Thursday 14 de November de 2024
PESCA | Ayer 10:30

Pescaron el primer chafalote de la temporada en la Asociación Argentina de Pesca

Cazador y veloz pez que ya pica en uno de los sitios más emblemáticos para el pescador porteño. Datos para tener en cuenta a la hora de intentar con ellos. 
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El chafalote es un pez eminentemente cazador y muy veloz, que, aunque algunos aficionados lo desdeñan, para otros es un gran desafío su captura. Suele tomar carnadas vivas como mojarras, y se tienta en especial con cebos naturales o artificiales que ofrecen brillo. Y como para empezar la temporada que es en noviembre, el socio Guillermo del Valle logró el primero en el espigón de la sede Viamonte de la emblemática Asociación Argentina de Pesca. Esta captura presume una buena pesca para lo que se viene, pensando en las altas temperaturas que están pronosticando para este verano, ya que a más calor, más activa se muestra la especie. 

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El chafalote recibe varios nombres vulgares que dependen de la zona en la que lo pesquemos: machete, pez perro, dientudo o pirá yaguá son algunas de sus denominaciones más comunes. El nombre científico es Raphiodon Vulpinus. Lo cierto es que, lo llamen como lo llamen, estamos ante un verdadero pez fantasma, cuya presencia nunca está garantizada, al igual que su captura, ya que una vez pinchado este pez es un maestro del escape. Un genial cazador de correntadas rápidas que enfrenta al pescador señuelero más avezado. Por esa condición de escapista y por ser un gran luchador, pocos peces desafían tanto al aficionado que pesca con artificiales como el chafalote. 

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La conformación ósea de su boca, protegida por grandes dientes entre los que sobresalen sus espectaculares caninos, hace que cueste hincar anzuelos y por eso suele zafar de los señuelos mediante saltos acrobáticos. La espectacularidad de su pique y combate como su habilidad de mago para desprenderse de los engaños atrapan al pescador que pruebe su pesca por las dificultades que presenta su captura. El chafalote suele ser una captura ocasional mientras buscamos otras especies, es raro poder asegurar su pesca, pero no es extraño notar su presencia mientras pescamos otros peces, pues es clásica su "baba" o mucus protector en nuestras líneas cuando rozamos un ejemplar. 

Su cuerpo en forma de machete, con la zona preventral aquillada, su boca oblicua y sus enormes dientes caniniformes que, a boca cerrada oculta en dos cavidades del paladar, lo convierten en una máquina perfecta para cazar en aguas rápidas, especialmente en bajantes pronunciadas. En Capital Federal y alrededores, las usinas del puerto o el morro de la sede Viamonte de la Asociación Argentina de Pesca, así como el tramo medio del Club Olivos son puntos rendidores para dar con los de mejor tamaño. Pero en rigor toda corredera de agua a la que le podamos insistir algunas horas, especialmente si es salida de agua caliente, será lugar de concentración de la especie. La temporada rioplatense se prolonga desde noviembre hasta bien entrado abril, dado que suele ser frecuente su captura en la ventana previa al ingreso del pejerrey. Luego, en portes menores (que suelen ser la pesadilla del pescador de pejerrey pues ataca las mojarras que se usan como carnada), podremos divertirnos con ellos usando equipos ultralivianos durante abril a junio, antes de que el frío intenso los aleje definitivamente. Como dijimos, este pez suele cazar en correntadas. Y los mejores señuelos para pescar en esas condiciones son los enterizos de cuerpo largo, tipo minnow, ya que los articulados suelen descontrolarse en la corriente. En bocas de arroyos, no desdeña las cucharas largas, cromadas y ondulantes. 

La temporada está en marcha, y con unos humildes consejos que dejamos en estas líneas los invitamos a ir en búsqueda de los chafalotes. 

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Daniel Console

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