A 65 kilómetros de la ciudad de Mendoza, transitados por la ruta Nº7 camino a Chile, el lago Potrerillos ofrece aguas bien pobladas de truchas arco iris y marrones distribuidas en una geografía rica en bahías y ensenadas, que además brindan un necesario reparo a los vientos cordilleranos. El espejo permite también pescar con mosca desde un belly boat, un catarraf, un bote o un kayakfishing, modalidad que cada vez tiene más adeptos.
Rody Valverde, pescador mendocino que conoce como pocos las posibilidades piscatorias del lago, nos llevó hasta sus orillas donde armamos un confortable campamento. Y allí se alinearon un bote Mackenzi, un catarraf y un par de kayaks. Durante el trayecto, Rody comentó que venían de una semana con altas temperaturas, dato no favorable para las truchas, tan sensibles a los cambios climáticos. Esto hizo que el agua estuviera en 19 ºC, además de tener un nivel muy bajo debido a las necesidades de riego de la provincia y a que hubo poca nieve en l a cordillera, lo que redujo el caudal que proporciona el deshielo. Con ese cuadro, no muy alentador por cierto, completamos el armado del campamento a tiempo para refugiarnos de una tormenta muy fuerte que se levantó por la tarde y que frustró la primera salida programada para las últimas horas de luz. Pero como no hay mal que por bien no venga, la incómoda tormenta nos benefició cambiando completamente las condiciones climáticas, esto es, bajó mucho la temperatura y el viento se tornó en una brisa suave que hizo más amigable la pesca.
Sucesión de piques
En la misma ensenada en que armamos el campamento comenzamos a pescar utilizando el belly boat, el catarraf, los kayaks y, como apoyo, el bote Mackenzie, un clásico doble proa de madera con asientos de roble y fondo exterior de kevlar. Una joya en la que remar es fácil y hace recordar a los ríos de Montana. A medida que nos alejábamos del campamento, el grupo se dispersó para probar en diferentes sectores. Rody avanzó con un kayak y a remolque llevó su belly, para luego hacer el trasbordo y comenzar a castear. La ventaja de este flotador individual es que permite acercarse al lugar elegido prácticamente sin hacer ruido y sin agitar el agua. Vale aclarar que este elemento exige ir con wader (si es respirable mejor) y zapatos de vadeo, a los que se les sujetan aletas similares a las que utilizan los buceadores y que son las que permiten que el conjunto se desplace. El equipo de mosca debe ser liviano: caña acción 4, como máximo una 6.Lo indicado es ubicarse a unos 20 metros de la orilla y hacerlos lanzamientos de adentro hacia afuera. Como la temperatura del agua no era la ideal, las truchas se mantenían bien abajo buscando un poco de frío, así que elegimos líneas de profundidad (la que mejor se adaptó fue la Cortland Quick Descent 175 grains).Estas líneas tienen el running (parte trasera) sin nudo incorporado, por lo que no afectan el deslizamiento
y se obtienen buenas distancias, aun sin que uno sea un destacado cáster. La parte delantera se hunde rápidamente, mientras que el running flota, lo que permite levantarla en forma rápida y suave cada vez que se decide repetir el cast. Cuando se usan líneas de profundidad, el líder no debe superar las 7’1/2 y el tippet (punta donde se ata la mosca) 2x o 3x.Estos detalles hay que tenerlos en cuent a ya que a veces hacen la diferencia entre un buen día y uno olvidable. Todas las moscas estaban armadas sobre anzuelos Nº 6 u 8 como máximo.
Mientras navegábamos pudimos comprobar la turbidez del agua que, sumada a la temperatura (nuevamente en ascenso), dificultaba sin dudas a la pesca. De todos modos, Rody no dejaba de alentarnos, apoyándose en que hacía mucho que recorría y pescaba en el lago y que siempre,aun en los malos momentos, la oportunidad suele presentarse: “Es cuestión de aprovecharla”, enfatizaba. Y así se dio en la boca de una bahía, junto a una bajada de agua importante producida por las recientes lluvias. Nos acercamos lenta y silenciosamente con el belly y el catarraf, buscamos una posición favorable teniendo en cuenta el viento, el sol y los accidentes de la costa, y ya en los primeros lances capturamos una marrón. La respuesta del pique fue inmediata e inició una violenta corrida paralela a la costa, enredando la línea en los palos de la orilla hasta producir el corte (en este ámbito suele ocurrir con gran frecuencia). Minutos después se repitió la clavada, pero esta vez fue con éxito. Todo el grupo tuvo pique y se capturaron varios ejemplares entre arco iris y marrones, todas de buen tamaño. El momento top fue entre las 10 y el mediodía. Luego el pique aflojó, y recién se activó nuevamente a última hora de la tarde, con igual resultado.
Profundidad
Como dijimos, debido al agua algo cálida para estos salmónidos, hubo que ir a tentarlos en profundidad. Por lo tanto, luego de lanzar no había que recoger de inmediato, sino dejar que la mosca bajara unos segundos y comenzar a traer dando pequeños tironcitos, unos cortos y otros largos y a distintas velocidades, hasta encontrar la cadencia que las incitara a comer. A pesar de que el tiempo no nos acompañó como esperábamos, la calidad y la cantidad delas capturas pusieron a este ámbito, no muy conocido para los mosqueros de otras provincias, en una excelente calificación. Sumado esto a los atractivos veraniegos que tiene Mendoza para disfrutar durante las vacaciones, lo convierten en un destino más que recomendable para sal ir con la caña en el techo del auto y los waders en el baúl.
Nota publicada en la edición 472 de Weekend, enero de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
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