El 2017 será recordado por las zonas anegadas, los fríos tardíos, las lluvias recurrentes los fines de semana, los altos costos de traslados e insumos, y tantos otros factores que jugaron un papel tan crucial como desalentador para el cazador, que redujo notoriamente sus salidas, a pesar de que se vendieron igual cantidad de permisos de caza menor que el año anterior. Para todos aquellos que deseen saber cómo será la temporada 2018, es primordial conocer el terreno y el pronóstico climatológico para mayo, mes de apertura de la caza menor. De esta manera, iremos aprestando nuestra escopeta y acopiando la reserva de cartuchos necesaria.
Sequía y altas temperaturas
El Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) de la provincia de Buenos Aires y otras fuentes consultadas, entre ellos profesionales, ganaderos, campesinos y colegas cazadores, coincidieron en que la temporada de este año se caracterizará por las sequías y las elevadas temperaturas, lo que implicará una gran pérdida de humedad del suelo. En algunos casos, esto conllevará la imposibilidad de siembra, como puede ser la situación de General Villegas, que tuvo zonas bajo el agua y hoy peligra su siembra porque su suelo no posee la humedad mínima necesaria, en buena parte culpa del hombre, que para combatir las inundaciones drena en exceso la tierra.
Ahora la gran pregunta es: ¿cómo afectó esto a la caza menor? La repercusión es fuerte, ya que cambia totalmente el mapa de anidadas de perdices, que aproximadamente se realiza en febrero y que se espera bueno tanto para esta especie como para las liebres, debido al clima. Lo que sí disminuirá es la cantidad de ejemplares de patos, muy abundantes en 2017 gracias al aumento de los espejos de agua pero este año se estima el efecto contrario.
Sin embargo, no pasará lo mismo con las palomas, que están ganando espacio gracias a su capacidad de adaptarse y reproducirse, algo que está despertando preocupación –sobre todo en los campos de siembra– ya que nadie está controlando el incremento de su población.
Este año la cantidad de perdices será similar al anterior pero distribuida en una mayor extensión de hectáreas, lo cual requerirá una mejor observación de los campos y sus pasturas. Habrá que saber leer lo que buscan nuestras presas: comida, agua y refugio, ya que habrá menor densidad por superficie. Las mejores zonas serán las lomadas verdes de campos ganaderos o, en menor medida, los bordes de las tierras sembradas, sobre todo con maíz. El tamaño será menor en general, lo que les otorgará un vuelo y carrera más veloces.
Aprovechar los meses previos
Los cazadores deberán estar más atentos, ágiles y rápidos, en especial aquellos que no cuenten con un perro que levante la marca. Entonces, seguramente los errores vendrán por doquier. Para evitarlos se recomienda mejorar la técnica realizando prácticas en las pedanas habilitadas de los polígonos de tiro. También se puede buscar en el mercado algún accesorio para mejorar el rendimiento, como un colimador láser: dispositivo que se coloca dentro del cañón y emite un haz de luz de gran precisión, que sirve para mejorar la puntería. Ideal para determinar si uno debe tapar o ver la presa según la escopeta y la técnica de tiro que utiliza.
La temporada 2018 no promete una mejora importante con respecto a la anterior, aunque en realidad no hay motivos para de-silusionarse. El número, tamaño y área por recorrer tal vez jueguen en contra, lo que demandará exprimir al máximo la técnica, habilidad y puntería de cada uno. Habrá que hacer un esfuerzo mayor pero, como ya sabe cualquier cazador con un mínimo de experiencia: mientras más difícil es el tiro, más se disfruta cuando se da en el blanco.
Nota completa publicada en revista Weekend 545, febrero 2018.
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