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PESCA | 13-06-2012 12:22

10 especies en una misma salida

Increíble variada en la zona de Florencia, Santa Fe. Dorados, surubíes, moncholos, bagres amarillos, patíes, mandurés, manduvíes, tres puntos, pico pato y diversos ejemplares más se dieron cita el mismo día.
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¡Se metió entre los palos! ¡Dale, maniobrá para allá que estamos casi sobre la orilla! ¡Ojo con la hélice contra el raigón! ¡Cuidado! ¡Dale que me va a cortar, aguantá la lancha ahí, que es bueno en serio! ¡Mirá cómo tira!”, vociferaba Marcelo en la proa con la caña de grafito de 7 pies totalmente arqueada a pesar de las 20 libras de reserva de potencia, mientras el resto de los integrantes del equipo nos atropellábamos a bordo tratando de no entorpecer y de coordinar la ayuda para capturar el gran pez.

Por el corte del multifilamento contra ramas sumergidas, ya habíamos perdido uno similar que también buscó refugio en un sector sucio del río. En esta oportunidad, para minimizar ese riesgo le habíamos agregado un terminal de monofilamento del 0,40 de unos 5 metros antes del líder de acero final y del anzuelo Nº 7/0. Esa medida contribuyó a que Marcelo lograra sacar al surubí de entre medio del palerío orillero, en proximidades de la boca del Ancho, y termináramos festejando la captura de un hermoso y potente surubí rollizo (atigrado o pirá pará) que había caído tentado por un encarne de anguila.

Con Marcelo y Alexis Rouvier y Rubén Titín Crespo estábamos pescando en el río Paraná, en cercanías de la localidad santafesina fundada originalmente como Jardín Florido (11 de enero de 1884), en la margen derecha del arroyo Tapenagá, por el inglés Eduardo Martín Langworthy. Una población que años más tarde fue rebautizada con el nombre de Florencia, en honor a una hija del fundador.

Aguas que bajan turbias

Para encarar este relevamiento nos alojamos prácticamente en la desembocadura del arroyo Piracuá en el Paraná, bien cerca de las canchas de pesca, en las instalaciones que los Rouvier (Excursiones Piracuá) remozaron con mucho esfuerzo y muy buen criterio en este último año, acompañando el avance que significó para la zona la construcción y reparación de los puentes del camino costero que vinculan a Florencia con el ex Puerto Piracuá.

Al momento del relevamiento, la condición de aguas del Paraná era de turbidez total. Lluvias en el norte, importantes desmontes que dejaron tierras desnudas a merced de la erosión e inundaciones en Paraguay, enturbiaron la cuenca del río Paraguay en demasía y éste ensució al Paraná más de lo habitual y por mayor tiempo que en otros años.

Esta situación de aguas deja fuera de combate a moscas, señuelos, cucharas y otros varios artificiales. La pesca con carnadas naturales es lo que se impone. Para ello, cargamos unos cuantos anzuelos N° 5/0 a 7/0, líderes de acero multifilamento, plomos pasantes de diferente gramaje, y baldes con morenas y anguilas medianas como cebos.

Se ve, se nota, se percibe mucha cantidad de peces en toda el área relevada, pero el agua sucia hace que la proporción de piques y capturas no vaya en línea con esa buena población. Incluso notamos muchos peces delgados y subalimentados a pesar de que tienen mucha comida. Evidentemente, el río revuelto no es ganancia de cazadores, sino todo lo contrario. En el caso particular de los dorados, notamos que ni siquiera están con una actitud activa en los clásicos apostaderos, como pueden ser correderas, palos sumergidos y salidas de laguna.

La pesca al golpe que tan buenos resultados suele dar, no funcionó con el dorado. Y encontramos mejores logros actuando con aparejos lastrados en algunas bocas de laguna o de arroyo con tacos (pedazos) de anguila de más de 10 cm. Entendemos que estos agresivos peces carniceros –merced al agua turbia– están más con una actitud recolectora y oportunista que sacando partido de su proverbial ferocidad cazadora, donde la visibilidad juega un rol muy importante en su estrategia alimentaria.

El Cuatro Bocas, como lo conocen algunos, o Caladero para otros, es un curso mediano y serpenteantedesemboca en el San Lorenzo. En su discurrir colecta fluido de diferentes lagunas, muchas de las cuales estaban aportando aguas más limpias (negras). No lo suficiente para emplear artificiales, porque la franja limpia se amalgamaba con la turbia entre los carrizales y llegaba ya sucia al curso, pero sí para fondearse e intentar con cebos naturales, entendiendo que esas juntas son siempre puntos clave de pesca.

El gran pez perro

En estos sectores tuvimos la muy agradable sorpresa de toparnos con un pez de excelentes dotes deportivas y una vistosísima pelea con saltos, acrobacias y hasta vivoreos y desplazamientos fuera del agua, virtualmente caminando por sobre la superficie. Nos referimos al chafalote, también conocido como machete, pez perro, pirá yaguá (pirá = pez, yaguá = perro,en guaraní). Peces del orden de los Characiformes (de raíz griega, kyonos = perro y odous = dientes), observando su quijada es fácil entender por qué fue tan sencillo que guaraníes y griegos se pusieran de acuerdo. Para ser perfecto, al chafalote habría que pedirle que fuera más previsible.

Que se lo pudiera ir a buscar y se lo encontrara siempre en determinados lugares. Pero no es así. Se trata de un pez que aparece acardumado y puede dar muchos piques pero siempre en forma fortuita, en un momento, en un lugar, y luego desaparece. Esquivo, impredecible, fantasmal y extraordinario desde lo deportivo, este cazador exquisito es una delicia para los aficionados al bait cast, al spinning y al fly cast, pero ojo que también se lo puede pescar con carnadas naturales. Para disfrutarlo a pleno, lo ideal es oponerle equipos livianos.

Además de chafalotes, en estos puntos (salidas de lagunas) pudimosdar con doradillos y cucharones (también conocido como pico pato o lija), todos buenos cazadores y comedores de mojarras. Y en el medio del canal prendimos moncholos blancos, armados y algunos bagres amarillos. Cada vez que la presencia de palometas amenaza ba nuestra reserva de cebos, resolvíamos cambiar de pesquero. Lo intrincado del delta, la profusión de lagunas, esteros, riachos, islas, bocas, juntas de agua, correderas y pozones dan para pasarse una vida cambiando, intentando y recorriendo ambientes de muy baja presencia humana. Las familias de monos aulladores curioseando desde las ramas, los lobitos de río y la inmensa cantidad de robustos yacarés asoleándose en las orillas son pruebas irrefutables de que se trata de uno de los tramos del Paraná con menor impacto humano y más baja presión de pesca.

Piques en la noche

La pesca nocturna es otra de las chances que se presentan al estar haciendo base tan cerca de los pesqueros, extremando siempre los recaudos que exige la navegación en ese horario. Este tipo de pesca es muy interesante y fructífera con los peces de cuero, como son el surubí, el patí y el manguruyú. Lo ideal es practicarla fondeado y con aparejos convenientemente lastrados para que el cebo quede al nivel del fondo del río, donde se mueven buscando alimento los grandes peces de cuero. En esta oportunidad, los mejores resultados los obtuvimos con encarnes de morena mediana en proximidades de la isla Pelota.

Allí Alexis logró clavar y pelear un interesante surubí pintado, hasta arrimarlo a la embarcación sin necesidad de soltar el fondeo. Siempre es un plus de emoción para la captura trabajar desde un punto fijo. Mucho patí y algunos de muy buen porte hay en todo este tramo del río. Garetear por los veriles de banco de arena con morenitas chicas, es una de las mejores formas de dar con estos voraces peces de color gris plomizo y gruesa capa de mucus protector, a los cuales el agua turbia no parece molestarle demasiado.

Durante este relevamiento, el patí fue la especie que nos dio mayor cantidad de capturas, tanto de día como en la pesca nocturna. En cuanto se aclare un poco el Paraná, con el atraso en la dieta que acarrean los peces cazadores, sumado a la buena presencia y proliferación de forrajeros (a los que sí favoreció el agua sucia), se darán inmejorables condiciones para la pesca con artificiales. Así como está hoy ya vale la pena, y de aquí en más solo queda esperar una mejoría.

Si estuviéramos realizando un informe financiero, habría que titularlo: “Bueno, en alza sostenida y con brillantes perspectivas a mediano plazo”. Florencia sigue siendo un excelente lugar para ir a depositar sueños e ilusiones, y volver con el alma repleta de recuerdos tapizados de cuero y salpicados de escamas.

Nota publicada en la edición 477 de Weekend, junio de 2012. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Alejandro Inzaurraga

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