Saturday 5 de October de 2024
PESCA | 07-07-2024 10:00

San Pedro siempre estuvo cerca y premia con buenos dorados

En este pesquero de cuatro estaciones, los dorados siguen activos todo el año tomando artificiales en diversas técnicas.
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Hoy se habla de cambio climático, de aumento de la temperatura del agua y demás explicaciones macro de una situación global. Nuestros padres y abuelos eran más breves y, en su economía de palabras, decían las justas y necesarias: “tiempo loco”. Lo cierto es que este invierno tiene rachas veraniegas con temperaturas que pasan holgadamente los 20 grados y es en esos momentos cuando la pesca de especies propias del calor, como el dorado, se activa maravillosamente en todo el Delta Norte del Paraná. Por eso se explican pescas como la que hicimos en San Pedro, con más de 50 capturas izadas y otros tantos piques perdidos, en flycast, en pleno invierno, un momento del año en el que otros sólo buscan escamas de plata.

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Este punto de encuentro entre especies de verano y de invierno permite elegir el programa de pesca a gusto del consumidor. Es factible tentar flechas de plata en una temporada más bien corta, que dura menos de dos meses,y que coincide con una tremenda actividad de dorados que no sólo atacan las forrajeras propias del Paraná, sino que ven llegar estas especies anádromas como el pejerrey y la sardina, a las que atienden desprolijamente en cacerías que son un espectáculo visual para el pescador.

Emociones de entrada

Convocados por Ruly Ferreyra, experimentado guía de la zona, y su hijo Maximiliano, otro enorme guía local, acudimos prestos a desempolvar las cañas de fly junto al instructor de casteo Sergio Rojas, con quien testeamos los streamers atados magistralmente por Silvia Lopardo, eximia maestra de la especialidad. Saliendo del náutico de San Pedro a marcha lenta, fuimos pescando prácticamente de entrada, testeando salidas de agua negra del riacho San Pedro, en donde la actividad de doradillos de un kilo y monedas era tremenda. Daban ganas de quedarse allí esperando suerte con algún big brother, pero el guía dijo “Vamos” y no se habló más: pusimos rumbo al Paraná para probar en la rendidora zona de Las Lechiguanas, verdadera nursery de peces que debería protegerse y –por el contrario– es zona depredada por las redes comerciales. 
El Paraná nos sorprendió con un cordón de sábalos bordeando la barranca. A tal punto que, en salidas de agua donde esperábamos tener piques de dorados, se le tiraban los sábalos a los streamers y pudimos capturar media docena. De haber tenido un tamaño mayor hubiesen dado peleas memorables, dado que en portes menores ya se nota la potencia de este noble pez que alimenta a toda la cuenca del Plata y que, pese ser iliófago, ataca streamers, señuelos y cucharas de vez en cuando, acaso no por hambre sino por irritación, como una forma de decir “salí de acá”. Lo cierto es que aparecen bien tomados de la boca, evitando esas discusiones acerca de si fue “robado” (cosa que también ocurre cuando hay tantos) o pescado en todas las de la ley.

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Finalmente, otra vez empezamos a izar dorados, especialmente en los mejores tiros, que caían a centímetros de la barranca, o bien en áreas de veriles donde tirábamos la mosca en desbordes y llegábamos a la zona de fuego entrando a la profundidad desde lo bien playito. Allí empezamos a tener suerte con ejemplares más apetecibles, que pasaban los dos kilos, aunque fueron los menos porque el chiquito siempre mostró actividad en cada lugar testeado.

Los colores que van

Las moscas (streamers) en tonos negros, con algún detalle de brillo, color violeta o rojo, marcaron la diferencia por sobre patrones más coloridos. Es que el frío intenso sólo se dio de a ratos este invierno, por lo que el agua guardaba cierta turbiedad impropia de la época, por lo que este color oscuro se recortaba mejor en la visión del pez y, por lo tanto, lo atacaban con mayor ahínco. Mientras que en tiempos de heladas y aguas decantadas y claras, quizás sean más rendidores brillos y tonos metálicos en los artificiales, colores que esta vez no dieron resultado.
Los ámbitos de acecho son las clásicas salidas de agua negra de los campos, especialmente en el lugar en donde cambia de color al chocar con el marrón tinte de un Paraná arrastrando barros. También las puntas de barranca, donde el agua se acelera en correderas pequeñas, o bien las correderas más marcadas en las que es vital que el guía utilice a la perfección el motor eléctrico, tal como ocurrió en este caso, para sostener perfectamente nuestra posición de tiro e ir peinando la zona palmo a palmo.

Más técnica, menos desgaste 

La pesca fue pareja, de todo el día, sin baches salvo el momento en que buscamos un árbol salvador para refugiarnos del sol (la máxima ese día fue de 25 grados) y almorzar tranquilos. El flyfishing es una pesca de desgaste, que involucra todo el cuerpo toda la jornada, y por eso es vital contar con buena técnica para evitar innecesarios falsos cast que nos producen consecuente desgaste. Esta pesca, para ser ideal, requiere uno o dos falsos cast y hacer el tiro, con un buen double haul para ganar distancia, y tras tres o cuatro estripeos, levantar y tirar de nuevo, si es posible sin siquiera un falso cast. Esto hará que cumplamos con una máxima que marca la diferencia a lo largo de la jornada: “Cuanto más tiempo está en el agua la mosca, más pesca. Si está en el aire más tiempo que en el agua… pescaremos mucho menos”.

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Así las cosas, redondeamos una jornada muy satisfactoria hasta que el implacable Ruly nos indicó la hora de regreso (que pudimos haber estirado más, aunque la faena estaba hecha). En suma, San Pedro promete pesca calificada con artificiales todo el año. Otrora símbolo de tarariras (depredadas por los comerciales), se está volviendo un inmejorable pesquero de dorados las cuatro estaciones del año. Y según los Ferreyra, “lo mejor está por venir”, pues el frío intenso va a desactivar tanto dorado chico para darle tiempo a los grandes de aceptar nuestros engaños en momentos de aguas claras. No espere al calor para darse el gusto en fly. Parafraseando a Fito Páez decimos: “San Pedro siempre estuvo cerca”

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Wilmar Merino

Wilmar Merino

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