Stöckl y su equipo de seis hombres decidieron ir al desierto de Atacama en Chile. Un lugar inhóspito, donde sólo hay piedras y cantos rodados.
“Con el descenso de Nicaragua no me divertí todo lo que quería, no fue un gran reto. Cuando regresé a casa empecé a buscar otra montaña desde la que tirarme. La encontramos en Chile”, cuenta Stöckl.
El atleta austríaco eligió un desierto con una montaña que se encuentra a 3.972 metros de altura, en el que hay un desnivel de 45 grados. Desde el comienzo hasta el final la distancia era 1.200 metros de arriba hacia abajo. Además, este lugar era ideal por la poca resistencia al viento.
Max utilizó un traje especial con airbag, similar al que emplean los corredores de esquí y los saltadores. El casco lo fabricó el mismo. Por supuesto, la bici no podría haber sido otra que una Mondraker de descenso, a la que no se le añadió ni quitó nada para hacerla más rápida.
Stöckl probó el descenso ocho veces para encontrar la línea ideal y ver qué velocidad podría alcanzar para así batir el récord del mundo.
“Cuando vas rodando a más de 160 km/h cada km por hora extra requiere un esfuerzo enorme. Esta fuerza tiene un gran impacto en la bici y en todo el cuerpo”, relata Stöckl
En el intento se registró una velocidad de 167,6 km/h, por lo que se batió el récord anterior. Para ello Max necesitó 11 segundos y 650 metros ¡No está mal para alguien que no es considerado como un atleta profesional!
“Estoy exhausto, a pesar de que sólo fueron 20 segundos. No puedo expresar mis sentimientos. Aunque sabes que sólo es 10 o 15 km/h más deprisa que en la prueba de entrenamiento, simplemente verte en la cumbre, mirar hacia abajo y sentir la adrenalina... ¡Es un momento inolvidable!”.
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