Siguiendo con el recorrido del Camino Lebaniego en el norte de España, en Cantabrita, llega el momento de salir a los pueblos pero no por la autopista sino por una ruta de montaña para conocer la campiña cantábrica y su gente. Poblados como Santillana del Mar, cuyo corazón solo se puede conocer a pie para ir hasta la iglesia del siglo XI (3 euros la entrada) y visitar la tumba de Santa Juliana. Es preciosa. En los alrededores hay bares, restaurantes y tiendas que venden objetos típicos y ¡hasta el Museo de la Tortura y el del Queso! En la zona, además de hoteles y hospederías hay dos campings, ideal para lo que se tomaron en serio la experiencia de vivir el Camino de Santiago.
Santander, la joya del norte de España
Esta visita es el preludio para otra más esperada: ver la Cueva de Altamira y su centro de interpretación que se encuentra a 1 km. Aquí hay que hacer una aclaración: la verdadera cueva se cerró en 2000 debido al deterioro que producía la gran cantidad de visitantes. ¿Entonces qué hicieron? Una réplica exacta a tamaño real, la neocueva, para que los turistas puedan verla como congelada en el tiempo y descubrir por 3 euros las formas en que los ancestros pintaron, entre 18.500 y 36.000 años atrás, bisontes y otros animales a pleno o solo las siluetas, así como positivos y negativos de las manos de los autores. Se descubrió en 1862 y el museo es didáctico, está muy bien instalado y se puede ver de qué manera aprovecharon las formas de la piedra para terminar sus obras.
Es hora de hacer un alto para almorzar en El Carel, en la preciosa ciudad de Comillas. Pequeño, acogedor y con impronta joven, probé unos mejillones al vinagre (cubiertos por una especie de salsa criolla) inolvidables. Y en el menú de 35 euros por persona pensado por Rafa, la carne de la zona que llega en una plancha y se sigue cocinando frente al comensal.
El estrés de hacer un viaje internacional
San Vicente de la Barquera es la ciudad costera más grande en esta travesía. Es parte del Camino Lebaniego y sus 10.000 habitantes se dedican a la pesca y a la industria de conservas. Muy cerca está la Cueva del Soplao, una antigua excavación subterránea que se visita por 13,50 euros. Para entrar hay que tomar un trencito que emula al usado por los mineros. Está considerada una cavidad única a nivel mundial por la calidad y cantidad de las formaciones geológicas (espeleotemas) que alberga en sus 20 km de longitud, aunque solo cuatro salas están abiertas al público. Hay formaciones poco comunes como helíctitas (estalactitas excéntricas que desafían la gravedad) y draperies (sábanas o banderas traslúcidas colgando del techo).
En el interior se destaca por su acústica la Sala de la Opera, incluso se hicieron conciertos allí. La visita guiada dura dos horas y los más arriesgados pueden vivir la ventura de meterse en cavidades naturales con dos guías y equipamiento especial (casco y botas) en grupos reducidos de 6 a 8 personas (34 euros).
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