En primer lugar, para entender cómo funcionan los compensadores y frenos de boca –dos artilugios de ingeniería–, debemos recordar que en las armas portátiles cortas y largas se suceden al momento del disparo dos fenómenos físicos: el relevo y el retroceso. Ambas reacciones físicas acontecen debido a la acción del proyectil moviéndose en dirección contraria a la que se sujeta o apoya el arma, es decir, hacia la boca del cañón, a lo que debemos sumar la velocidad y el peso que este lleva consigo.
En este sentido, y como es lógico, un proyectil más pesado va a generar una reacción de relevo y retroceso mayor que uno liviano, situación que se explica en física de acuerdo a la Segunda Ley de Dinámica de Newton, que dice: “La fuerza total aplicada sobre un objeto (en este caso un proyectil) es directamente proporcional a la aceleración que adquiere en su trayectoria”. Sin olvidarnos de la Tercera Ley de Newton: toda acción genera una reacción de igual intensidad, pero en sentido opuesto.
Entendido esto, pasaremos a analizar los denominados compensadores de boca que son adosados o –eventualmente– realizados directamente sobre el cañón de las armas cortas de fuego, y que no son más que dispositivos que cumplen la función principal de orientar los gases de alta presión que salen del ánima al momento exacto del disparo en dirección al relevo (hacia arriba), generando una fuerza de empuje contraria hacia abajo, tal cual sucede con la tobera de un cohete. Sabido es que por cuestiones de sujeción, apoyo, ergonomía y ángulo de la empuñadura, las armas cortas tienen mayor relevo respecto del retroceso.
Los compensadores pueden ser solidarios al cañón, lo cual significa que las perforaciones efectuadas para orientar el flujo de gases se ubican en la porción superior última del ánima, sobre el arma misma. Estos modelos, en general, hacen que el proyectil pierda un poco de velocidad debido a la dispersión de la energía.
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Pero también existen los compensadores (de aluminio, acero al carbono o inoxidable) que son acoplados a la boca del cañón por medio de rosca, o a presión colocando prisioneros o soldadura, y que en general tienen cámaras con perforaciones o aberturas longitudinales o perpendiculares que orientan los gases en dirección al relevo, similar al caso anterior. Estos últimos, además de atenuar el relevo, ayudan también a minimizar el retroceso ya que los gases al chocar con las paredes y bordes frontales de estos dispositivos generan una fuerza de empuje hacia adelante.
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En el caso de las armas largas portátiles, la acción se da proporcionalmente a la inversa, ya que el retroceso se siente más que el relevo, debido a que en las armas de estas características el apoyo geométrico se sitúa casi de manera paralela - lineal en el hombro del tirador. En estas situaciones, y para disminuir el retroceso, se emplean los denominados frenos de boca, que redirigen el flujo de gases a alta presión en dirección lateral o lateral diagonal trasera del arma, provocando en las paredes del dispositivo una fuerza de empuje hacia adelante (principio de Arquímedes). Estos dispositivos pueden colocarse también por medio de rosca o a presión utilizando prisioneros.
Por último, menos conocida y tenida en cuenta por los expertos en balística, es la fuerza de rozamiento o fricción estática y dinámica entre dos sólidos, como son el caso del proyectil y las paredes internas del cañón (ánima). Al momento exacto de empezar a moverse la bala se genera calor, una fuerza de resistencia opuesta al deslizamiento y una de empuje simultánea en dirección a la boca, lo cual se opone también, aunque mínimamente a la reacción de retroceso. Los fundamentos de esta fuerza de fricción fueron estudiados y desarrollados por el inventor y artista italiano Leonardo da Vinci, y sirvieron posteriormente en la aplicación de criterios, dispositivos e inventos de ingeniería.
Tanto en el en ámbito policial como militar, estos artilugios son muy difundidos y aplicados a las armas que se utilizan, ya que se pueden efectuar disparos en automático (ráfagas) de manera mucho más controlada y precisa, al utilizar pistolas ametralladoras y fusiles de asalto, pero también son muy útiles para ser empleados en fusiles de francotiradores o snipers. Por otro lado, y en lo que respecta a lo deportivo, los compensadores de relevo y los frenos de boca se vienen empleando para tiro práctico especialmente, y también en disciplinas de tiro a larga distancia (long range) con fusiles de grueso calibre. Para finalizar, es necesario aclarar que estos artilugios, además de colocarse como accesorios de manera individual, actualmente son fabricados en serie por muchas empresas de armas, debido a la probada utilidad que les ofrecen a los tiradores
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