Además de practicar esquí y snowboard en las hermosas pistas de Aspen Snowmas, hay otros atractivos para disfrutar. Especialmente la ciudad de Aspen, que se encuentra al pie de la montaña. Entre 1879 y 1893, se estableció como una lucrativa ciudad minera de plata y con ella llegó la riqueza, incluyendo las calles con diseño cuadriculado que permanecen aún hoy, además de extravagantes residencias victorianas en el West End y lugares de interés cultural con todas las comodidades modernas de la época, incluido el Hotel Jerome y el Wheeler Opera House. Sus orígenes se remontan a los terrenos de caza de verano de la tribu indígena ute hace más de 125 años. La abundancia de alces, osos y pumas hicieron de este valle una de las paradas más importantes para ellos.
Aspen Snowmass: en busca del frío en verano
A fines de la década de 1880, más de 12.000 residentes vivían en Aspen, el doble de la población actual que reside durante todo el año. Cuando se desmonetizó la plata en 1893, la mayoría de las minas cerraron y los habitantes se marcharon en busca de trabajo en otras ciudades de Colorado. Los 300 que se quedaron entraron en lo que los lugareños llaman "los años tranquilos". Pero a finales de 1940, la comunidad volvió a crecer. Con una infraestructura establecida de sus días de minería, los veteranos de la Segunda Guerra Mundial y los europeos con herencia esquiadora comenzaron a imaginar pistas de esquí en Aspen Mountain.
Uno de los que regresó después de la guerra fue Friedl Pfeifer (arriba foto de su estatua), un veterano de la Décima División de Montaña que volvió a la cordillera Elk, donde una vez entrenó. y fundó la Aspen Ski Corporation, la Aspen Ski School y Buttermilk Mountain, y además convenció al industrial de Chicago Walter Paepcke, para que financiara el primera telesilla, Lift 1A. Creían que sería un lugar donde la mente, el cuerpo y el espíritu podrían ser uno y plantearon “la idea de Aspen”, una filosofía que sigue hoy en día fuerte en la zona.
Escapando del calor, destino Aspen
En la actualidad, quienes viven en aquí suelen decir que vinieron para pasar el invierno pero se quedaron para el verano. Los meses de clima cálido muestran la profundidad de la oferta cultural e intelectual de la ciudad de montaña, así como las oportunidades culinarias y de aventuras al aire libre. Unas vacaciones en aquí son una experiencia para la mente, el cuerpo y el espíritu, ya sea para aprender una nueva habilidad, alimentar una fascinación o simplemente absorber el espíritu de la montaña.
Recorrido invernal
En busca de momentos memorables en esta hermosa ciudad de edificios de ladrillos a la vista, recorrimos el sendero paralelo al Roaring Fork River, llegando hasta el Rio Grande Park que se encuentra frente al ayuntamiento, y visitamos el memorial dedicado al cantante country (y actor) John Denver (foto abajo), gran promotor de la zona. Siguiendo por esa zona se puede cruzar el Ron Krajian Bridge o llegar hasta Herron Park, siempre bien abrigados para disfrutar del paisaje nevado que es una característica de la zona en diciembre, enero y febrero.
También vale la pena recorrer los comercios instalados en construcciones tradicionales del 1800, junto a otras modernas y confortables. No sólo se encuentran locales de marcas de lujo como Gucci, Louis Vuitton o Ralph Lauren, también está la feria americana de Susy para llevarse un buzo de primera marca por apenas U$S 20, el local de sombreros de cowboy a medida (carísimos) Kemo Sabe, la acogedora librería Explore Booksellers o incluso darse una vuelta por el City Market, un supermercado perfecto para llevarse productos locales a muy buen precio.
Además se puede visitar el hotel histórico Jerome, que sigue en pie y es súper elegante, y el Aspen Art Museum (foto arriba), un museo artístico que tiene entrada gratuita y va renovando constantemente sus exhibiciones de cuadros, fotos e instalaciones contemporáneas provenientes de todo el mundo. Además tiene una confitería que se prolonga en un amplio roof top que ofrece vistas panorámicas de la ciudad y la montaña.
Gastronomía superlativa
La ciudad da para caminarla tanto de día como de noche (apenas pasadas las 17 baja el sol en invierno) porque es muy tranquila y amigable. Para deleitarse con comidas suntuosas, ya sea dentro del high class restaurante de The Little Nell, Element 47, como salir en búsqueda del French Alpine Bistro, un local pequeño y rústico en el que se ofrecen crepes, fondue, raclette y platos bien franceses, ubicado en un sótano que no es fácil de encontrar. No se sorprendan si en ambos restaurantes les hablan en castellano, incluso en porteño: es que muchos latinoamericanos viajan al invierno con trabajos de temporada. En ambos sitios, tanto la comida como las bebidas son exquisitas.
Y un plus es visitar el antiguo campus del Aspen Institute construido en base al estilo Bauhaus en los años ’40 por Herbert Bayer. Hoy se ha convertido en Aspen Meadows Resort, un hotel muy particular rodeado de parque y con su propio museo gratuito, The Resnick Center, dedicado al gestor del barrio. Tiene un restaurante y confitería con vistas inigualables de la montaña donde se pueden probar desde el brunch más abundante a los platos preparados por la chef Rachel Saxon. El transfer ida y vuelta a la ciudad es gratis.
A lo largo de los días pasados en Aspen, los locales comentaron que el verano en la zona es completamente diferente, frescos y soleados pero con muchas actividades de aventura para hacer. ¡Habrá que ir a conocerlo en esa temporada también!
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