No podría comenzar este relato de otro modo que agradeciendo a los chicos de Reina Del Río y Canobotes Uy, Manuel y Santiago, por la invitación que nos hicieron a Gustavo de Cazadores de Taras y quien relata Felipe Martinez de Tarariras Uruguay. La pesca se dio en el departamento de Tacuarembó, Uruguay, a principios de noviembre. La idea era recorrer el río en canobotes en búsqueda de las grandes tarariras tornasol de Uruguay, lo que nos permitiría llegar a lugares muy pocos explorados y aumentar las chances de encontrarlas. Además metimos campamento para compartir una buena noche de monte, asado y cuentos de pesca.
Comenzamos el día muy temprano viajando desde Tacuarembó hacía el río. Apenas llegamos bajamos el canobote al agua y salimos en esa tan ansiada búsqueda. El lugar único, maravilloso y el río, por partes ancho y otras angosto, variando profundidades. El agua cristalina nos indicaba que era el lugar perfecto para que ellas estuvieran. Manuel, que ya tenía en claro los lugares de pesca, nos llevó directamente a un muy buen punto de entrada.
Unos cinco lances fueron necesarios para que la primera hermosa tornasol atacara vorazmente mi señuelo: una rana Curly Frog de señuelos Don KB con una cuchara giratoria. Señuelo consagrado en la pesca de tarariras, hoy en día nos da muchísimo resultado para pescar tornasoles. Apenas toca agua se da el ataque casi en superficie y rompe el silencio de la hermosa mañana. Le sigue un salto espectacular y llevada de linea, todo instantáneo. Un comienzo de locos, ¡sí señores!
Estrella floja para minimizar las chances del escape que tanto nos preocupa y al fin un par de saltos más para completar lo que fué una hermosa pelea, como nos gusta decir a nosotros. Tornasol de un hermoso porte que nos inundó de alegría por ser la primera. Fotos y al agua a seguir creciendo.
Seguimos recorriendo y los piques, cada tanto, se siguieron dando. Una de esas pescas que son muy poquitas las tarariras chicas que se muestran y por eso siempre estará en nuestros recuerdos. El experimentado Manuel no estaba en su mejor día (o las tornasoles estaban demasiado astutas, por algo son las reinas del río y del escape), tuvo dos hermosas tornasoles en su equipo pero no pudo concretarlas. Eran de las grandes, de las buenas, buenas. Que cuando saltan nos paran el corazón por un milisegundo temiendo el escape. Estas dos ganaron bien y se fueron como campeonas, como unas reinas.
Mediodía, campamento y asado para reponer energías
Charla va, charla viene, ajuste de equipos y ya salimos a la segunda parte sin saber que nos deparaba. Nos dirigimos a otro punto que Manuel le tenía mucha fe: una cañada angosta que desembocaba en el río principal. Empezamos a recorrer la cañada y nos deparamos con un ambiente bastante distinto a lo que veníamos viendo, agua mucho más oscura y muy pocas piedras. Pero ahí estábamos alternando señuelos para poder tentar alguna tornasol. No demoró mucho, las primeras chicas se hicieron notar con sus saltos acrobáticos, nos dejaron felices de poder encontrarlas en la tarde.
Seguimos explorando el lugar. No muy lejos de donde encontramos un par de chiquitas comenzaba lo que iban a ser los cinco minutos más espectaculares del día. Cambio a un señuelo un poco oscuro y empiezo a hacer lances. Siento claramente que el crank viene tocando las pocas piedras del fondo que habían y eso me daba una corazonada. De repente un leve toque en la caña y el señuelo deja de trabajar. En el instante pienso que el señuelo quedó en una piedra o palo, porque no siento movimiento como si de pez se tratara la cosa.
Dos toques de caña para intentar soltar el señuelo y lo que no me esperaba ocurre. La línea comienza a moverse en dirección contraria lentamente. Sin cabezazos ni movimientos agresivos se vino arrimando hacia la costa, sabía que de tornasol se trataba pero no estaba preparado para lo que se venía. Se arrima a la superficie y sin previo aviso ni dejándome chances de evitarlo, ¡salta! No me lo olvido más, ver esa tararira tornasol en el aire, sus dimensiones, boca bien abierta y el sonido que la hace al volver al agua. En ese segundo pasaron mil cosas, gritos de todos, alegría, adrenalina...
¿Tranquilidad? Casi imposible de tenerla, fundamentalmente para aflojar la estrella del reel y tratar de hacer las cosas bien para evitar que este reina morocha se escape. Intentar frenarla, imposible. Simplemente hizo lo que quiso. La caña de 15 libras exigida al máximo. ¡Qué disfrute! No olvidaremos esos minutos jamás. Después de varios corridas y algunos saltos más cuento con la ayuda de Gustavo para asegurarla en el boga grip. Toda la confianza en mi amigo que sin dudarlo la atrapa con el boga grip y pronuncia las tan soñadas palabras: “La tengo”.
Abrazos y emoción a flor de piel
Estábamos ante una tararira prehistórica, ancha, larga y pesada. Las escamas grandes, grandes de verdad y separadas entre ellas. De esas tornasoles negras, una belleza por donde se mire. Sin demorarnos mucho hicimos fotos de ese momento soñado y enseguida nos aseguramos de que volviera a seguir reinando. Un momento mágico, difícil de transmitirlo con palabras, pero que sinceramente le deseo a todos aquellos pescadores deportivos que al menos una vez en la vida pueden sentir lo que yo sentí en ese momento.
Como si fuera poco, para terminar el día de pesca de la mejor manera, Manuel y Gustavo decidieron buscar las tornasoles en el fin de la tarde con señuelos de superficie. Atardecer deslumbrante al sonido de los ataques en superficie que eran dignos de dejar la caña a un lado y sentarse a apreciarlo. No demoró mucho para que empezaran a recibir los ataques en sus artificiales y para coronar el día de la mejor manera.
Estos pescadores tuvieron la dicha de poder hacer un doblete de tornasoles. Creo que no podía existir una manera mejor de terminar esta pesca. Doblete soñado para Manuel y Gustavo, hermosas fotos al atardecer, devolución y hasta la próxima tornasoles.
Gentileza de Tarariras Uruguay y Cazadores De Taras
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