“Me inicié en la caza y la pesca a los seis años. Mi padre me llevó a cazar en campos de Cañuelas. Debía marchar a sus espaldas, con una mano en el cinturón de su cartuchera, para que él supiera dónde me encontraba y poder disparar tranquilo. Cazamos perdices y un pato. También en esa época me llevó a la desembocadura del arroyo Medrano, junto al campo de la Unión Obreros y Empleados Municipales. Fuimos en bote a remo hasta el río, unos doscientos metros, y allí pescamos una cantidad de bagres, amarillos, blancos y sapo”, me contó poco antes de fallecer, Rodolfo Perri. Desde mayo de 1973 hasta su muerte el 19 agosto de 2011, en un coto de caza en Monte Hermoso, escribió para la revista Weekend notas de pesca, caza y su página icónica La última, con anécdotas de las miles que había vivido y sabía tan bien contar.
Había empezado su carrera periodística en el diario La Prensa en 1945. Hizo de todo hasta que, en la década de 1960 siendo jefe de la sección Gremiales, y mientras practicaba intensamente la pesca, la caza y la náutica deportiva, mentaron con otros colaboradores la idea de publicar una columna en el diario. Así surgió la famosa página de los viernes, que llamó el día “del inicio del fin de semana, del tiempo libre”. Además escribió para Clarín, Aire y Sol, y Jungla, en otros medios, y en radio intervino en El Club del Auto, por ejemplo.
Fue amigo de Rafael Guglielmi, con quien vivió verdaderas travesías. “Cierta vez cruzando los Andes por Socompa y Huaytiquina, muy cerca del cielo, se nos atascaron las camionetas y quedamos entre la nieve, el hielo y calaveras de infinidad de vacunos. En la cabina, mientras el resto empujaba la camioneta, ateridos, me animé a pedirle perdón por haberlo metido en semejante pantano. “¿Cómo perdón? Lo que no te hubiera perdonado es que me dejaras afuera de esta formidable experiencia!”, le dijo “El Rafa”.
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Otra vivencia muy linda con su querido colega tuvo lugar en el Parque Nacional Los Alerces. “Con un guía de Parques remontamos el río Rivadavia, desde el lago Verde hasta el Rivadavia, y allí ‘cometimos’ una de las grandes hazañas de pesca de spinning que recuerde. Recorrimos una cuarta parte de la costa. Cada tiro, un pique. Arco iris, marrones, fontinalis, percas… Es decir, toda la fauna íctica del sur se había reunido allí a darnos la bienvenida. Cómo sería el festín que, en un momento dado, comenzamos a reírnos a carcajadas. Fue tal la risa que al final nos sentamos en el bote, dejamos las cañas y nos dedicamos a seguir solo como espectadores de esa fiesta fabulosa e inesperada, porque esa pesca podría repetirse, pero ese momento no lo repetiríamos más".
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Conversar con Perri era un privilegio. Podíamos estar horas y horas hablando de esas viejas épocas, del “Mono” Villa, Zapico, sus pescas de pejerreyes en el Riachuelo o su amor por el Club de Pescadores. Hablaba como escribía. Y viceversa. Siempre muy, pero muy bien.
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