Tuesday 16 de April de 2024
PESCA | 28-01-2020 12:28

Inolvidable jornada de tiburones en Rocas Coloradas

Un paraíso de gatopardos (con devolución), róbalos y pez gallo a escasos metros de la playa, y al que se accede en cuatriciclos a través de un paisaje increíble.
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En una charla de café junto a un grupo de amigos, se planteó la idea de buscar alguna alternativa de pesca costera sin transitar los espacios más tradicionales de nuestra costa atlántica. No tardé mucho en recurrir a mi amigo Juan Bengoechea, propietario de De Paso Cañazo, quien vive en Comodoro Rivadavia y realiza pesca en cantidad y calidad de especies no tan habituales, pero que requieren de un plan especial para concretar un día satisfactorio de pesca. Por su intermedio, el Ente Comodoro Turismo de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia nos otorgó lo necesario para relevar durante un par de días la pesca en la zona, donde nos podríamos topar con tiburones gatopardo, róbalos y pez gallo.

Fue así que preparamos los equipos pensando en las especies que se podrían obtener allí y la forma que tienen de tomar el cebo. Para la variada de pez gallo, cazones y tiburones, llevamos cañas de 3,90 a 4,20 m en dos y tres tramos, tanto para reeles frontales como rotativos. Los carreteles cargados en algunos casos con nylon de 0,30 mm y, en otros, con hilo multifilamento de 0,20 mm. Para los tiburones optamos por nylon 0,50 o 0,60 mm. Para las especies menores como el róbalo, en cambio, seleccionamos cañas más livianas y de un largo de 2,70 a 3 m con reeles medianos cargados con nylon de 0,25 mm. En cuanto a líneas, llevamos las byclip de un solo anzuelo y las tradicionales de dos o tres anzuelos. La plomada siempre es un caso aparte y es un rubro en el que hay que llevar de varios formatos: fundamentales las con destrabe, los huevos y algunas con aletas, como la uruguaya o pera, con pesos que rondan entre los 100 y 240 g.

Aquí la carnada es otro punto fundamental y, en ocasiones, poco tenido en cuenta: langostinos, camarones, magrú, calamar y calamarete forman el plato principal para las especies de la región, sin olvidar los crustáceos sureños para intentar con el róbalo.

En cuatriciclos por la playa

Todo estaba listo: la idea, las ganas, la forma y el deseo. Así que partimos hasta Comodoro Rivadavia, donde nos aguardaba Juancito para llevarnos a su bunker y esperar la llegada de toda la banda del Club El Pique. Ellos serían nuestros anfitriones y compañeros en esta nueva travesía. Mientras tomábamos unos mates, por la ventana los observamos llegar en cuatriciclos o utilitarios UTV, con los cuales haríamos el viaje hasta Rocas Coloradas, un paraíso natural en un área protegida donde se está trabajando mucho y muy bien para mantenerlo en condiciones.

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A primera hora de la mañana nos trepamos a los cuatri y comenzamos el viaje: una travesía que nos llevó a pasear por el pueblo hasta llegar a Caleta Córdova, la puerta del paraíso. Después de haber viajado en fila más de dos horas y deslumbrarnos por el lugar, los conocedores del ámbito eligieron un sector de costas profundas con la posibilidad de armar la ranchada bien cerquita del agua.

Parte del grupo salió raudo hacia la costa, a preparar todos los equipos para comenzar con la pesca, mientras que otros se quedaron con la instalación de la media sombra y lo que sería nuestra cocina: un fogón armado con piedras para colocar el disco de arado y cocinar cordero.

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En este pesquero no es necesario lanzar muy lejos de la costa, con un tiro de 50 a 70 m estamos pescando todas las especies posibles, ya que el fondo cae a pique a metros de nuestros pies. Líneas encarnadas con todo tipo de posibilidades fueron tocando el agua en busca del ansiado pique.

Los primeros toques fueron de algunos gatuzos y rayas menores, debido a que el mar estaba muy bajo y no movía agua. Con el comienzo de la creciente, la cosa cambió y se empezaron a dar varios y sucesivos piques de pez gallo o elefante de gran tamaño. Portes de cinco kilos, realmente enormes y con una vitalidad única, dignos de ser pescados.

El mar crecía con más fuerza y llenaba la costa haciéndonos retroceder, por lo que necesitábamos un tiro un poquito más largo para lograr los piques. Estábamos pasando un día sensacional y lo mejoramos cuando el Pelado nos llamó para el almuerzo alrededor del fogón, donde nos juntamos todos para contar nuevas y viejas anécdotas, y así fuimos promediando una jornada que enriquecimos con algunos tiros más que permitieron mejorar la pesca minuto a minuto. ¡Un lujo!

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Cuando se hizo la hora del regreso, por la altura del mar debimos cambiar el recorrido. Ya no podíamos volver por la costa, sino que lo haríamos por arriba, por el valle… Qué decir del paisaje, era todo tan lindo que ni tiempo a tener frío tuvimos. Qué país Argentina, cuánta belleza. Llegamos al hotel sabiendo que al siguiente día nos esperaba otra gran jornada, con la posibilidad de dar con diferentes especies.

Segunda jornada

Nos levantamos muy tempranito, pasamos a buscar algo por el almacén de El Gallego (Km 8) y nuevamente fuimos hacia la zona de pesca, pero esta vez a buscar róbalos, cazones y tiburones. Para estos dos últimos armamos cañas potentes y reforzamos las líneas con leaderes de acero y, así, evitar cortes. Al agua y a esperar mientras probábamos con la variada menor a través de equipitos más livianos. Para el róbalo, líneas de tres anzuelos encarnados con almejas sureñas. Bastó lanzar a 5 o 10 m para ya estar pescando. Una vez que la línea hacía fondo, había que jugar un poquito con el aparejo, moviéndolo hasta llegar al plomo y así se daban los piques. El róbalo es un pez muy voraz que toma francamente la carnada, pero que hay que pescarlo, no se clava solito. Es por ello que se hace más que divertida su captura.

Mientras tomábamos algo y hablábamos hubo un primer pique de tiburón fallido, que llevó firme pero no se pudo clavar. A los pocos minutos, la caña roja se curvó violentamente mostrándonos un claro pique tiburonero que, luego de unos minutos de corridas, dio como resultado un hermoso tiburón gatopardo de más de 30 kg que rápidamente fue devuelto en las mejores condiciones.

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Como era de esperar, la variada menor se cortó por completo, signo de que los tiburones merodeaban la zona. Tal es así que se dieron un par de piques de los más grandes y varios de cazones o vitamínicos, como los llaman allí, que promediaron los ocho kilos.

Realmente estábamos completos con la pesca, todo lo que fuimos a buscar se nos dio durante las dos jornadas. Guardamos todos los elementos, desarmamos el campamento y, por unos minutos, nos quedamos disfrutando del mar, que en ese momento estaba celeste, azul y turquesa, formando un hipnótico degradé de colores. Así es Rocas Coloradas, un paraíso sureño que comienza en Comodoro Rivadavia, pasa por Caleta Córdova y te deja inmerso en un lugar de película. Un paraíso que merece ser conocido.

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Julio Pollero

Julio Pollero

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