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BIKE | 31-01-2019 14:34

Bicicletas de cromoly, las preferidas por los viajeros

Gracias a su resistencia, los bikers se vuelcan a estas bicicletas de acero, cromo y molibdeno, hoy en desuso, para hacer frente a largas travesías.
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No existe un antídoto para los que han viajado con la bicicleta cargada de alforjas. Una vez despierta esta adicción, la única manera de combatirla es viajando. Irónicamente, en tiempos de avances tecnológicos donde el carbono sigue creciendo y el aluminio es rey, muchos ciclistas optan por cuadros de cromoly.

Los motivos son varios, aunque uno de los principales es el clásico retorno a las fuentes, ya que fueron muy populares hasta el cambio de siglo. Aún así, para entender esto hay que meterse en la mente de un ciclista viajero. Dentro de él no existe esa lucha contra el peso que impulsa a muchos deportistas a limar gramo por gramo cada componente, el viajero lleva su casa a cuestas, por lo que 100 o 200 gramos no son una diferencia sustancial cuando se cargan 20 kilos o más. Lo mismo sucede con las distancias, puede que un día haga 120 km y al siguiente sólo pedalee 30.

El cromoly es una aleación de acero, cromo y molibdeno, que tranquilamente la podemos definir y resumir en dos palabras: resistencia y nobleza. Por más de un siglo ha sido el alma de la bicicleta y todavía sigue dando batalla, aunque el aluminio y el carbono sean los materiales predominantes de estos tiempos.

Pero para no aburrir con tanta teoría, lo mejor es recurrir a la experiencia de los viajeros que utilizan mountain bikes de cromoly para sus largas travesías.

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Leandro Varela es oriundo de Bahía Blanca y, a pesar de tener una bici de aluminio, para viajar utiliza a Linterna Verde, una Specialized Hardrock de 1994 diseñada para asfalto y ripio, que actualmente lleva más de 50.000 kilómetros rodados. Obviamente, a lo largo de los años cambió diferentes componentes debido al desgaste, pero jamás tuvo problemas de fisuras o roturas, a pesar de haber cargado las alforjas delanteras y traseras con más de 40 kg. Y por más que ha realizado algún viaje con la de aluminio, siempre recae en su fiel bicicleta de cromoly. Sus viajes se pueden seguir a través de su cuenta de Instagram: @leoviajero37.

En tanto, Flavio Pigazzi ya va por su tercera MTB para viajar. La primera fue una Halley de acero, luego pasó a una Zenith Manta y actualmente usa una Tibet –ambas de cromoly–; casi todas con suspensión delantera y transmisión Tourney 3 x 7. No ha realizado un conteo de los kilómetros andados pero en su blog –biciargentina.blogspot.com– podemos ver sus impresionantes viajes por Argentina, Chile y Uruguay, la mayoría por caminos de ripio. No considera pasarse al aluminio y generalmente pedalea con unos 25 kg de carga, distribuidos entre las alforjas traseras, un bolso triangular al cuadro y otro al manubrio.

Los únicos problemas mecánicos que ha tenido han sido un corte de cadena y una rotura de pata de cambio, pero el cuadro de la bicicleta nunca sufrió ningún contratiempo. Eso sí, él reconoce que la limitación de este tipo de bici, al ser de otra generación, es que no se le pueden adaptar frenos de disco.

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Los clásicos nunca pasan

Desde la Patagonia, Chelo y su Alejandrita –Specialized rodado 26 de 21 velocidades– llevan recorridos 15.000 kilómetros en los últimos ocho años. La única modificación que le hizo fue cambiar los rayos por unos trafilados de mayor resistencia. Por falta de experiencia, en sus primeros viajes llegó a cargar 50 kg en la parte trasera; ahora viaja normalmente con 30 distribuidos entre las alforjas traseras y delanteras. Pero más allá del peso y de circular generalmente por caminos de ripio, sólo tuvo inconvenientes con los cables de transmisión y los rayos. También viajó con una MTB de aluminio y la principal diferencia que notó fue una mayor estabilidad al pararse sobre los pedales. Aún así, su corazón está con el cromoly. Tal es así que acaba de comprar un GT de 1998, en perfecto estado, para jubilar a su querida Alejandrita. Sus travesías se pueden seguir a través de Instagram: @chelopatagonico.

En nuestro mercado no hay muchas opciones de bicis de cromoly 0 km, por lo que hay que recurrir a los contactos para adquirir una. Hay muchas que siguen rodando, pero otras han quedado olvidadas por ahí. Tengamos en cuenta que las últimas de este material se dejaron de vender a mediados del año 2004.

Este retorno a lo clásico es un fenómeno mundial. Marcas como Surley, Dawes, Kona y Salsa están atacando este nicho con modelos más modernos, acordes a los tiempos que corren. Pero diseñar desde cero una bicicleta para viajar tiene grandes ventajas, incluso algunas pueden utilizar rodado 26 o 28, además de que es posible colocarles –si no lo traen de fabrica– frenos de disco.

En nuestro país la firma Daigoro ofrece los modelos Trekking y Gen 2, diseñadas expresamente para viajar. Pueden venir en rodado 29 o en el novedoso –en la Argentina– 27,5 de tres pulgadas, también conocido como Mid Fat.

Por estos lares las opciones son acotadas, pero la garra y el ingenio todo lo puede, aunque haya que reconvertir frentes de dirección para adaptar horquillas o soldar anclajes al cuadro. Mutar la MTB a una bici de viaje es posible. Como reza el dicho popular: “No es la flecha, es el indio”.


Nota completa en Revista Weekend del mes de Febrero, 2019 (edicion 557)

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Aldo Rivero

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