.salta.gov.ar) se ha convertido paradójicamente en un clásico moderno que no resigna paisajes, comidas, músicas y formas ancestrales de entender la vida. Queda en Salta, pero se llega desde Humahuaca (Jujuy): “Mi padre nos enseñó el camino a Orán. Son tres días por el lecho del río, única manera de llegar sin pasar por Jujuy”, confirma Alberto Moreno, un iruyano. Desde el Hostal Taracho (www.iruyahostaltacacho.com / Tel.: +54 387 4045522) vemos uno de sus espectáculos: el fútbol de altura sobre una cancha inclinada. Por momentos la pelota se va y desciende como dos cuadras entre casitas de piedra y adobe, algunas de 400 años en los faldeos de la sierra de Santa Victoria. Hay cierto desarrollo, reflejado en el ex temible camino de cornisa, en la creación del Hospital Ramón Carrillo y en el puente colgante que conecta con el pueblo vecino de La Banda. Da gusto pasear y parar en comedores o negocitos, estar atento a los carteles que anuncian peñas y animarse a la caminata de la cima para ver la unión de los ríos Milmahuasi e Iruya.
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