En materia gastronómica, Vietnam tiene más
que ofrecer que sólo sopa pho y comida callejera. En Ciudad Ho Chi
Minh, la antigua Saigón, también hay desde hace tiempo restaurantes
vegetarianos ecológicos. En Vietnam, la sostenibilidad se ha
convertido en un estilo de vida pero también es una respuesta al
creciente problema de la basura.
A Yen-Linh le causa rabia la presencia de basura plástica. Cuando una
vez más aparecieron bolsas de plástico de color rosa delante de la
puerta de su restaurante Royal Saigon, decidió tirar las
bolsas de papas fritas, vasos de yogur y botellas de plástico a su
acuario para simbolizar la creciente contaminación del mar de la
China Meridional. Desde entonces, los peces del
acuario nadan entre la basura como mensaje de advertencia.
Yen-Linh sirve a los nativos y turistas ensalada de raíz de coco,
champiñones chinos estofados y chauchas careta fritas. Saben muy
sabrosos, junto con cerveza Té-Té.
Ciudad Ho Chi Minh es una urbe bulliciosa y caótica por cuyas calles
se desplaza una avalancha de motocicletas y mototaxis pero sin que
los conductores toquen bocina, insulten o hagan gestos enojados a
otros usuarios de la vía pública.
La antigua Saigón tiene unos diez millones de habitantes, poco más de
ocho millones de motocicletas y produce diariamente 11.000 toneladas
de basura. Son datos que sacan de quicio a los ecologistas en esta
metrópoli. Ellos han lanzado una campaña para promover el uso de
pajitas de bambú, botellas retornables y vasos de porcelana. Como
efecto secundario de la campaña ha surgido un nuevo estilo de vida
que está de moda ahora y que también pueden descubrir muchos
turistas: pueden alojarse en ecohoteles verdes, probar zumos
biológicos en bares situados en azoteas y saborear verduras fritas en
puestos de comida vegetariana.
En una caja de madera en la tienda Thèm (Deseo) hay pomelos
jorobados, jengibre arrugado, raíces de galanga terrosas y pequeños
melones. Sin embargo, Phuc y Khanh, de 27 y 24 años, tienen una cara
radiante. No les importa que sus verduras y frutas tengan un aspecto
poco atractivo: así, todo el mundo puede ver que sus productos han
sido cultivados de forma orgánica, sin pesticidas. Los dos alquilan
una tienda en el corazón de Ciudad Ho Chi Minh. Junto a la tienda hay
un comedor popular vegetariano y a la vuelta de la esquina hoteles
boutique, hostales y bares que están de moda.
Para los budistas, vivir en armonía con uno mismo y con el mundo es
una necesidad. Los días vegetarianos, determinados por el calendario
lunar, permiten una limpieza interna. En el restaurante Hum se
sirven en elegantes mesas de madera platos como sopa de azafrán,
ensalada de flor de plátano, palmitos asados y tofu tierno. Todo es
vegetariano.
Do Truoc, el guía turístico, habla de su pasado, de la Guerra de
Vietnam, cuando nadaba por ríos salvajes con la mochila a la espalda
y la ametralladora encima de la cabeza. “Qué bueno que hoy nos
preocupemos por la basura plástica y no por cómo sobrevivir día a
día”, dice mientras tira a conciencia la envoltura de
su caramelo al tacho de basura más cercano.
DPA
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