Más de 70 ballenas aparecieron muertas en las costas de Península Valdés, en Chubut, lo que ha generado preocupación en las autoridades provinciales. En los últimos años, ha habido un incremento en la cantidad de mamíferos marinos fallecidos, un hecho que ha despertado las alarmas. Las ballenas fueron encontradas en áreas de difícil acceso, y las autoridades han desplegado equipos para remover los cuerpos. El trabajo se realiza en conjunto con diversas organizaciones, entre ellas la Dirección de Flora y Fauna y la Administración de Vialidad Provincial.
La hipótesis principal de los investigadores es que las ballenas podrían haber consumido algas tóxicas, una causa natural de muerte que afecta a mamíferos marinos en distintos mares del mundo. Gabriela Bellazzi, presidenta del Concejo Deliberante de Puerto Pirámides, indicó que este fenómeno podría estar relacionado con una "toxina natural", conocida como "mareja roja". Esta toxina se produce por "floraciones algales nocivas" que generan sustancias tóxicas capaces de afectar la salud de animales y personas.
Las autoridades han pedido a los vecinos y turistas que no se acerquen a las ballenas varadas debido a los posibles riesgos para la salud. Bellazzi advirtió que estas toxinas, en ciertas concentraciones, pueden "causar problemas en la salud de algunos animales, incluso de las personas". Además, el estado de descomposición de los cuerpos ha causado olores desagradables, lo que ha generado quejas entre los habitantes de la zona.
Pese a la situación preocupante, Bellazzi explicó que eventos de esta índole son parte de "procesos de fenómenos naturales". Aunque el número de ballenas fallecidas es alto, la funcionaria destacó que "el número actual de muertes no es alarmante". Este tipo de eventos puede ser cíclico y no siempre implica una amenaza grave para la población de ballenas en general.
Las tareas de remoción de los cuerpos de las ballenas buscan mitigar los efectos negativos en el área, especialmente en términos de higiene y salud pública. Los esfuerzos incluyen la participación de múltiples organismos y voluntarios, con el objetivo de limpiar la costa y evitar cualquier riesgo sanitario. La situación ha puesto en evidencia la necesidad de monitorear de cerca estos fenómenos y de educar a la población sobre los riesgos asociados a la "mareja roja".
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