Una multitud participó de la Misa y de la procesión por la el Señor y la Virgen del Milagro. Foto: Weekend.

Los peregrinos llegaron desde todos los puntos de la provincia, para pedir y agradecer. Foto: Weekend.

El Señor del Milagro volvió a recorrer las calles de Salta como lo hace cada año. Foto: Weekend.

El fervor de los salteños venidos desde todos los puntos de la provincia se puso de manifiesto en las tres jornadas de festividades. Foto: Weekend.

La Virgen del Milagro vuelve, luego de recorrer las calles de Salta, a la Catedral. Foto: Weekend.

Sala familiar en el Museo Uriburu. Foto: Weekend.

Salón del Museo Uriburo de Salta. Foto: Weekend.

Cabildo de Salta, hoy convertido en museo. Foto: Weekend.

Misa estacional solemnidad del Señor del Milagro en Salta. Foto: Weekend.

PEREGRINOS DE LA FE

Salta en el centro del turismo religioso

Unos 900.000 devotos llegados a pie desde todos los puntos de la provincia compartieron el fervor por la celebración de El Señor y la Virgen del Milagro.

Por Patricia Daniele

En la plaza 9 de Julio de Salta hay mucha gente. Entre ellos, un hombre de traje se quiebra por la emoción. Cerquita de él, dos señoras bajitas y de piel oscura rezan mientras sostienen claveles rojos y blancos. Son la ofrenda de los fieles en la celebración del Señor y la Virgen del Milagro que se hace cada 15 de septiembre en la ciudad, y a la que concurre aproximadamente un millón de personas, entre peregrinos, turistas y fervorosos locales. Y más allá se ven nenitos vestidos de angelitos, ofrenda de un milagro concedido como las veces que hubo terremoto y se sacaron a pasear las estatuas de los santos para evitar males mayores, siempre con el pedido concedido.

Organizada íntegramente por la curia local, el homenaje y la procesión en la que pasean a las imágenes religiosas tienen más de 400 años de una tradición que cumplen desde las personas más humildes a los terratenientes más poderosos. Son tres días de diferentes actividades que comienza con la llegada de los peregrinos a pie que llegan desde diferentes puntos de ese territorio y que culmina con una misa multitudinaria al aire libre (de la que participan también las autoridades locales) y la mencionada procesión. En la que se hizo el último y caluroso fin de semana (con 36 grados de un sol implacable), contó con la asistencia de unas 900.000 personas que toleraron el abrasador calor con un estoicismo digno de admiración.

Esto representa también una gran oportunidad para el turismo receptivo, ya que la capacidad hotelera de la zona se vio colmada a la par que los peregrinos eran recibidos y alimentados en monasterios, iglesias y galpones dispuestos especialmente para que los viajeros pudieran recuperarse. Del mismo modo, el servicio sanitario estuvo siempre presente atendiendo desmayos, pies ampollados y deshidrataciones. Es que muchos peregrinos, sobre todo los que llegaron desde el monte, caminaron desde temprano en la madrugada y paraban cuando el sol arreciaba, para retomar el paso al atardecer. Algunos llegan con los brazos llenos de naranja porque, en el camino, los pueblerinos les dan todo lo que pueden de sus propias producciones. Tal es el salto de fe que hacen en Salta, una provincia eminentemente religiosa donde hace poco se eliminó la educación católica de las escuelas oficiales, a costo de que los propios chicos quisieran seguir aprendiendo sobre el tema.

Gastronomía e historia

Una visita de este tenor es también promueve el disfrute de la gastronomía local: tamales, empanadas de carne o queso y algún cabrito guisado. Por supuesto bien regado con un torrontés de altura o una deliciosa cerveza negra que se llama como la provincia. Y las colaciones y dulces típicos, sobre los que reina el quesillo con cuaresmillo (una especie de durazno en conserva hiper dulce que combina a la perfección con la rusticidad del queso).

Salta capital es una ciudad que fomenta la caminata, y sus museos siempre esperan al visitante con su parsimonia y calidez. En esta visita descubrimos el dedicado a José Evaristo Uriburu instalado en la casona familiar de este presidente salteño. Un repaso por la vida de patios de las familias patricias de la ciudad, con el primer ambiente para recibir a las visitas, el segundo para que las mujeres se sentaran a bordar y rezar, el del dormitorio con muebles originales y retratos del siglo XIX y hasta el escritorio de su ilustre morador. Todo disfrutado en soledad y luego de pagar una entrada de $ 20.

Es que Salta siempre tiene algo nuevo para ofrecer, aunque sea en un viaje relámpago con visos de introspección y pedido. Siempre vale la pena. Una recomendación: si profesa la fe católica, anótese la cita para empaparse de esta celebración el año que viene.