Gracias a las posibilidades que nos brindan varios sitios web para conocer el clima a futuro, junto a Luis Chichi Yañez y Mauro Bittolo buscamos un día que soplara viento del cuadrante Sur para realizar uno de nuestros relevamientos anuales preferidos en el Río de la Plata: la búsqueda de los grandes pejerreyes de Playa Honda y sus alrededores. Sabíamos que estábamos fuera de fecha porque en teoría faltaba un mes, pero me adelanto al relato: los matungos están y pican firmes.
Para este tipo de pesca necesitamos cañas de entre 4 y 4,50 m de largo con acción de punta, reeles frontales chicos y medianos cargados con nylon monofilamento del 0,28 o hilo multifilamento de 16 a 20 lb (1 lb = 0,453 g). También hay pescadores que utilizan reeles rotativos o de bajo perfil. Las líneas más utilizadas son las de tres boyas, con el agregado –o no– de un cuarto anzuelo por medio de un boyarín o de un palito pescador que puede llevar hasta dos anzuelos. Lo ideal es armar estos aparejos con una separación entre boyas de 1,50 a 1,70 m, siempre dependiendo del largo de caña a utilizar.
Equipos para no fallar
El largo de brazoladas, salvo excepciones, no varía de entre los 10 y 30 cm, y los anzuelos que más se utilizan son los Mustad 1687, Gamakatsu B10S o Katashi Bios, entre otros, todos en tamaños Nº 1 al 2/0. Las carnadas de mayor rinde son las mojarras vivas o saladas, el filet fresco de dientudo o sardina, filet coloreado, lombriz blanca y, a veces, coludita. Con los equipos de pesca aprontados solo nos restaba completar con un balde portacarnadas, ancla de capa, aceite de pescado y una cuota de suerte.
Pejerreyes matungos al sur bonaerense
Muy buenos pejerreyes en tres lagunas
El Río de la Plata presenta varias situaciones de pesca y no siempre resultan óptimas las condiciones para enfrentarlas. Hay bancos de arena, canaletas entre bancos, suelos de barro o de conchilla, canales profundos, depresiones y en todos vamos a encontrar alguna mínima diferencia según los vientos, las profundidades, la presión de pesca, etc. Como para tener alguna referencia, podemos nominar varias zonas de pesca, todas plausibles de visitar y con buenas reseñas: los barcos hundidos Maca y Baldisera, El Arbolito, La Raja, barcos hundidos DiTomaso y Cientofante, boyas Unen A y B, Cementerio de los Barcos, isla San Gabriel, La Pastera, barco hundido Sofía y así hay muchos sectores más, siempre dentro del radio de lo que es la famosa Playa Honda, lugar de tantas anécdotas.
Sin viento pero con niebla
Tras evaluar el pronóstico y con la posibilidad de salir un día de semana, junto a Mauro y Chichi elegimos un lunes. Quedamos en encontrarnos en Pesca del Plata, ubicado en colectora de acceso a Tigre, frente a la estación de servicio Shell. El propietario del lugar, Adrián De Brito, nos esperaba con las bolsas de mojarras ya preparadas y muy bien servidas. Todavía era de noche y estaba todo muy tapado por la niebla; en verdad, no se veía nada.
Llegamos a la zona de Tigre sobre el río Luján, pedimos en la guardería que nos bajaran la lancha y comenzamos a cargar nuestros equipos. Subimos las cañas, los bolsos, un poco de comida y bebida, abrigo extra, chalecos salvavidas y fuimos derechito a cargar combustible. La navegación se hizo medio tediosa, no se veía un metro por delante, así que muy despacio, atentos a los ruidos, con mucha precaución y ayudados por el GPS.
Con un río muy alto, salimos por la boca del Luján buscando nuestro derrotero. Hasta ahí podríamos decir que algo de costa veíamos, así que buscamos la iglesia de San Isidro como referencia histórica y, proa al sol, comenzamos con la navegación a río abierto. El estuario estaba muy tranquilo, con un viento suave del Sudeste, pero a medida que nos alejábamos, y antes de cruzar el canal Emilio Mitre, otra vez nos vimos rodeados por la niebla. ¡Créanme que no se veía nada de nada!
Agudizando la vista, en el GPS náutico marcamos la zona de El Arbolito como lugar de pesca y hacia allí encaramos sin ningún tipo de consecuencia, pero optamos por alejarnos unos miles de metros hacia el Sur del objetivo. Antes de llegar, aminoramos la marcha, arrojamos el ancla de capa, paramos el motor y colgamos una botellita con aceite de pescado para formar la calle de ceba. Un pequeño orificio en la tapita iría dosificando lo necesario.
Los equipos los armamos con boyas de madera balsa Criterio Nº 219/1 y con palito desparejo 8/0, con y sin purpurina, en color verde limón. Encarnamos con una o dos mojarras por anzuelo y... brazoladas al agua. Los primeros piques fueron de dientudo y sardina. Con tiempo las líneas se fueron separando por el movimiento de la lancha a causa del viento (garete) y así se fueron dando los primeros piques de pejerreyes que tomaban tímidamente nuestra carnada. Si bien sumábamos pejes de todos los tamaños, aún no se daban los que estábamos buscando, que eran los gigantes de Playa Honda.
Explosión en el agua
De repente y casi sin ver la línea, Chichi clavó un cuarentón que se sacudió allá a lo lejos ,dando muestras de que era algo bueno. Después fue Mauro el que pinchó un pejerrey de casi 50 cm, muy combativo, todo como en una película de terror: sin ver nada alrededor debido a la espesa niebla reinante, la que le daba un marco cinematográfico a nuestra pesca. De repente mi línea, que estaba a unos 40 m de distancia, mostró un comportamiento diferente en la boya del medio. Entre tinieblas alcancé a ver que se produjo un bulo debajo de la línea, la boya se desplazó lentamente y... otra clavada certera para un pejerrey de 52 cm bien gordo que dio linda pelea antes de entrar en el copo. Algunas fotos con este hermoso ejemplar y nuevamente líneas al agua.
En este instante los piques se sucedían pegaditos a la lancha, a no más de 10 m de distancia. Los pejerreyes eran medianitos, pero por suerte estábamos todos afilados y clavamos unos cuantos. Sín embargo, aún faltaba lo mejor, el plato fuerte de la jornada y me tocó saborearlo personalmente. En el boyarín final de mi línea –una boyita esférica de 12 mm con brazolada de 10 cm de profundidad– sucedía algo extraño: se había pegado a la última boya y la línea caminaba distinta. Puse especial atención en la secuencia y cuando quise estirar el aparejo, vi el borbollón del pescado en superficie. Esperé lo suficiente pensando que aún no había comido, y clavé con ganas y de un golpe seco. El agua estalló y el pejerrey empezó a correr de lado a lado, solo quería desprenderse nadando velozmente. Les dije a mis compañeros que estuvieran atentos con el copo para izarlo a bordo, donde reparamos de que se trataba de un pejesaurio de casi 60 cm de largo, algo flaco, pero un pescadazo.
El Río de la Plata tiene estas cosas, no se cansa de regalarnos momentos únicos y repetibles. Por eso siempre digo: pesca de pejerreyes se escribe así, y matungos se pronuncia Río de la Plata.
Para agendar
- Carnada y asesoramiento: Pesca del Plata, Tel.: 2466-7890 / 6807-0349, Ex Combatiente Juan Sánchez 420, San Fernando.
- Guías: Mauro Bittolo, Tel.: 4177-2524; Julio Alquezar, Tel.: 5751-5776; Javi Pesca, Tel.: 6247-1462; Claudio Cairo, Tel.: 3137-5467; Elias Mica, Tel.: 5669-5294; y Juampi Ferrero, Tel.: 6094-9513.
Comentarios