Friday 13 de September de 2024
PESCA | 24-08-2024 10:00

En el límite entre el Plata y el Paraná: mimosos en lo profundo del Guazú

Fuimos por ellos al Paraná. Una especie combativa que se busca al ras con líneas de fondo como la técnica más efectiva. La zona está brindando rindes importantes.
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En el mejor momento de la temporada de pejerrey en el Río de la Plata, decidimos ir en busca de los bagres de mar. No por una locura o una decisión desacertada, sino porque también estamos en plena temporada de pesca de mimosos. Desde hace varias temporadas, la pesca de estos siluros ocupa gran parte del año. Anteriormente, sólo se los buscaba y pescaba a partir de octubre, pero hoy, debido a diferentes circunstancias que aún el pescador deportivo no pudo descubrir, la presencia de estos bagres de mar arranca en los meses de marzo o abril, cosa impensada años atrás. Algo cambió o bien estuvimos errados durante todo este tiempo, cosa que indudablemente también puede ser. 

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Este tipo de bagres es una especie marina que entra al estuario para cumplir con su ciclo de desove: un detalle que hacía interesante su pesca, ya que había que esperar esa avanzada y buscar los sectores en los que se lo pudieran pescar. El mimoso nada y navega siempre a media agua (es allí donde los malloneros hacen sus mayores capturas), pero es en el fondo del lecho donde encuentra su comida. Sólo algunas veces lo vemos moverse en superficie. 

Los equipos

Para este tipo de pesca necesitamos cañas entre 2,10 y 2,50 m de largo, con acción de punta y reeles preferentemente rotativos o frontales, cargados con hilo multifilamento de 20 lb (1 lb = 453,5 g). También se los puede cargar con nylon pero, ante la fuerza de la correntada, puede sufrir mayor presión y vamos a necesitar plomos más pesados. Para completar el equipo necesitamos plomadas de 150 y 300 g (a veces más), anzuelos 5/0 al 7/0, entre los que podemos destacar los Mustad, Katashi, Gamakatsu de pata larga, los que permiten acomodar mejor la carnada. 

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En cuanto a los cebos que podemos utilizar, destacamos el calamar, anchoa, magrú y las distintas combinaciones que podamos lograr entre ellos. La única manera que tenemos de pescarlos es de fondo, ya sea con una línea corrediza o fija, esto va por gusto o funcionamiento. Una de las cosas fundamentales para tener éxito es lograr que la línea siempre esté fondeada. ¿Qué queremos decir con esto? Que siempre debemos sentir el plomo apoyado en el fondo. Si no ocurre, estamos errando con el peso de la plomada y ahí vamos a tener que cambiar hasta lograr el peso justo. Línea que no está en el fondo, no pesca. 

Haciendo los deberes

En esta oportunidad, y ante la invitación del guía Juan Pablo Ferrero de Juampy Pesca, armamos una salida para ir en busca de los bagres de mar. De la partida también fueron Lucas Saucedo y Mariano Acuña. Rápidamente, nos pusimos de acuerdo y un día entre semana decidimos encontrarnos muy temprano en la guardería Altos del Canal. Un martes a las 6:30 ya estábamos con las vituallas cargadas. Aún era de noche cuando salimos de la guardería, con mucha precaución en una lancha muy cómoda que posee Juampy. Navegamos por el canal Arias, luego De la Serna, Paraná Miní y llegamos al Guazú, zona que habíamos elegido para realizar este relevamiento. 
Una vez allí, nos dirigimos hacia su desembocadura para buscar los mejores puntos de pesca. Mientras lo hacíamos, Juampy y Lucas nos venían contando los resultados de las últimas salidas y, la verdad, parecía que ya habíamos pescado un montón. Nos llenaron de cuero como se dice habitualmente. También nos contaron y mostraron las líneas más rendidoras, y así fuimos armando los equipos hasta llegar a la zona elegida. 

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Primero buscamos los 30 m de profundidad, tiramos el ancla y, una vez que nos aseguramos de estar fondeados, encarnamos los aparejos. Algunos iban con un trozo de calamar y a otros le agregábamos un par de tentáculos. Las plomadas elegidas rondaron los 180 a 220 g. No hace falta arrojar tan lejos y, aparte, hay que tener cuidado de no romper la caña. 
Cayeron los aparejos soltando hilo del reel y esperando que el plomo hiciera fondo. Una vez logrado ésto, se sueltan un par de metros de más de multi y se traba el reel a la espera del pique. Las tomadas de estos bagres se manifiestan con buenos cabezazos o algunas veces con una firme llevada. Créanme que no pasaron cinco minutos y ya teníamos pique en dos cañas; unos minutos más y las primeras capturas arriba. Así fueron pasando varios piques con algunos errados y otros efectivos. Al rato notamos que las líneas ya no se fondeaban y el pique había mermado considerablemente: era hora de aumentar el peso del plomo. La correntada estaba más intensa y ya necesitábamos entre 250 y 300 g. Es más molesto pero es la única manera de pescar. Corregimos el elemento y volvieron los piques. 

Piques constantes

En la zona había otros guías de pesca y la verdad que todos tenían acción, a todos se los veía levantar piezas una tras otra. En un momento se volvió a cortar la actividad y decidimos movernos, pero esta vez a menor profundidad: buscamos los 20 m sobre el veril que da a la costa uruguaya. Acomodamos la embarcación y nuevamente tuvimos que cambiar el peso de la plomada: a menos profundidad menor fuerza de la correntada. Algo muy importante es mover la línea. Esto quiere decir que, si bien dejarla fondeada resulta efectivo, muchas veces haciéndola picar levantándola del fondo y que se mueva unos metros puede ser aún mejor. 

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Y así lo hicimos en esta instancia, lo que nos permitió lograr gran cantidad de piques y con tamaños muy buenos, de hasta 5 kg de peso. Con el sol arriba nuestro y haciéndonos saber que estábamos en la mitad del día, apoyamos las cañas en la borda o en los posacañas y, entre charla y charla, almorzamos mientras con un ojo estábamos atentos al movimiento de la punta de cada una de ellas. Sinceramente, costaba terminar de comer porque los piques no cesaban y dejábamos todo para clavarlos y traerlos hasta la embarcación. La jornada fue muy divertida, con mucha pesca, y con risas y anécdotas a cada minuto.

Experiencias personales

Dejé para lo último los relatos personales de mis compañeros. A Mariano, ante cada pique lo veíamos tomar una posición particular para lograr la clavada. Lucas daba cátedra de la pesca que estábamos realizando pero cada manqueada era blanco de una cargada por parte de Juampy
El guía, sentado en su butaca caña en mano, enviaba mensajes telefónicos contando lo que sucedía y yo no me salvé de nada, siempre mirando cómo pescan los demás y me lo hacían saber a cada rato. Así fue transcurriendo la jornada y llegaba la hora del regreso. Teníamos un viaje largo, el frío se volvía a sentir, así que decidimos regresar temprano y con miles de anécdotas que nos hizo más corta la navegación. 
A todos los pescadores: sepan que en plena temporada de pejerrey existe otra especie muy combativa como el bagre de mar que hace años se viene ganando su lugar y espera que el aficionado vaya en su búsqueda. Hay muchos, hay muy buena pesca, no se la pierdan. 

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Julio Pollero

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