Hace casi 50 años que pesco tarariras. Lo hice tan al norte como en Manaos (Brasil), tan al sur como en Maipú (Buenos Aires), tan al este como en Misiones y tan al oeste como en Córdoba. De las 20 especies del género Hoplias, según indican algunas fuentes, pesqué, al menos, cuatro fácilmente distinguibles. Las logré con carnada (a flote y a fondo) y con señuelos (en spinning y bait; una vez con mosca, pero dejo este tema para los que saben más). También capturé las grandes tornasoles en Uruguay y los enormes trairones en el Amazonas de Brasil.
Disculpen las autorreferencias iniciales, pero quiero prevenir que, además de los datos técnicos para pescarlas, se me van a derramar algunas emociones en el texto, por lo que significa este animalito tan noble, pez argentum, formador de señueleros, el único que nos da la posibilidad de pescar con artificiales de superficie, salvo algunas honrosas excepciones de situaciones muy particulares, por ejemplo, cuando los dorados cazan al pelo del agua.
La tararira se encuentra extendida por toda la zona cálida de los países de Sudamérica. En la Argentina está presente en la Pampa Húmeda, la Mesopotamia, el Litoral, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca y Salta. Los pesqueros propiamente dichos se encuentran en lagunas, diques, arroyos y ríos, en especial en sectores desbordados, de aguas más cálidas y bajas. Habita fondos de barro blando, no arcilloso ni arenoso, en zonas de mucha vegetación (juncos, lentejuelas, duraznillos, etc.), que también le sirven para que se alimenten pequeños peces, su dieta preferida, y como escondite para cazar al acecho aprovechando, además, su color gris verdoso que la camufla perfectamente. Son también los lugares donde hace sus nidos para depositar los huevos y reproducirse.
Curiosamente, en los diques del centro del país se encuentra en pisos rocosos y, a veces, en aguas profundas. Lo mismo sucede con la tararira tornasol (hemos llegado a pescarla a trolling, como si fueran dorados, en el río Yi) y el trairón que suele esconderse, literalmente, entre las piedras grandes o ¡hasta en los huecos de los troncos!
Ámbitos actuales
Lamentablemente, por razones climáticas (sequías) y humanas (zanjeos), se han secado muchas de las lagunas y charcos de la Pampa Húmeda llenos de tarariras. Las opciones más cercanas para los pescadores de los grandes centros urbanos son, entonces, los bajos costeros de los ríos de la Plata, Paraná y Uruguay, siempre dependiendo de que la altura del agua sea estable por varios días y no afecte el viento, ya que el metabolismo de este pez no requiere de una gran oxigenación y, por tanto, se aletarga aguardando la quietud.
En estos lugares, no obstante, la diferencia la hace una embarcación, mejor aún con guía, pues así se llega a los lugares más alejados de los frágiles sectores de cercanía humana y sin perder tiempo de largas exploraciones. Habrá que ver qué suceda en aquellas lagunas que recuperaron algo de líquido luego de las últimas lluvias, como Gómez de Junín, algunas de las Encadenadas de Chascomús o La Salada de Monasterio, pero temo que tardarán un par de años en volver a brindar buenos ejemplares. Siempre están latentes otras, como Monte, pero por su cercanía y accesibilidad, también suelen ser depredadas no bien se conocen los primeros piques. Las cavas formadas para las arroceras en provincias como Entre Ríos y Corrientes suelen tener buena pesca, por supuesto, si no fueron arrasadas por redes o pescadas intensamente sin devolución. Lamentablemente, al ser un pez fácilmente detectable, cuando se corre la información de que aparecieron en algún lugar, lo agotan quienes no respetan la naturaleza o quienes predican la consigna “pan para hoy; hambre para mañana”.
Hay también tarariras en lagos artificiales, como en las orillas tranquilas de El Tunal (Salta), Río Hondo (Santiago del Estero) y Urugua-í (Misiones), o en las bahías de Los Molinos, San Roque, Cruz del Eje o Río Tercero (Córdoba).
Equipos recomendados
Se pueden capturar tarariras desde embarcación, la costa o al vadeo. Con carnada se utilizan cañas de 1,80 m, aptas para líneas de 10 a 20 libras (1 lb = 0,453 kg), con reel rotativo o frontal, cargado con 100 m de multifilamento de 20 libras de resistencia, al que se lo remata con un boya, de tipo lapicera o cono, con nudo corredizo para cambiar de profundidad, cable de acero de 10 cm de largo y 20 libras, y un anzuelo 4/0 de pata larga, lo más fino posible (sin debilitar su calidad), para facilitar la clavada. Se encarna con filet de pescado o corazón vacuno.
El equipo para pescarlas con señuelos depende del tipo y peso de las tarariras buscadas y del ambiente. Si son pequeñas, con una caña de 8-15 libras alcanza, pero si el hábitat tiene muchos yuyos, hay que usar una vara más potente, porque la sutileza no permitirá mover la pieza, si se mete en una maraña vegetal. En cambio, los grades trairones exigen cañas de 20 y 25 libras, con multifilamento de 40 a 50 libras, no sólo por su peso sino por la presencia temible de palos y piedras filosas y, además, boca muy dura donde no es fácil clavar un anzuelo.
Pescando en el río Irirí (Mato Grosso) recuerdo cómo, al cabecear fuera del agua, ejemplares de 8 a 10 kilos se liberaban de mis señuelos crankbaits con dos triples. A mi caña le faltaba potencia y no tenía otra a mano. Por tanto, opté por unas cucharas ondulantes Novy con un solo anzuelo: no se escapó ninguna más. Para bait y spinning también se usa cable de acero de 10 cm de largo y 20 libras, con un mosquetón cerrado, para enhebrar el pitón, o de apertura y cierre, pero bien seguro, esos que exigen una yema del dedo fuerte.
Consejo personal
Generalmente, al comenzar una pesca de tarariras prefiero usar un señuelo más probado, más garantista, que otro que aún no utilicé nunca o llevo para testear. Esto me permite bajar la tensión que produce obtener los primeros ejemplares. Luego sí, empiezo con búsquedas extrañas.
Dentro de estos señuelos eficaces, los que más me rindieron son las cucharas giratorias (spinners) con pescadito de goma y los fat o gorditos chicos, tipo Fatty Crank de Gozio o Subwart de Storm. Claro que si hay mucha vegetación habrá que recurrir a ese notable invento llamado gomitas, señuelos blandos con la punta del anzuelo offset 3/0 o 4/0 escondida, que evitan los enganches. Los hay de muchas formas (pescadito, rana, rata, cucaracha, etc.) y colores (blanco y negro son mis predilectos).
La mayor cantidad y calidad de tarariras las obtuve pescando unos centímetros por debajo de la superficie pero, cuando están comiendo arriba, es muy lindo verlas atacar el señuelo y, para ello, se deben colocar señuelos de superficie. Si no hay yuyos molestos. Los chugger (tipo plop), las hélices y los nadadores (como el clásico Crazy Crowler) son divertidísimos. De lo contrario, es hora de los sliders, como el Goziolure o el Moss Boss de Heddon, aunque cuesta más clavarlos por tener el anzuelo hacia arriba.
Tips para empezar
Las gomitas chicas dan mucho resultado usándolas sin plomo, pero dejando que se hundan lentamente o con un pequeño plomito ubicado a un metro del cable de acero. Se las debe mover para que tengan vida, pero con mucha lentitud. Pruébenlas y nos cuentan.
Como casi siempre, las tarariras están menos activas y las gomas son blandas: las sostienen un instante más entre los dientes. Entonces no hay que apurarse a cañar sino acompañar bajando la punta de la caña para no sacárselas de la boca. Casi, casi como si se pescara con carnada.
Otro dato y para cualquier época: los primeros tiros con señuelos hay que hacerlos desde lejos a la orilla a la que nos vamos acercando. Muchas veces están concentradas allí y, si llegamos sin probar la vera y haciendo ruido, las espantaremos.
El vadeo es hermoso, porque nos permite estar en su mismo hábitat, pero tiene tres problemas: pisotear sus nidos, pisar una raya con su consecuente chuzazo (esto para lugares con vínculos con un río) y no percibir un pozo o caída profunda. Aconsejo usar waders por las ramas y sanguijuelas, pero cuidado con las profundidades. Todo lo que rodea la pesca de tarariras es muy divertido.
A disfrutar la temporada que comienza.
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