Siguiendo el recorrido de este generoso invierno, fuimos en busca de esquivos y grandes pejerreyes a la laguna La Arenera, un espejo de unas 550 hectáreas en forma alargada a pocos kilómetros de Claromecó, ubicado entre los médanos en dirección al Salto tres y medio, como lo conocen los pescadores deportivos. Se accede por camino entoscado en buen estado, indicado mediante un cartel de señalización. Luego de haber recorrido 590 km desde Capital Federal por RN 3, nos encontramos con Santiago Iriarte y Oscar Jaureguibehere (El Vasco) en la ciudad de Tres Arroyos, lugar en el que nos alojaríamos para comenzar, a la mañana siguiente, el trayecto rumbo a la laguna.
Los tesoros de la laguna El Pingüino
Horas esperadas
Luego de un confortable descanso, el reloj nos despertó a las 7 AM. Al rato ya teníamos todo preparado para que Oscar nos pasara a buscar y nos pusiera a tono de algunos tips: con mucha ansiedad de por medio, nos comentó que podíamos practicar las dos modalidades de pesca, tanto de embarcado como de la costa. La característica de este espejo es que brinda calidad en los pejerreyes que se obtienen, pero hay que trabajarlos y tratar de hacer el menor ruido posible en la embarcación. Es un gran reto para los pescadores y pescadoras que la visiten.
Para esta ocasión utilizamos cañas telescópicas de 4 a 4,50 m con reeles rotativos y frontales con multifilamento del 0,18 mm y líneas de tres boyas tramposas con nudos corredizos; predominaron los colores claros (verde limón, amarillo, blanco y naranja, entre otros), anzuelos N° 1/0 y 2/0, ya que los peces de este ámbito son de boca grande. Carnadas utilizadas: mojarras vivas grandes, magrú fileteado, dientudo o filete del mismo pejerrey andan muy bien.
Comenzamos con un viento bastante fuerte del sector sur que nos complicaba la navegación. Los primeros intentos fueron por la zona de la isla, lugar elegido por el guía Iriarte. La idea era garetear e ir probando en ciertos sectores.
Cardúmenes en moviento
Mientras encarnábamos los aparejos de flote, Santiago nos comentaba que deberíamos esperar la pasada del pejerrey, porque los cardúmenes se movían constantemente. Los piques no se nos dieron de inmediato, cosa que hubo que ir trabajando constantemente con las brazoladas de los aparejos hasta dar con los flechas de plata. Luego de una larga espera y un garete muy lento que nos obligó a ir controlando con el ancla de capa y un muerto gareteador, debido a las fuertes ráfagas que nos empujaban a la costa contraria, retomamos el punto de partida y optamos por anclarnos al reparo de la costa. Allí, nuevamente con los aparejos en el agua, comenzó la espera.
Luego de unos 20 minutos aproximados de espera, la línea de Diego El Profe Araujo, otro integrante de la excursión, acusó una suave corrida en una de las boyas, momento en que nos pusimos ansiosos por ver a los peleadores matungos que se habían hecho desear hasta el momento. Al acercarlo a la embarcación, asegurando la pieza copo de por medio, vimos que era un lindo ejemplar por arriba del kilogramo de peso. Entonces la adrenalina cambió porque dimos con los ejemplares que venían comiendo a una profundidad promedio entre los 40 y 70 cm de superficie. Llegó el momento de Oscar concretando otro voluminoso matungo, esta vez en una de las brazoladas más arriba, en una profundidad de 40 cm, vigoroso y muy activo.
Al resguardo de los médanos
Los ejemplares fueron dándose muy esporádicamente en este sector, por lo que decidimos cambiar de lugar cuando ya eran las 13, momento en que tomamos la iniciativa de corrernos hacia la cola de la laguna, en donde veíamos muchas corridas y borbollones, a la vez que encontramos reparo del viento.
El clima era mucho más soportable en este sector, por la protección que nos daban los médanos, y la actividad de peces se hacía notar en más cantidad, por lo que apostamos a que estábamos en un buen lugar de pesca. Mi momento me llegó con una corrida muy suave en una de mis boyas, un pique muy remiso que tomaba la carnada y largaba, y jugueteaba en todo momento con el pilotín y las boyas. Era todo un desafío afinar la vista y mover suave la línea, porque sabía que estaba dando con un ejemplar de esos robustos que este magnífico espejo ofrece. No me quería adelantar a concretar el pique hasta que, en un momento, se afirmó la llevada y hubo una explosión en el agua, seguida por el comentario: “Matungazo”. Hasta tenerlo en las manos nada estaba dicho; nuevamente copo de por medio pude ver una pieza más que destacable, de lomo ancho, boca grande y bien vigorosa.
Los piques fueron más constantes con piezas de todos los tamaños, predominando pejes de 40 cm en adelante. Por otra parte, Santiago Iriarte en uno de los últimos intentos encarnó con dos mojarras grandes en uno de los anzuelos, para tentar aún más a estos sigilosos pejerreyes. Al instante en que cayó la línea al agua se dio una corrida sorprendente: la tarde nos avisaba que la jornada llegaba a su fin con otro de los grandes ejemplares que este espejo de agua ofrece.
Dato a tener en cuenta: aquellos que quieran practicar la pesca de costa, tendrán que caminar para encontrar los mejores sectores. Uno de los más rendidores es “la isla”, donde se dan buenas capturas. Ahí habrá que hacer los lances con aparejos de fondo. Otra modalidad que se puede practicar en esa zona es vadeando en diferentes puntos de la costa, con sectores de suaves barrancas y fondo arenoso. Un lugar apto para realizar jornadas en familia, aún con los más pequeños.
Guía: Santiago Iriarte, salidas guiadas. Tel.: (02983) 15- 573-128. Facebook: Santiago El Flaco Iriarte.
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