Mar del Plata se destaca de muchos pesqueros desde los que se puede acceder a pescar embarcado por varios motivos. Tiene un muy buen puerto, protegido por dos escolleras que brindan seguridad tanto para salir o entrar. En su lecho hay grandes formaciones rocosas producidas por la extensión de la Sierra de Tandilia, que se adentra al mar buscando el norte y generando refugios para múltiples especies que las habitan todo el año. Además, posee restingas saliendo al sur y cerca del puerto donde se practican muchas pescas, destacándose la del tiburón que se hace con devolución obligatoria.
Cerca de Brandsen: lomos negros en aguas claras
Las distintas pescas generalmente estarán de acuerdo con el tipo de embarcaciones que se utilicen. Los intentos costeros nos brindan una muy buena pesca variada, con especies tradicionales como gatusos, corvinas, pescadillas, brótolas, magrú, pez palo, congrio, etc. También se practica el trolling, que según la época del año nos brindará pez limón, anchoas y bonitos. Y, finalmente, la pesca de altura que se realiza en profundidades de más de 40 metros, la preferida de los aficionados debido a que se capturan piezas grandes. Para llegar a estos lugares es imprescindible contar con una embarcación segura y rápida.
A la mar
Arribamos al Club Motonáutico bien temprano, convocados por Mariano de la Rua, propietario de la empresa Aquafish. Estaba acompañado por Leonardo Giménez y Gustavo Monin, dos entusiastas de la pesca embarcado. Al llegar al nuevo barco de Mariano, después de los saludos de rigor con su otro capitán Nico y el resto de la tripulación, salimos del puerto.
El día se presentaba nublado, casi sin viento y con mar en calma. La idea era hacer pesca de altura con dos técnicas. A pocas millas del puerto nos encontramos con un espectáculo que no es usual en la zona: cuatro ballenas jugaban en la superficie del agua. Mariano nos comentó que hacía unos días que estaban realizando juegos de apareamiento. Las observamos acercándonos hasta unos 20 metros y disfrutando de su hermoso show.
Seguimos avanzando con el nuevo barco de Mariano, que viaja a una velocidad crucero de 30 km/hora. Buscábamos zonas profundas con la intención de dar con el salmón, un pez que vive en las piedras de manera permanente. Y en esta época del año hay migraciones de meros grandes que también buscan zonas rocosas para procrear.
Respecto de las chernias, Mariano comentaba que habitan zonas barrosas, en barcos hundidos y debajo de redes de pesca perdidas, lugares donde se las intenta capturar con éxito. El punto en contra son los enganches producidos por lo accidentado de estos sectores, donde se pierden líneas con peces enganchados que se descomponen en la profundidad. Cuando hay muchos en esa situación, migran del lugar y sólo retornan cuando al zona queda limpia de residuos. La pesca que se hace es gareteando, utilizando solamente la borda que le da el viento desde proa a popa. No se usa la otra borda debido a que las líneas, por acción del derive, se desplazan debajo de la embarcación y se enganchan.
Equipos y técnicas
Nico dio una charla previa sobre cómo comportarse con el equipo de pesca para evitar accidentes de manejo: plomo en mano y reel destrabado para bajar todos juntos a la orden del capitán. También indicó cómo proceder en acción de pesca y al traer piezas, todo muy instructivo.
Fuimos eligiendo los equipos de pesca: cañas de 30/50 libras (13,6/22,6 kilos), reels de gran capacidad cargados con nailon del 0,70, madre de la línea del 100, brazoladas de 70 cm de largo en nailon 0,80 y anzuelos pata larga 7/0-8/0. La carnada utilizada: calamar, magrú en postas y castañetas a medida que se pescaban. El encarne se hace dejando la punta del anzuelo libre. Los que usarían jiggs pescarían más sobre la proa, usando cañas para frontal y jigg de entre 200 y 300 gramos.
Al llegar a los 45 metros y con las cañas preparadas, Nico reguló la embarcación para colocarla sobre un zona de piedras. A su indicación, todos al mismo tiempo bajamos los plomos. Y al tocar fondo comenzamos a recoger el nailon suelto, colocando la caña en situación de pesca y sintiendo el peso del plomo en la punta de la vara, que tendrá un ángulo de 90 grados respecto a la borda. Así es la forma correcta de pescar. Cuando pasa la ola bajamos la caña para no perder contacto con el fondo. Los piques no se hicieron esperar. Como eran suaves, daban apariencia de peces pequeños.
El consejo entonces era no clavar. Pero al tener otro más firme se clavaba con una fuerte levantada de caña. De acuerdo con cómo se arquee la vara podremos saber qué peso puede tener la pieza prendida. En caso de ser pesada vamos recogiendo el nailon cañando hasta la posición inicial 90 grados, bajándola a medida que recogemos con el reel y sin perder contacto con el pez. Así sucesivamente hasta cobrarlo. Caso contrario, la dejamos en posición de pesca tratando de levantar algún doblete.
En la primera pasada se cobraron meros chicos, gran cantidad de castañetas que usamos de carnadas y un salmón blanco que costó levantarlo del fondo usando la técnica ya descripta. El ejemplar era bastante grande (alrededor de 22 kilos) y había tomado la brazolada del plomo que se apoya en el fondo.
Levantamos todos las cañas, ya que haríamos otra pasada por la misma piedra. Una vez en posición, se vuelven a bajar las líneas procediendo de la misma manera. Ahora la pesca fue escasa, por lo que cambiamos de piedra (están todas marcadas, lo que facilita la tarea de ubicación).
Últimas capturas
En proa, varios aficionados pescaban con jiggs. La técnica que usaban era hacer rebotar el jigg en el fondo, acostarlo y levantarlo dándole un cañazo semejante a un pez que se escapa asustado. Luego bajar la caña para que vuelva a caer y repetir la operación. Se pescan las mismas especies pero con equipos menos potentes y más deportivos. Así salieron lindas chernias, algunos meros grandes y salmones chicos de hasta 8 kilos. Fuimos cambiando de piedras, continuando con la captura de salmones importantes, meros, algunas chernias y besugos de muy buen tamaño. Los cajones se fueron llenando, por lo que dejamos de pescar ya que estábamos a 50 km del puerto y probando sobre casi 60 metros de profundidad. Era el momento de retornar. Y de hacerlo muy felices.
Nota publicada en la edición 483 de Weekend, diciembre de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
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