Wednesday 24 de April de 2024
PESCA | 27-06-2019 13:21

Hasta Bolivia para desafiar a las cachorras amazónicas

Son peces con extraordinarios dotes deportivos y una inclaudicable ferocidad. Los sacamos con moscas en el río Iténez-Guaporé.
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Una cosa es una salida de pesca por el día, una excursión de fin de semana, y otra muy distinta es una expedición a un lugar remoto –por varios días– y con mucha logística e imponderables. En este tipo de aventura, no siempre salen las cosas como uno pretende. En esta ocasión fuimos tras las cachorras amazónicas, se trató de un viaje a uno de los ríos amazónicos con más profusión de vida en sus entrañas y selvas circundantes, que estaba planificado de manera tal de recorrer navegando en barco más de 500 kilómetros. Habíamos llegado en tres avionetas desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) a la remota base naval Ramón Darío Gutiérrez, a orillas del río Iténez-Guaporé, y desde allí partiríamos por agua. Cuando al día y medio de marcha un banco de arena, una piedra o un tronco, dañó el timón y el eje de la hélice de la nave, empezó otra historia.

Con el barco imposibilitado de marchar, hubo que desplegar otras estrategias de pesca. El tramo que remontaríamos en la primera etapa pasó a ser nuestra cancha de pesca hasta que se solucionaran los desperfectos mecánicos ocasionados por la colisión. Las lanchas rápidas podían cubrir muchos kilómetros aguas arriba y abajo, y las características del río ofrecían innumerables chances de pesca en toda el área. Barajar y dar de nuevo dice el refrán. Al fin de cuentas, no estábamos en un mal lugar; todo lo contrario.

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Un río relativamente bajo hacía que se aceleraran las muchas correderas de ese tramo. La transparencia jugaba a favor de la pesca con artificiales y la actividad de cachorras (Hydrolycusscomberoides), que notamos en el primer atardecer de bandadas de aves surcando los cielos rojos, nos hizo olvidar del timón, de la hélice, del barco y de todo.

Rápida y feroz

La cachorra es un cazador agresivo que elige a su presa y la ataca con fiereza y rapidez. Un pez de cuerpo hidrodinámico, alargado y musculoso, con una aleta caudal ancha que se traduce en velocidad y potencia. Y, por sobre todo, unas mandíbulas grandes en las que sobresalen dos pares de dientes cazadores impresionantes. Llegan a superar los 10 kilos en este río, aunque la media puede andar entre cinco y siete kilos. Nada mal para un equipo de mosca #8, #9 o hasta #10.

Con Juan Pablo Jurado y Piccino Gemma nos volcamos de lleno a esta atractiva especie que tiene tantas cualidades deportivas como historias, mitos y leyendas entre los pobladores de la selva.

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Un pez violento que elige a su presa y la ataca de costado con sus filosos dientes caniniformes antes de tragarlas. Por eso a veces pelean sin estar clavadas, se le enreda la mosca entre los colmillos y, después de un rato de combatir bravamente, se suelta como si nada. La hora mágica de las grandes cachorras es el atardecer, sus ojos grandes funcionan a pleno en las medias luces y sacan partido de ese don. No dura mucho, pero hay que estar listo para aprovechar esa ventana de buen pique que hace que una gran jornada de pesca se convierta en memorable.

Una cachorra grande, cinchando, embistiendo, cambiando de dirección, vivoreando por los aires con sus saltos y con nuestro anzuelo en la boca, puede ser una experiencia difícil de olvidar; imágenes y sensaciones que se grabarán a fuego en la memoria. Como las moscas que la seducen son grandes y muerde de costado, a veces usar un anzuelo de pata más larga o algo retrasado aumenta la efectividad de la clavada. Hay quienes le agregan un anzuelo extra cerca de la cola de la mosca pero hay que revisarlo a cada lance, a veces eso hace que se enreden pelos y plumas y se produzca el molesto fouling que le resta efectividad al engaño.

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Con las cachorras no es necesario conectar la mosca con un shock tippet de acero, ya que un fluorocarbon de 0,60 o 0,70 resiste muy bien las dentelladas y se nota menos que un cable; los dientes son cónicos, mellan pero no cortan. Eso sí, luego de cada captura hay que revisarlo.

Podés leer la nota completa en la revista Weekend de junio de 2019, n° 561.

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Alejandro Inzaurraga

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