Friday 6 de December de 2024
PESCA | 18-02-2020 13:09

El río Salado amanece con grandes corvinas negras

En la zona de Lezama logramos capturar varios ejemplares antes de que saliera el sol. Todas las claves para no fallar.
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Según nuestros cálculos, las dos de la madrugada sería la hora clave: esa noche la marea crecería lo suficiente como para que las grandes corvinas negras ingresaran al río Salado, más aún si soplaba viento del sudeste que le metiera agua. Así que preparamos todos los equipos para no fallar y junto a Hugo Bustamante, Gastón Lustanzoff y Martín González partimos por la Autovía 2 para encontrarnos en Lezama con Mariano Anderson, nuestro amigo y guía de tantas aventuras.

En medio de la nada

La idea era armar el campamento contiguo a la orilla del cauce, tras recorrer unos 45 km de caminos vecinales y atravesar un paraje en el que no hay ningún tipo de servicio. Mucha leña para mantener calor y brasas durante toda la noche, un gazebo, asado y picada fueron los elementos complementarios, tan importantes como las cañas de 4 m de acción 8 o 9 y las varas enterizas de 3,90, ambas con reeles frontales o rotativos cargados con nylon de 0,40 mm y una salida del 0,70 mm, más conocida como chicote o salida trefilada, en cuya parte más gruesa anexamos la línea confeccionada con nylon de 0,60 mm y un anzuelo 6/0 reforzado y con retén de carnada. Finalmente, y para facilitar el lanzamiento, en el extremo colocamos una plomada ataúd de 80 a 120 gramos, según la correntada.

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Pero la cosa no terminaba ahí. Una de las tareas más importantes de la jornada era ir con luz de día a extraer cangrejos de la zona, fuente de alimentación de la corvina negra y, obviamente, el engaño que debemos elegir pero no colocar de cualquier forma. La correcta es tomar dos o tres, atarlos con hilo de goma y cortarles las patas con una pinza o tijera, para que una vez en el agua no se entierren nuevamente. El dato extra que desconocíamos es que Mariano utiliza cangrejos hembra, porque poseen mayor cantidad de feromonas (sustancias químicas que secretan los seres vivos con la finalidad de despertar ciertos comportamientos). ¿Cómo distinguirlos? Por el color de la panza: el de las hembras es más rosado.

Ambito geográfico

Por lo general, los cardúmenes de corvinas negras ingresan a la zona desde la bahía del río Samborombón, y extienden su presencia desde el partido de Gral. Lavalle hasta las costas de Necochea, con fuerte concentración muchas veces en la zona de Mar Chiquita. Las capturas pueden ir desde los 4 a los 35 kg de peso, con alguna sorpresa que supera estas marcas si las pescamos embarcados. Un trofeo difícil y envidiable que los pescadores siempre queremos desafiar y por el cual nos encontrábamos allí, al reparo de nuestro refugio en una noche fría (la temperatura en esta zona desciende de manera más que considerable).

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Antes de que oscureciera recorrimos el área para conocer más detalles: el río Salado alcanza aquí una profundidad media de 4,5 m y sus orillas uniformes están separadas unos 150 m, con barrancas muy pronunciadas en algunos sectores que van serpenteando el curso entre los campos. Para no fallar es fundamental llevar mucha luz artificial (linternas de cabeza, también) para detectar los piques. Además, waders o botas para poder acercarse a las zonas húmedas a izar las piezas. Sin olvidarse de: repelente, gorro de polar, abrigo y agua e infusiones para preparar bebidas calientes en el campamento. El detalle fundamental es mentalizarse de que se trata de una pesca difícil, por lo que hay que armarse de paciencia.

Luego del mate, el asado, la sobremesa y varios termos de café, todos tomamos posición en diferentes sectores del río y lanzamos nuestras líneas con el menú de cangrejo en el extremo. El primer ejemplar llegó a las tres de la mañana, cuando los sensores de pique dieron la alarma: siete kilos y una larga batalla con los reflectores alumbrando hacia el agua para que no se enredaran las líneas.

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Minutos después fue el guía quien pudo clavar otro magnífico ejemplar de 8,5 kg que peleó arduamente unos 15 minutos, hasta que, con la ayuda y voluntad del conjunto del equipo, la pudo izar del agua. Mi turno llegó recién a las cinco de la mañana, cuando empezaba a clarear: una pieza de seis kilos que picó muy cercana a la orilla.

Final con todas las luces

Media hora después, con el sol ya asomado, decidimos que nuestro tiempo había pasado. Nos llevábamos tres buenos ejemplares y dos piques perdidos: uno que cortó la línea y otro que no nos dio tiempo a clavar, pero que por su agresividad estimamos que superaba los 10 kilos. Así que, mientras tomábamos el enésimo termo de café para superar el frío, desarmamos el gazebo, eliminamos todas las huellas de nuestro paso para contribuir a la sustentabilidad del medioambiente y desandamos camino. Era la tercera vez que íbamos por las corvinas negras en pocos días (una semana, para ser más precisos) y ésta fue la primera exitosa con apenas tres ejemplares capturados durante una noche, lo que demuestra que es una figurita difícil, apta para los cultores de la paciencia. Dicen que el río Salado da revancha, y lo comprobamos. Para cuando esta revista esté en la calle, seguramente la pesca de las corvinas negras estará en su mejor momento, por lo que valdrá la pena hacerle unos tiritos.

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Gustavo Frontoni

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