Es mentira que en internet está todo. Para la búsqueda “Trepada del Yeso” no hay resultados. Una vez más estábamos sobre tracks por lugares a los que solo unos pocos se atreven. Sitios que exigen conocimiento del terreno, que demandan una guiada impecable, que requieren trabajo en equipo, que necesitan una planificación al milímetro y una logística tremenda.
El objetivo: trepar a la laguna La Fea (36,20209ºS, 70,461974º W), en el norte neuquino, casi en la frontera con Chile y en el límite con Mendoza, a 2.500 msnm: un ícono del off road que obliga al menos a una noche de campamento al pie de la Cordillera de los Andes, porque las distancias desde los poblados más cercanos son muy largas y porque los caminos no son tales, sino más bien huellas polvorientas que demandan técnica y precaución.
El plan llevó meses de averiguaciones, de estudio de waypoints y de cálculos de provisiones y combustible, porque pretendía ser un proyecto diferente a todo lo conocido en travesías 4x4. ¡Y lo fue! El concepto de campamento previsto rompía el esquema tradicional: los participantes no llevarían carpas. Mainumby4x4 esperaría a las 12 camionetas con las tiendas Campinox ya levantadas en la Pampa del Rayo (36,20416ºS, 70,40597ºW). La organización también desterraría los preceptos habituales de gastronomía en travesía: no habría sandwiches de milanesa y lechuga o de jamón y queso, sino platos de comida caliente: 120 porciones para tres almuerzos y una cena de campaña, con todo lo que exige movilizar un vehículo extra con un horno tipo pizzero, garrafas, conservadoras de frío, bebidas, postre y personal. “Chapeau”, fue la forma en que lo resumió un participante. Otro simplemente aplaudió al abrir la carpa y encontrarse con una prolija canasta repleta de amenities de higiene y alfajores para el desayuno.
La noche previa todos nos habíamos encontrado en el mejor hotel de Chos Malal, desde donde partimos a conocer el hito de la mitad de la Ruta 40 y a degustar un chivito asado en el camping donde sellan el Pasaporte Ruta 40. Allí, Verónica Romaña, directora de Mainumby4x4, explicó los detalles del programa de los siguientes días, efectuó sorteos, entregó obsequios y solicitó a los pilotos “tanque de combustible lleno, bidón extra completo y leña para el fogón”. Barrancas sería el último punto de reabastecimiento posible: una localidad con muy pocos habitantes, un par de despensas y una estación de servicio bandera blanca sobre la ruta. A partir de allí, durante dos días quedaríamos aislados del mundo: sin señal de celular ni posibilidad de aprovisionamiento de nada.
La verdadera expedición a lo largo del Meridiano 70 había comenzado: era momento de bajar la presión de los neumáticos a 25 libras para empezar a rodar polvorientos caminos a veces de ripio, otras de tierra y en ocasiones de piedra, pero con un común denominador: eran desconocidos por todos nosotros y, en general, por gran parte de quienes realizan travesías 4x4. Confirmé mi teoría cuando escuché a alguien comentar: “Por fin una propuesta off road fuera de los típicos calendarios repetidos y convencionales”.
Hacia la Trepada del Yeso
La Bajada de los Alamos, el valle del río Barrancas y la laguna Carilauquen con sus flamencos rosados ofrecieron los primeros imponentes paisajes. En esas tierras casi vírgenes almorzamos a orillas del cauce: empanadas y tartas caseras recién salidas del horno, mientras nos explicaban que el espejo de agua que acabábamos de dejar atrás, hace muchos años era bastante más alto, pero que su dique natural cedió y lo dejó casi vacío. “Sobre las laderas montañosas, a unos 80 m de altura, puede apreciarse la marca del antiguo nivel”, rematan. ¡Asombroso!
La Trepada del Yeso –antesala de la Pampa del Rayo– llegó luego de cruzar a unos jinetes al galope por las quebradas y de vadear unos profundos arroyos en los cuales los neumáticos quedaron completamente sumergidos y las trompas de las camionetas, inundadas hasta el capot. Esa sensación de adrenalina fue nada comparada con la nueva dificultad que ahora teníamos por delante: trepar una interesante pendiente de más de 300 m, ángulo complicado y suelo de piedra pómez de textura similar al talco. La técnica: 4x4 de baja, bloqueo y segunda a fondo sin salirse de la huella (pero intentando esquivar los pozos).
Pampa del Rayo
Tras uno, dos o tres ascensos, todas las camionetas superaron la prueba. Y el premio de hacer cumbre fue el avistaje del rayo: una canaleta de 70 u 80 m de profundidad y unos 250 m de ancho variable que apareció delante de nuestros ojos. Una falla geológica de millones de años y centenas de metros de longitud que se va angostando hasta llegar a unos 3 m (36,24807ºS 70,38501ºW), punto donde un puente de tierra permite cruzarla para apreciar profundidad y perspectiva en toda su dimensión. Acampamos próximo a uno de los extremos, pero tuvimos que esperar hasta el amanecer para darnos cuenta de ese inconmensurable paisaje en el que estábamos felizmente sumergidos al pie de la cordillera. Disfrutamos de las tiendas ya armadas, flanqueadas en un extremo por dos carpas de techo, mientras el más puro aire de los Andes se mezclaba con el humo de la leña y del cordero al asador formando un blend aromático inefable.
Ataque a la laguna La Fea
Con los primeros rayos de sol, todo el grupo se puso en marcha. A pesar de estar en la cordillera, nadie había pasado frío. La indumentaria y el equipo sugeridos por Mainumby4x4 a los participantes había sido el correcto. Cada cual calentó su agua para el mate en la marmita y el anafe (también solicitados en la hoja de travesía enviada previo a iniciar el viaje) y, a modo de desayuno, disfrutó del alfajor obsequiado la noche anterior. A disposición había, además, café, té y mate cocido. Sin desarmar las carpas (la organización se encargó de hacerlo), la travesía se puso en marcha hacia la laguna La Fea (36,19930ºS, 70,46692ºW), el objetivo final de la Expedición al Meridiano 70, un espejo de agua en forma de “U” de unos 10 km de largo y 2 de ancho, con una profundidad máxima de 250 metros que casi no tiene conexión con la red del río Barrancas y que desagua de forma subterránea hacia los arroyos Curamilio y Puente de Tierra por intermedio de manantiales.
Para tener una idea estimada de su dificultad de acceso, Wikipedia es muy gráfica al respecto: “... no existen caminos hasta la laguna, por lo que se debe acceder a caballo, en moto o vehículos especiales de doble tracción”, dice en su web. Ya casi llegamos, pero resta una última trepada que parece no tener nombre, pero que sí se ve muy larga, de pendiente pronunciada y con sectores de tierra suelta que complican el ascenso (36,20614ºS, 70,44203ºW). El premio allá arriba: el avistaje de un oasis azulado encerrado entre las montañas de los Andes. Increíble la ironía de llamar La Fea a un lugar de tan singular belleza.
Para celebrar el logro, en sus inmediaciones almorzamos pizzas calientes de variados gustos. La misión estaba cumplida. Por delante quedaba descender hasta el poblado Las Ovejas (a unas 8 horas de distancia) para cenar, ducharnos, descansar. Y prepararnos para las sorpresas del tercer día: las termas de Aguas Calientes, los géiseres de Los Tachos y el acceso a la base del volcán Domuyo. Sin duda, un viaje fantástico.
Organización de la travesía: Mainumby4x4, Cel.: (011) 6036-1111, [email protected] | Facebook e Instagram: @mainumby4x4.
El servicio incluye alojamiento y gastronomía full. Próximos destinos 2022: Córdoba, Esquel, Villa Pehuenia, Entre Ríos, Moconá, Mendoza y Atacama. Aptos para la familia, no requieren conocimientos previos de conducción off road.
Campamento VIP estilo Mainumby4x4 by Campinox
Según las palabras de un guía con muchos años de profesión en el rubro, ningún organizador había logrado un campamento 4x4 de estas características en la Argentina: 10 carpas iguales, a estrenar y armadas por personal de la organización para que los participantes no tuvieran que hacer nada... “Nunca jamás visto”.
El primero de estas características fue el de Mainumby4x4, gracias a un acuerdo con Campinox, que proveyó todas las tiendas para lograr “una experiencia diferente a través de nuevos paisajes”, tal como reza el eslogan de la organización. Las carpas fueron del modelo de armado semiautomático, de 2,20 x 2,20 m + 2,10 m de avance y 1,35 m de altura; con doble techo de poliéster 190 T aluminizado con recubrimiento PU totalmente impermeable, cuerpo de poliéster 190 T, piso de rafialón laminado de 160 g, impermeabilidad de 2.000 mm de columna de agua; alero complementario con ventanas para utilizar como comedor o área de guardado, costuras termoselladas, entrada con puerta y mosquitero, tres túneles de viento, armazón de varillas de fibra de vidrio reforzadas, capacidad para 4 personas y un peso de 9 kg.
Al llegar a la Pampa del Rayo, los participantes se encontraron con sus tiendas listas para utilizar. Todas incluían una canasta con toallas húmedas descartables, alcohol en gel, papel higiénico, jabones de tocador, bolsas de residuos y una toalla de algodón. Dentro de la carpa también había un pan dulce individual y un alfajor por persona para el desayuno del día siguiente. Y colgada en el exterior una lámpara de LED recargable que iluminaba con intensidad todo el perímetro.
Previamente, cada participante había recibido una bolsa con obsequios: mantas de polar, revistas Weekend, una mochila Campinox individual, un llavero y una remera térmica Mutz Sport o una gorra (gentileza del lubricentro Román). Mientras un cordero se asaba lentamente al calor de las brasas, los participantes abrieron sus mesas y sillas plegables, ordenaron sus equipos y prepararon la vajilla. Antes de la medianoche todos habían cenado en un lugar que jamás hubieran imaginado posible, bajo incontables estrellas y una luna casi llena. Como broche de un día de travesía exitosa, única, lujosa y diferente, llegó un pequeño brindis con licor de membrillo y trufas de nuez. ¡Imposible pedir más al pie de la cordillera!
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