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KAYAK | 08-02-2019 04:16

Kayak: cuáles son los peligros de la corriente

Hay dos grandes riesgos que todo palista debe evitar: ramas y piedras. Cómo leer el agua y salir airoso de una situación de emergencia.
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Con la llegada del calor, muchos aficionados aprontan sus kayaks y se largan a la aventura del remo. Por lo general, empiezan las singladuras en escenarios amigables como los ríos de llanura, el amplísimo Delta, las lagunas y pequeños lagos, todos ideales. Pero es esencial tener presente que siempre cabe la posibilidad de encontrarse en una situación de emergencia náutica, por lo que la planificación y previsión son vitales.

 

Primeros peligros.  Para iniciarse en el canotaje es muy útil contar con un instructor o amigo avanzado que nos muestre y enseñe las paladas básicas y también nos ayude a reconocer y leer los peligros que esconden los ríos. La corriente es el efecto del agua que fluye río abajo. Que el escenario se muestre tranquilo no es motivo para evitar llevar el chaleco salvavidas bien sujeto al cuerpo, ¡esta es una regla de oro! Siempre que navegamos en kayak, además, debemos observar la línea de costa y su conformación. ¿Es rocosa? ¿Tiene suave declive? ¿Albardones que dificulten el regreso a la costa? ¿Raigones? Este pequeño repaso nos ayudará a anticipar situaciones difíciles cuando navegamos en kayak.

Amenazas que no lo parecen. Suele pasar que, en las orillas de los ríos o en las lagunas, se extiendan bosques que vuelcan su folaje sobre las aguas o también se encuentran árboles o ramas caídas que interrumpen su flujo normal. En estos sitios podemos quedar atorados con el kayak y sin posibilidad de soltarnos por la acción de la corriente. Si esto acontece, es imperativo intentar abandonar el esquife lo antes posible porque puede pasar que la masa de agua lo inunde y lo sumerja parcialmente en la correntada, situación muy comprometida para el palista. Cuando observamos ramas sobre las riberas, debemos alejarnos a toda prisa de la línea de costa, variando el rumbo hasta situarnos a por lo menos a 10 metros para pasar con seguridad. En muchos tramos del Paraná, la correntada puede ser tan intensa que llega a los 6-10 km/h, y una simple rama trabada en el lecho puede volcar al kayakista desprevenido. A sabiendas de esto, navegaremos observando la superficie del río. También otros objetos como boyas y barcos fondeados demandan muchas previsiones para sortearlos. Siempre nos mantendremos alejados de ellos porque pueden generar algún efecto de succión o remolinos, que pueden desviarnos.

Pros y contras. Los kayaks de travesía tienen un muy buen comportamiento al momento de intentar variar el rumbo o efectuar una corrección súbita, no así las embarcaciones abiertas que, si bien son muy estables, presentan desventajas en el avance y son muy vulnerables a ser arrastradas por la correntada, sobre todo si el palista espera hasta último momento para alejarse de la costa. La ventaja que tienen los sit on top es que, en caso de trabarse en las raíces o raigones, es muy fácil abandonarlos para salir nadando y alejarse. En cambio, los kayaks que poseen cockpit cerrado pueden generar algunos inconvenientes para abandonarlo. A sabiendas de esto, actuaremos con mayor anticipación.

0208_Tras el esquivo bonefish de las Bahamas
Ríos de llanura o montaña. En estos cauces, el peligro son las piedras que se hallan en el lecho y afloran por sobre la superficie. Siempre nos alejaremos de las formaciones rocosas, no sólo por la posibilidad de romper el kayak al golpear, sino para no quedar atorados entre dos piedras. También las rocas que afloran sobre la superficie generan olas que debemos evitar para no volcar. Lo ideal es ir navegando en la lengua de agua, es decir, la franja de mayor caudal que normalmente discurre en los lugares más profundos y en donde son muy raras las piedras. También en los ríos de montaña solemos encontrar, sobre las márgenes, arboles caídos o ramas que interrumpen el agua, generan grandes turbulencias y son un gran peligro cuando hay mucha correntada. En estos casos es fundamental aprender a leer las corrientes para que la fuerza del agua no nos arroje sobre la costa y nos deje atorados. El momento crítico puede ser al intentar salir a la ribera, donde nos expondremos a las ramas. En estos casos es preferible elegir playas despejadas para evitar un susto o, peor aún, el vuelco y posterior nado. Nunca olvidar que la aparición de lluvias suele incrementar el volumen de agua que arrastran los ríos. Estemos atentos a estos fenómenos denominados riadas que pueden poner en serio riesgo al palista.

Nota completa en Revista Weekend del mes de Febrero, 2019 (edicion 557)

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Patricio Redman

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