La electrónica es casi mágica y perfecta, pero cuando falla resulta implacable: no avisa, nos deja de a pie en un segundo. Las computadoras de los vehículos entran en modo de emergencia, los sensores se des/activan y no responden a las demandas... y las baterías se mueren en el momento menos esperado, probablemente en el medio de la nada, donde es poco factible que alguien pueda auxiliarnos.
A lo largo de años de experiencia he visto muchas situaciones. Las últimas dos: una camioneta que tras cargar combustible no arrancó (al darle contacto solo se escuchaba clic-clic y las agujas del tablero enloquecían) y otra que se fue desvaneciendo en una ruta nocturna, al punto de apagarse las luces y detenerse el motor. En ambos casos no hubo señales previas de alerta: el indicar rojo de batería en el tablero jamás se iluminó.
Las conclusiones posteriores de los electricistas fueron, para el primer caso, que la batería se puso en corto y, para el segundo, que la plaqueta del alternador estaba detonada. “Ambas situaciones previsibles –acota Pablo D’Agostino, especialista consultado–, ya que una batería con cinco años de uso llevaba dos de bonus track, porque difícilmente un acumulador vehicular supere los tres años de vida útil. Es decir, a los dos años de instalado hay que hacerlo revisar, y a los tres, cambiarlo,aunque esté funcionando correctamente, más aún si nos aventuramos por terrenos inhóspitos en travesías 4x4”.
Es real que los argentinos, en general, no estamos acostumbrados a los mantenimientos preventivos. Cambiamos piezas cuando se rompen y atamos con alambre (o precintos) cuando se puede. Y esto es un grave error en el mundo off road, donde transitamos alejados de poblados que puedan resolvernos la mayoría de los inconvenientes, por más simples que puedan ser. Basta imaginar al propietario de una Ranger, Amarok, Hilux, S10, Frontier, Ram (o la marca que sea) en Las Ovejas, Neuquén; en Belén, Catamarca; o en Alto Jagüé, La Rioja (entre otras localidades que atravesamos en travesía), buscando un componente electrónico hiperespecífico y un electricista con conocimiento especializado dispuesto a la reparación. Lamentablemente, es pensar una utopía.
“En el segundo ejemplo –continúa D’Agostino– el alternador tenía más de 300.000 km y nunca había sido sometido a un chequeo, porque siempre anduvo bien... hasta que en un segundo dejó de funcionar. Y sí, la electrónica falla sin avisar, no es como una correa o un rulemán que podemos escuchar chillar y cambiar en consecuencia”. Entonces, lo correcto es actuar de manual: siempre previniendo con mantenimientos programados antes de salir de travesía.
Ahora bien, ante una situación eléctrica imprevista hay otra cuestión que podemos prever, y es llevar un arrancador portátil de batería, algo similar al power bank (o cargador portatil) con que recargamos el celular cuando estamos lejos de un enchufe. Se trata de un aparato que puede sacarnos de un apuro si la batería se muere, sea porque dejamos las luces encendidas sin darnos cuenta mientras el vehículo no estaba en marcha, o por cualquier otro motivo que el acumulador se deteriore (muchas veces el frío acelera la descarga). También (no siempre) puede resultar para cuando la batería entra en corto. El famoso clic-clic del primer ejemplo pudo resolverse con un shock de energía que permitiría salir del paso.
¿Cómo funcionan los arrancadores de batería?
A través de dos cables (positivo y negativo) que se conectan a los bornes correspondientes de la batería (cuidado la polaridad). Al darle arranque, el vehículo tomará energía del aparato (no de la batería muerta) y se pondrá en marcha. Luego será cuestión de dejar que el alternador haga su trabajo de carga del acumulador y de verificar por qué pasó lo que pasó. Pero al menos salimos del problema.
Ahora bien, la duda del millón es si esta energía afecta la computadora (ECU) de los vehículos, ya que bastante al respecto se comenta en los foros. Y D’Agostino asegura que “no, porque estos arrancadores no generan picos de tensión, no hay que confundirlos con los equipos cargadores-arrancadores de los talleres mecánicos que sí generan picos de carga y pueden afectar los componentes electrónicos. Los aparatos a los que apuntamos en esta nota se pueden usar en cualquier situación, aunque recordemos que llevan un mantenimiento. No podemos guardarlos cargados en la guantera y pretender que al cabo de un año funcionen. Al igual que los power bank de los celulares, están compuestos por baterías de litio que exigen un ciclo de descarga-carga una vez por mes aproximadamente (se recargan enchufándolos a 220 V), lo que no significa que haya que arrancar el vehículo con ellos, sino que se pueden descargar conectando celulares y otros equipos que se alimenten a través de un puerto USB. Este mantenimiento es fundamental para que el aparato esté en óptimas condiciones cuando lo necesitemos, y es lo que en cierta forma nos garantiza una vida útil de dos a tres años, 500 ciclos de recarga y hasta tres o cuatro arrancadas por carga. Rara vez vivirán más, al menos a recarga plena”.
En cuanto a marcas, hay varias. “Whurst, alemana, es muy buena –explica el especialista–, le siguen Bosch, Noco y, en orden de relación precio-calidad está Lüsqtoff. Después hay muchos equipos chinos de dudosas condiciones. Como en varios órdenes de la vida, lo bueno es costoso, y aplica en este caso también. No podemos pedirle lo mismo a un arrancador de $ 25.000 que a otro de $ 120.000 cuando las características técnicas de la publicación indican lo mismo. Alguien está mintiendo”.
Elección del amperaje
Por último, un dato fundamental al momento de la elección: el amperaje. La mayoría de los que están a la venta son de 350 A, aptos para motores nafteros hasta 1.6 litros de cilindrada. Las camionetas diésel precisan modelos de 600 a 800 A, que hay pocos y son más caros. Los de 600 A funcionan bien con motores gasoleros de cuatro cilindros hasta dos litros, lo cual no significa que no vayan a arrancar un vehículo más grande, simplemente estamos indicando lo que es correcto, después cada uno decidirá en base a su bolsillo, proyecto de viaje y conciencia de la emergencia (imaginemos que la camioneta no arranca –más complicado si es automática– en Corona del Inca, a 5.400 m de altura y a muchas horas a pie de algún poblador que pueda auxiliarnos, aunque eso signifique solo bajarnos).
Cuidados de la batería
- Un alternador que funciona bien carga, idealmente, +/- 13,8 volts.
- Si nuestro tablero tiene voltímetro, verificar repetidas veces este valor a lo largo del viaje.
- Un borne sulfatado puede indicar excesiva carga del alternador, mala masa, cables flojos o batería en corto, entre otras cuestiones, por lo que hay que hacerlo revisar.
- Para salir del paso y mejorar el contacto hay que limpiarlo con agua caliente. Nunca usar grasa, WD-40 o productos similares.
- Es importante verificar que la batería siempre se encuentre bien ajustada dentro de su compartimiento. Floja o suelta entrará en corto porque sus plaquetas internas se moverán y acelerarán su deterioro.
- Respetar la altura de vadeo del vehículo indicada por el fabricante, para que no se mojen los componentes electrónicos ni ingrese agua en el alternador (por lo general ubicado en la parte media-baja del motor).
- Llevar siempre un juego de cables para hacer puente de baterías. Los buenos son de 10 mm de diámetro (o más), con pinzas cocodrilo de calidad.
Taller consultado: D’Agostino Motorsport, Calle 13 Nº 434, esquina 528, Tolosa, La Plata. WhatsApp: 221 5067820. Instagram: @dagostino.motorsport
Nota realizada por: @mainumby4x4
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