Cuando entró en servicio en la Armada de Estados Unidos en 1974, el F-14 Tomcat no solo era el primer caza de combate de cuarta generación del mundo, sino también uno de los más mortíferos gracias a sus modernos radares y potentes misiles. Fue una aeronave tan costosa que solo otro país pudo adquirirla, Irán. Paradójicamente, este último fue quien logró mostrar todo el potencial de este caza.
En aquel momento, Irán era el aliado más importante de Estados Unidos en el Oriente Medio. Gracias a esta relación, el país pudo adquirir 79 cazas F-14A, muchos de los cuales todavía siguen en servicio tras varias actualizaciones.
Durante la guerra entre Iran e Irák, los F-14 fueron los cazas más modernos que volaron en la contienda. A los mismos se les atribuyó el derribo de 160 cazas iraquíes, mientras que solo se perdieron tres F-14. Más allá de estas cifras, hubo un hecho que dejó muy en claro la amplia superioridad que esta aeronave marcaba en el aire.
El 7 de enero de 1981, un F-14 iraní se encontraba patrullando el espacio aéreo de la región de Jark, rica en yacimientos petrolíferos, cuando detectó en su radar un MiG-23 iraquí que parecía estar a punto de realizar un ataque aéreo contra las instalaciones petroleras.
El F-14 contaba con un radar mucho más potente que el MiG, lo que le permitía atacar sin que la aeronave iraquí se enterara a tiempo. Aprovechando esta cuestión, el pilotó iraní disparó un misil AIM-54 Phoenix contra el objetivo.
Debido al radar de menor alcance del MiG, el piloto iraquí no pudo reaccionar a tiempo. Aun así, algo que se supo después es que en realidad no era una sola aeronave la que estaba por atacar las instalaciones petrolíferas, sino que eran 4 MiG que estaban volando en una formación extremadamente cerrada.
Pero la cosa no terminó ahí, ya que cuando el misil impacto contra el caza, la explosión fue tan potente que terminó por derribar a tres de los cuatro MiG iraquíes.
Además de su potente radar, el F-14 se destacó por su tamaño, que le permitió cargar misiles de mayor poder de fuego, como el AIM-54 Phoenix utilizado ese día, que con un alcance de 190 kilómetros y una velocidad de Mach 5, era el misil aire-aire con mayor alcance entre todo el arsenal estadounidense de la época.
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