Si hay una actividad deportiva que conecta íntimamente al hombre con la naturaleza y, en especial, con los animales, es la caza. Sin embargo, pocos son los expertos cazadores que a la hora de explicar el porqué de su vocación, se quedan sin respuesta y hasta sorprendidos por la simple pregunta.
Lejos de tratarse solo de una gran pasión, hay distintas corrientes científicas que afirman que cazar es algo innato, un tiempo de libertad y autorrealización, un regreso a la infancia y hasta una terapia altamente efectiva. De hecho, hay estudios que han demostrado que el solo hecho de andar por el bosque estimula los procesos químicos que reducen el nivel de estrés del cuerpo. Una caminata de tan sólo 10 minutos reduce inmediatamente el estrés, la ansiedad y la presión sanguínea.
“Cazar es algo que llevamos en nuestros genes, es algo innato al ser humano. El éxito en conseguir comida, para sobrevivir y estar bien nutrido, depende no sólo de las habilidades para perseguir, capturar y matar, sino también del gusto por hacerlo”, afirma Juan Carranza, director de la Cátedra de Recursos Cinegéticos y Piscícolas de la Universidad de Córdoba, Andalucía, en España, en una entrevista de la revista Jara y Sedal.
Caza menor: anticipo de una temporada exigente
Por su parte, el antropólogo y licenciado en medicina y cirugía, Francisco Giner Abati, considera la caza fue uno de los factores fundamentales que contribuyeron al proceso de hominización y del comportamiento del ser humano. “Los cerebros de nuestros ancestros ya presentaban las estructuras base del comportamiento cooperativo y de las emociones, substrato de una actividad como la caza”, aseguró.
“Todavía hoy hay muchas tribus africanas, como los Baka pigmeos, que consideran a la caza una religión. Además, en muchos casos, la dieta de estas poblaciones es más sana que la de algunas sociedades del primer mundo ya que no sufren enfermedades crónicas típicas del progreso, ni padecen patologías mentales tan prevalentes en nuestras sociedades avanzadas”, agregó.
Por último, para el escritor y pescador conservacionista español Ramón Soria, la caza “es una actividad lúdica que conecta con el juego infantil y las actividades sociales que permiten desconectar de la vida ordinaria, adulta, para volver temporalmente a un estado de infancia mitificada y salvaje, pero articulada con un mínimo de reglas”.
“Cazar tiene un sentido de necesidad tan terapéutica como caminar o jugar a pelear a través de rituales deportivos. Es la sublimación de una arcaica lucha por la vida con dos herramientas que no dependen de una organización social sofisticada: la inteligencia y el esfuerzo físico personal o con un grupo de iguales”, concluyó Soria, entrevistado también por el medio español Jara y Sedal.
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