Un equipo de biólogos argentinos de la Universidad del Comahue, Bariloche, detectó que el 25 % de las 20 mil especies de abejas conocidas no aparecen en los registros públicos desde la década de 1990.
En las últimas décadas, se ha informado tanto la disminución en la abundancia como en la diversidad de especies de abejas a nivel local, regional y nacional en diferentes continentes, pero hasta ahora no se había realizado una evaluación a largo plazo de las tendencias mundiales.
Eso fue precisamente el estudio que llevaron a cabo los biólogos evolutivo Eduardo Zattara y su colega Marcelo Aizen para evaluar si la progresiva desaparición de las abejas es un fenómeno global que afecta a todos las especies.
Para llevar a cabo el estudio que fue publicado en la revista científica One Eearth, los especialistas se basaron en datos del Centro de Información sobre Biodiversidad Global (GBIF), una colosal red internacional de bases de información, que contiene más de tres siglos de registros de museos, universidades y de ciudadanos.
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Así, después de una minuciosa investigación, los científicos argentinos se sorprendieron frente a la contundencia de los datos que detectaron: una cuarta parte de las 20 mil especies de abejas conocidas no aparecen en los registros públicos desde la década de 1990.
“Nuestro trabajo es el primero que pone en evidencia que éste es posiblemente un fenómeno de índole global”, comentó Aizen. “No afirmamos que el 25 % de las especies de abejas conocidas se extinguieron, sino que no aparecen en los registros notamos que hay una retracción generalizada”, comentó, por su parte, Zattara.
Según Zattara, las poblaciones de las abejas silvestres en su conjunto vienen disminuyendo en abundancia, lo que hace que una especie sea más difícil de encontrar y registrar que otras. “Nuestra interpretación es que esto refleja una situación de estrés en la biodiversidad. Todavía no es un cataclismo de abejas, pero lo que podemos decir es que, claramente, las abejas silvestres no están prosperando”, afirmó.
Al referirse a los culpables de este marcado declive en la población mundial de las abejas, Zattara destacó que los verdaderos responsables de este declive son los sospechosos de siempre: el avance de la frontera agrícola, la urbanización, la introducción de especies invasoras y los eventos extremos provocados por el cambio climático.
“Creo que estamos en camino a una crisis de polinización que afectará la reproducción de miles de especies de plantas silvestres y de cultivos muy dependientes de polinizadores, en especial frutales, que, si bien en términos de biomasa representan una proporción muy baja del total de la producción agrícola, son importantes para una alimentación saludable”.
“En el mejor de los casos, miles de especies de abejas se han vuelto demasiado raras; en el peor, es posible que ya se hayan extinguido a nivel local o mundial”, concluyó.
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