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TURISMO | 19-10-2018 18:42

Sierra de la Ventana: entre la naturaleza y la historia

La región bonaerense cuenta con una fuerte tradición turística y variados atractivos, que ahora ha renovado su oferta hotelera y gastronómica

Todo gira en torno de un hueco, un agujero, como si fuera un gran ojo desde donde se puede ver el paisaje hasta donde alcanza la vista. Como si fuera un gigantesco mangrullo. Y esa es la gran ventana a la cual todos los visitantes quieren llegar y asomarse.

Es la gran abertura que le da nombre y sentido a toda una región, antes habitada por indios y gauchos y hoy por turistas que llegan de distintos puntos del país. Para los aborígenes era casuhati (el mirador), una apertura que mide cerca de 8 m de alto por 5 de ancho y casi 10 de profundidad y que, según los expertos, se habría formado al derrumbarse, por la acción erosiva del agua y del viento durante miles de años, la pared del fondo de una gruta en la cumbre del actual cerro Ventana.

La formación rocosa es parte del sistema de Ventania, el conjunto montañoso más alto de Buenos Aires, con el cerro Tres Picos como el más elevado de la provincia, con 1.239 metros.

Esta formación se encuentra dentro del parque provincial Ernesto Tornquist, un área protegida de unas 6.000 ha que ofrece avistaje de flora y fauna pequeña muy variada. Pero también se pueden realizar caminatas con distintos niveles de exigencia. Las más requeridas son llegar hasta la apertura emblemática del lugar (unos 7 km en ascenso que demanda 5 o 6 horas) o la cascada Garganta Olvidada (unos 12 km más planos que insume cerca de 5 horas). En verano, Los Piletones, una olla natural, permite un chapuzón refrescante. Todos estos recorridos se hacen con guías en grupos de hasta 20 personas. También hay senderos autoguiados libres.

 

Atractivo fotográfico

 

Como sucedió con muchos pueblos del interior del país, el ferrocarril fue fundamental para el desarrollo poblacional. En ese caso, hacia 1903, una gran porción de tierras, entonces en manos de Dietrich Daniel Meyer, fueron vendidas al Ferrocarril del Sud para el tendido de la línea Constitución-Bahía Blanca. Así se estableció la estación Sierra de la Ventana y poco antes la estación Sauce Grande. Hoy, la vieja estación, sus puentes de acero remachado y la vía única elevada son un notable atractivo fotográfico.

Si bien genéricamente la zona es conocida como Sierra de la Ventana –dentro del municipio de Tornquist–, en los últimos años las actividades turísticas se han extendido a lo largo de las rutas 72 y 76 hacia San Andrés de la Sierra, Saldungaray, Villa Ventana y La Gruta. La mayor cantidad de turistas llegan desde Capital Federal, La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca, con una afluencia de unos 600.000 visitantes anuales que pasan entre cuatro y cinco días, en general fines de semana largos.

Este movimiento provocó un aumento de todos los servicios dedicados al turismo, empezando por el crecimiento de la oferta hotelera que hoy llega a unas 7.500 plazas, con abundancia de complejos de cabañas para grupos familiares con todos los servicios y comodidades de hoteles de 4 y 5 estrellas, incluido Wi-Fi, ubicados en zonas frente al cordón serrano.

Si bien los hospedajes están alejados del bullicio, al mismo tiempo en pocos minutos se accede en auto o micro a las atracciones turísticas que se disfrutan dentro de un marco natural.

 

Múltiples actividades

 

Cabalgatas de diferente duración, grado de dificultad y recorrido. La más emblemática es Sierras de la Ventana y pinturas rupestres. Dura de unas 4 horas. Luego de la primera hora, el paseo lleva a internarse detrás de paredones que resguardan una pequeña cueva tapizada de helechos y vestigios de civilizaciones pasadas. También se pueden encarar travesías a pie o en bicicleta, sin horario, es un lugar donde lo que sobra es el tiempo.

Para los que prefieren los caballos mecánicos, desde Villa Ventana parten excursiones en 4x4 hacia el interior de la estancia Las Vertientes. La experiencia mete a los visitantes en un recorrido de manejo muy técnico, entre piedras y cruce de arroyos, con el objetivo de llegar lo más alto que permitan el camino y meteorológicas. Si uno se queda quieto en determinados lugares se pueden ver ñandúes, zorros, ciervos y muchas aves.

Otra de las ofertas que tuvo un notable crecimiento en cantidad y calidad es la gastronómica. Si bien hay propuestas para todos los gustos, prima el sabor a comida recién hecha y con productos naturales. Por ejemplo las carnes a la parrilla en Puesta del Sol; las copas de frutos rojos de Dionisio; las pastas de El Mirador; la gran fuente con sopa libre o el carrito de postres en La Península; la omelette de verdura en Agua Pampas; y las degustaciones de vinos con empanadas de vegetales en la Bodega de Saldungaray, con viñedo incluido, en lo que era un viejo silo.

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Alejandro Fischer

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