Tuesday 19 de March de 2024
AIRE LIBRE | 21-04-2020 16:18

El aire que respiramos mata 12 de cada 100 personas

Reducir las emisiones de carbono negro, desulfurar combustibles y utilizar energías renovables evitaría el 36 % de los casos de cáncer de pulmón y el 34 % de los accidentes cerebrovasculares, entre otras enfermedades. Hoy puede ser un buen día para replantearnos el mundo que queremos.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que a medida que el mundo se calienta y aumenta la población, nuestros motores continúan emitiendo emisiones sucias y la mitad del mundo no tiene acceso a combustibles o tecnologías limpios (como estufas y lámparas eléctricas). El mismo aire que respiramos se está volviendo peligrosamente contaminado: 1,2  de cada 10 personas está respirando ahora aire contaminado. La mayoría de las muertes atribuibles a la contaminación atmosférica están relacionadas con enfermedades no transmisibles: 36 % por cáncer de pulmón, 35 % por enfermedad pulmonar obstructiva crónica, 34 % por accidentes cerebrovasculares y un 27 % por cardiopatías isquémicas (la sumatoria excede el 100 % porque dos o más enfermedades pueden subyacer en forma conjunta). 

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Sin embargo, el mayor impacto se da sobre la mortalidad infantil, ya que más de la mitad de las muertes de niños menores de cinco años por infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores son debidas a partículas inhaladas por la contaminación del aire interior producto del uso de combustibles sólidos, lo que ocurre mayormente en hogares pobres. Estos datos no incluyen la disfunción cognitiva que la mala calidad del aire provoca en niños y adultos, ni la alteración del cerebro del feto por la exposición de embarazadas a la contaminación del fluido aéreo.

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El mismo organismo estimó que una de cada nueve muertes en todo el mundo es el resultado de condiciones relacionadas con la contaminación atmosférica. Si lo dividimos por nivel económico, advertiremos que en América son atribuibles a la contaminación del aire 93.000 defunciones anuales en los países de ingresos bajos y medios (18 por cada 100.000 habitantes) y 44.000 en los  países de ingresos altos (7 por cada 100.000 habitantes).

Sin duda, es difícil escapar a la contaminación del aire, independientemente de cuán rica sea la zona en la que uno viva. Sus contaminantes microscópicos pueden sobrepasar las defensas de nuestro cuerpo y penetrar profundamente en nuestro sistema respiratorio y circulatorio, lo que daña nuestros pulmones, corazón y cerebro. La falta de contaminación atmosférica visible no es una indicación de que el aire sea saludable. En las ciudades y pueblos de todo el mundo, los contaminantes tóxicos superan los valores anuales promedio recomendados en las directrices de la OMS sobre la calidad del aire.

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Mientras que las partículas con un diámetro de 10 micras o menos (≤ PM10) pueden penetrar y alojarse en los pulmones, las partículas que son todavía más dañinas para la salud son aquellas con un diámetro de 2,5 micras o menos (≤ PM2.5), que resultan tan pequeñas que 60 de ellas forman el ancho de un cabello humano. Esas son las que pueden penetrar la barrera pulmonar y entrar en el torrente sanguíneo, aumentando el riesgo de las enfermedades mencionadas anteriormente. El ozono es uno de los principales factores que causan asma (o lo empeora), pero no el único: se suman el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre que producen síntomas bronquiales, inflamación pulmonar e insuficiencia pulmonar.  

Y en el Día de la Tierra, ¿qué puede hacer el mundo para reducir esta contaminación?

“Cuando reducimos la contaminación del aire de fuentes de diésel, obtenemos una reducción en las emisiones de carbono negro. Esta es una gran victoria para la calidad del aire y el clima ”, asegura Josh Miller, del Consejo Internacional de Transporte Limpio. Una estrategia es la desulfuración global de combustibles de vehículos terrestres, que podría evitar 500.000 muertes cada año para 2050 y ahorrar U$S 18 trillones en costos de salud (16 veces más de lo que costaría la desulfuración). En Europa y América del Norte ya están avanzando firmemente hacia los combustibles con niveles bajos y ultrabajos de azufre, que tienen emisiones sustancialmente menos dañinas. Sin embargo, más de la mitad de los países del mundo, en su mayoría los de ingresos bajos y medios en África, Asia y América Latina, aún no lo han hecho. Es fundamental para la salud global y el clima apoyar a estos países a avanzar hacia combustibles más limpios.

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Las políticas para reducir la contaminación del aire pueden proporcionar directamente beneficios de salud e, indirectamente, reducción de los efectos del ozono y del carbono negro sobre el clima extremo y la producción agrícola (que afecta a la nutrición y la seguridad alimentaria). Por otro lado, cambios en la dieta, incluyendo el aumento del consumo de alimentos a base de vegetales y la reducción en el consumo de carnes rojas y procesadas, tienen beneficios inmediatos para la salud, mientras que disminuyen la demanda de productos pecuarios asociados a las emisiones de metano. Además, el cambio climático produce una serie de efectos adversos sobre la salud, a través, por ejemplo, del aumento de sequías y de fenómenos meteorológicos extremos (por ejemplo, huracanes e inundaciones), así como de enfermedades transmitidas por el agua y los alimentos. También puede aumentar la incidencia de enfermedades transmitidas por vectores como el dengue y la malaria.

Las políticas y las inversiones en transporte público sostenible, como el tránsito rápido de autobuses basado en tecnologías de emisiones más bajas, un parque automotor menos contaminante (eléctrico, por ejemplo), la reducción de emanaciones tóxicas de fábricas, la producción de enrgías renovables (eólicas y solares) y las redes de senderismo y ciclismo, también pueden tener beneficios inmediatos para la salud al promover viajes activos seguros, reducir los niveles de contaminación atmosférica, el ruido y el tráfico, proporcionando reducciones sustanciales en las emisiones de CO2. Las soluciones energéticas domésticas limpias (estufas a gas o electricidad) también ofrecen grandes beneficios, incluyendo una exposición reducida a la contaminación del aire en el hogar y al aire libre.

Cifras que deberían asustarnos
En todo el mundo, 4,2 millones de muertes prematuras fueron atribuibles a la contaminación del aire ambiental exterior en el 2016. Alrededor del 88 % de estas muertes ocurrieron en países de ingresos bajos y medios. Veamos las cifras comparadas.

Países de ingresos bajos y medios de:

  • Sudeste de Asia: 1.332.000 muertes
  • Pacífico occidental: 1.255.000 muertes
  • África: 425.000 muertes
  • Mediterráneo oriental: 319.000 muertes
  • Europa: 304.000 muertes
  • América: 164.000 muertes

Países de ingresos altos de:

  • Europa: 205.000 muertes
  • América: 95.000 muertes
  • Pacífico occidental: 82.000 muertes
  • Mediterráneo oriental: 17.000 muertes

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Mejorar la Tierra en su día puede comenzar hoy. Solo es cuestión de dar el primer paso, porque si hay algo que está comprobado, son los beneficios de empezar cuanto antes.

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Marcelo Ferro

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